El festival incide en los pilares de su filosofía a pesar de los cambios de sede y la ruptura con lo gratuito
VALÈNCIA. Un hombre, una banda mixta y otra integrada por mujeres. Así son las nuevas confirmaciones que se suman al cartel del próximo Truenorayo Fest: la normalización desde dentro de la propia normalización. Joan Miquel Oliver (ex Antonia Font), Papa Topo y Amparito se suman al festival en la edición del cambio: la de la ruptura con lo gratuito y el traslado a las instalaciones de Las Naves. “Aunque el Truenorayo crezca cada año de forma sostenible, es imprescindible no renunciar a los principios por los que siempre se ha movido tanto el festival como el proyecto Hits With Tits”, explican Lu Sanz y Ada Díez, “la normalización en cualquier ámbito cultural nos parece imprescindible y creemos que la mejor manera de seguir luchando por la misma es dando ejemplo en los proyectos que construimos”.
Los tres nombres se unen a Kokoshca, Cómo Vivir En El Campo, Lidia Damunt, Les Sueques, Doble Pletina, Museless y Rata Negra, ya confirmados el pasado mes de febrero. “Amparito es uno de los grupos que forman parte del Vol.4 de Hits With Tits y, como todos los años, nos gusta que haya una clara representación del trabajo realizado en el recopilatorio”. Díez y Sanz hacen caminar ambos proyectos de forma paralela, salvo cuando cruzan sus trayectorias para que confluyan en un mismo punto. “Respecto a Papá Topo y Joan Miquel Oliver: pensamos que van a traer toda la frescura de sus canciones y puestas en escena, encajan perfectamente en el eclecticismo que lleva por bandera el Truenorayo”, concluyen las organizadoras.
Y sí. No hay nada que objetar a los nombres de esta nueva tanda de confirmaciones. Gusten más o menos, no se puede discutir que los tres responden de forma precisa a la filosofía del Truenorayo: lejos del cliché, allende la pose. Estilísticamente, la decisión también parece muy meditada. Tres grupos enfocados abiertamente en el pop, pero desde perspectivas y lugares en algunos casos opuestos: el garage, el indie y el folk. El Truenorayo difumina las fronteras entre lo independiente de verdad y lo underground, y eso es una muy buena noticia en tanto en cuanto la etiqueta indie ya no se respeta nada.
Es cierto que el Truenorayo ha modificado dos de sus principales características con su último movimiento estratégico: rompió con la cultura de lo gratuito y, tras salir de su ubicación original y situarse en Valencia, entró automáticamente en otra liga. Sin embargo, esas dos modificaciones funcionan con la coherencia de la evolución y no con la confusión de los bandazos. “Creemos que debemos darnos cuenta de que la cultura no es gratis, pero puede ser asequible”, matizan las creadoras del Truenorayo, que concluyen: “para que las iniciativas perduren en el tiempo es imprescindible cierto apoyo económico por parte del público que las consume”.
El Truenorayo quiere seguir siendo diferente porque, a pesar de ambas decisiones, sigue jugando a otra cosa. La burbuja indie de festivales, en realidad, no les afecta lo más mínimo. No va con ellas. Hay pequeños detalles que marcan la diferencia. El número de grupos que formará parte del cartel es uno de ellos. Decisiones aparentemente de poca trascendencia terminan revelándose como parte de un plan a mayor escala. Los seis grupos que ya han confirmado su asistencia marcan el ecuador de las confirmaciones: “para nosotras es muy importante, aunque sea un festival con terraza y actividades más álla de los conciertos, que todos los grupos toquen a horas decentes para poder contar con la mayor afluencia de público posible”. La conciencia de lo finito del tiempo, además del espacio, y su intención original juega a favor de público y grupos: todos salen ganando.
Por un lado es un movimiento que juega con la lógica más indiscutible. Con la justicia. Lo racional. Sin embargo, además de eso, el planteamiento -completamente diferente al de la corriente habitual- ha de terminar reflejándose en los niveles de satisfacción del público. Y eso es lo que garantiza la supervivencia. “A lo largo de las ediciones aprendes lo que mejor funciona para beneficiar a todo el mundo, tanto público como músicos, y es algo que nos esforzamos por aplicar”, explican Sanz y Díez, “así es como consigues que todo el mundo forme parte del festival y lo disfrute”. Tiene sentido.
En realidad toda la estrategia de diferencia basada en la dinámica del pensamiento lógico se apoya, de forma crucial, en la exigencia de la autenticidad de cada uno de sus movimientos. Eso explica que el apartado que el festival dedica a la ilustración reciba las mismas atenciones que cualquier otro aspecto más habitual en un evento de este tipo. Si en el Truenorayo hay ilustración es porque creen con firmeza en ello (es lógico, por otro lado, teniendo en cuenta la constitución de Hits With Tits), y eso se manifiesta desde el mismo cartel, una confirmación más -como ya sucedió con su autora, Nuria Riaza-. “En cierto modo las ilustradoras que siempre forman parte de las diferentes ediciones son también parte del elenco de artistas”, explican Sanz y Díez, “este año, aparte de Nuria Riaza a los mandos del cartel, contaremos con Nuria Tamarit como muralista”.
“Hay muchísimo talento y nosotras creemos firmemente en que eso se ve reflejado en nuestros carteles, y no tenemos ningún problema en hacerlo de modo que la normalización de la mujer en los escenarios esté presente”. Otra de las variables que hace que el Truenorayo siga nadando en la diferencia es, además de la puesta en valor de grupos y público, la del delicado elemento de la programación. Si bien Ada Díez y Lu Sanz tienen claro que “cada programador se rige por factores como su propio gusto, quién acaba de editar disco o la cantidad de entradas que venden determinadas formaciones” (sobre todo esto último), no se tapan los ojos: “cuando hay dos grupos similares hay cierta tendencia a olvidar al compuesto por mujeres o con componentes femeninos”.
El caso del Azkena es ejemplar, con solo una mujer en todo su cartel. “Este tipo de casos suele ser la norma, lo generalizado, es algo que se da en la mayoría de los festivales, y pasa desapercibido hasta que alguien da la voz de alarma”. En su última frase regalan la clave. De hecho, toda la controversia generada a raíz de que Sally Ann Evans (de Buck and Evans) fuera la única representante femenina del cartel del festival vasco ha terminado por provocar que el Ayuntamiento de Vitoria anunciara públicamente que exigirá que el festival contrate a más mujeres a partir de su próxima edición. “Tener referentes tanto sobre el escenario como detrás de ellos es algo necesario”, terminan.