VALÈNCIA. Hasta el momento, todo había sido contención. Quizá por eso acabaron por abrirse paso las lágrimas este martes entre los ojos del concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset, al tiempo que anunciaba su renuncia a las competencias en dicha concejalía para centrarse, dijo, en su defensa en el caso de Viveros. El edil se sentará en el banquillo acusado de un presunto delito de homicidio imprudente y por otro contra las seguridad de los trabajadores por la muerte de un operario en el montaje de unas gradas en 2017.
Había sido todo contención porque, hasta este martes, a toda pregunta se había respondido con una negativa: no, el edil no dimitiría porque no es responsable de la tragedia, y porque además, no había robado. Tampoco se contemplaba una salida a medias, que se despojase de funciones dentro del equipo de gobierno. Hace un mes, de hecho, incluso se entregaba a la ironía el concejal ante esta pregunta: "Si mi abuela tuviera ruedas, sería una bicicleta", afirmaba, para aclarar que no existía esa posibilidad. Antes, explicó este martes, tenía que acabar el monumental trabajo para las Fallas 2020. "Con los deberes hechos y la gestión de las Fallas finiquitada", y a las puertas de la Crida, ya era el momento.
Su salida, eso sí, no será completa. Se va de Fiestas, pero mantiene sus responsabilidades en el área de Administración Electrónica, poco conocida para muchos y de una exposición pública infinitamente menor. Y con ello, como es obvio, mantendrá su plaza como edil del equipo de gobierno, y también el salario (76.200 euros brutos como teniente de alcalde).
A partir de ahora se abre una nueva etapa en la carrera del concejal de Compromís. Una etapa que en la coalición quieren que sea temporal, transitoria, mientras se aclaran las cuestiones judiciales y haya una sentencia que esperan absolutoria, tras la cual podría volver sin reparo a su actual puesto.
Y es que el edil no ha perdido el apoyo dentro de la coalición valencianista en la ciudad de València, donde siempre ha suscitado un gran apego, más si cabe en su propio partido, el Bloc. En él, guarda el respaldo de rostros importantes como la dirigente Águeda Micó, el conseller de Educación, Vicent Marzà, o el síndic en Les Corts, Fran Ferri. No hay más que asomarse a los resultados en las primarias de Compromís: Pere Fuset fue en 2015 el más votado y en 2019 revalidó el privilegio. Tanto es así que pocos aceptan que el edil tuviera la obligación de dimitir; la sensación mayoritaria es que se está produciendo una grave injusticia. Ahora bien, no es menos cierto que el desarrollo del caso de Viveros ha ido desgastando, con el paso del tiempo, la figura del concejal.
Primero habló la Inspección de Trabajo, y luego lo hizo el juez instructor, quien no sólo le acusa de los dos delitos mencionados, sino que impone al pago junto a los otros tres imputados de una fianza de 450.000 euros. Y además, apunta a una posible prevaricación, -"trueque ilegítimo"- que dará pie a otra causa. De nada sirvió la postura de la Fiscalía, que incluso se adhirió al recurso del munícipe. Es por ello que el futuro judicial para Fuset, más allá del nivel de claridad que se vislumbre, no se antoja breve al tener que superar no uno, sino dos obstáculos. El caso, a la postre, ha ido engrosándose hasta convertirse en un estorbo para la gestión que ha acabado con el exilio parcial del responsable.
Ahora, con todo ello, el futuro político del 'delfín' del Bloc, por tanto, se encuentra en la cuerda floja, y dependerá tanto de su defensa como de la resolución judicial de ambas causas. Un proceso que, a juzgar por los plazos, se cruzará previsiblemente en la segunda mitad de mandato con otro de carácter orgánico, en las entrañas de Compromís y del propio Bloc -que para entonces quizá haya cambiado de nombre-, sobre la sucesión del hasta ahora líder indiscutible en el cap i casal, el alcalde, quien ha reiterado en varias ocasiones que este sería su último mandato en la primera línea.
Se trata de un melón que por el momento se ha preferido mantener cerrado. Incluso hace poco, en una entrevista de Plaza Radio, y tras un inicio de mandato turbulento en la coalición en València -hay que recordar el millonario fraude sufrido en la EMT, que preside Grezzi- el propio Ribó prefirió evitar este debate al dejar la puerta abierta a su repetición: "Ni me planteo ni descarto nada". No parecía buen momento para revolver las aguas del estanque valencianista. Así, en vistas a esta futura pugna, la posición del edil parece hoy más complicada que ayer.
No son pocos los que se perfilan a ocupar el trono consistorial de Compromís: por parte de Iniciativa nunca ha dejado de sonar con fuerza el actual vicealcalde Sergi Campillo, e incluso se ha especulado con el aterrizaje de Mónica Oltra; mientras que en el partido de Fuset, el Bloc, otros nombres como Isa Lozano -la mujer más fuerte de la formación nacionalista tras el abandono definitivo de Consol Castillo- o Carlos Galiana también podrían entrar en las quinielas. La formación de gobierno en coalición con el PSPV también pudo analizarse en este sentido: Campillo fue nombrado vicealcalde, y Fuset repitió como portavoz del grupo municipal. Un equilibrio entre partidos que podría tambalearse si una de las principales figuras del Bloc en la ciudad perdiera fuelle.