Obras de Garcés, Valdés, Sánchez, Asencio y Olmos, junto a las de Palau y Matilde Salvador, entre las actividades que rememoran la capitalidad de Valencia durante la Segunda República
VALENCIA. La Universidad ha programado una serie de actividades en torno al periodo en que Valencia fue capital de la República (de noviembre de 1936 a octubre de 1937). Se iniciaron este miércoles con una mesa redonda sobre la música del llamado “grup dels joves”, música que vertebra el concierto del jueves 20 en el Palau de la Música, así como el del 7 de noviembre en la Capella de la Sapiencia. Ese mismo día se inaugura en la Nau la exposición “Tot està per fer. Valencia, capital de la República”. Hay dos jornadas (14 y 15 de febrero) en torno a la Cultura en la Valencia republicana, y, también en la Nau, se representarán tres obras de teatro relacionadas con el tema: 1936-2015: la guerra civil europea (con textos de Antoni Tordera, Anna Marí, Maribel Bayona, Martina Navakova y Danai Delipetrou), La Carta (1931-1941), de Emili Chaqués, y Prohibida la reproducción, de José Ricardo Morales.
El traslado de la capitalidad a Valencia se debió a la presión que sobre Madrid ejercían las tropas rebeldes, y supuso para la ciudad un estímulo en muchos ámbitos, el cultural entre otros. En Valencia tuvo su sede el Congreso Internacional de escritores en defensa de la Cultura, se daban cita intelectuales y políticos, el Ayuntamiento acogió a las Cortes españolas, las Torres de Serranos cobijaron importantísimas obras del Museo del Prado, recalaban aquí Brigadas internacionales, corresponsales de prensa, funcionarios de los ministerios, embajadores, etc. La memoria de tal efervescencia quiere ser recuperada por la Universidad en este 80 aniversario, mediante un programa que cuenta también con el apoyo de la Generalitat, el Ayuntamiento y la Diputación, y que incluirá, entre otras cosas, conferencias, exposiciones de carteles, fotografías y un ciclo de cine.
El nacionalismo de este grupo impregna sinceramente buena parte de sus composiciones, pero no incorpora la radicalidad o la aspereza que Bartók o el primer Stravinski extrajeron del folklore e incorporaron a la música culta. Aunque hay diferencias considerables entre ellos, el término tradicional -en el ámbito musical- podría aplicarse a la mayoría de su producción, si bien Vicent Garcés tuvo que sufrir el ostracismo durante el régimen franquista por haber dirigido el Conservatorio de Música de Valencia desde 1938 hasta el final de la Guerra Civil.
No fue, por otra parte, el franquismo posterior un campo propicio para las estéticas de vanguardia. Valencia tendrá que esperar a Francisco Llácer Pla (1918-2002) y Amando Blanquer (1935-2005), entre otros, para que su música empiece a conectar con otro tipo de postulados. Festivales como Ensems (desde 1979) o, más tarde, el de Música Contemporánea de Alicante (desde 1985) han contribuido, indudablemente a ello.
Al margen de las diferentes adscripciones estéticas, parece necesario recuperar el recuerdo de los compositores valencianos de los años 30, 40 y 50, porque hay muchos huecos a rellenar, y sólo entonces se tendrá una idea ajustada de un devenir musical que, por otra parte, no difiere tanto del resto del estado. El concierto de este jueves, a cargo de la Filarmónica de la Universidad, bajo la dirección de Hilari García y con la voz de Marta Estal Vera, tiene el aliciente añadido de presentar obras muy poco o nada interpretadas, cuya escucha ampliará la comprensión de las trayectorias individuales, así como de las líneas generales que impregnaron la música de ese periodo.