El cantautor presenta un show íntimo este jueves en La Rambleta
VALÈNCIA. Kevin Johansen ha aterrizado con no pocos problemas en el aeropuerto. Tiene poco más de un día para descansar y empezar su gira, que le llevará en cinco días a cuatro ciudades de España; la primera parada será este jueves en La Rambleta. Le acompañan su guitarra y su hija Miranda, que presentará su propio proyecto en el show que han preparado. Johansen reivindica su música en cada uno de sus trabajos; el último, Algo ritmos, publicado en 2019, en el que apuntaba a Donald Trump o a Jair Bolsonaro. A veces intimista, a veces político, el argentino busca siempre tener una perspectiva humanista en su música. Bajo esa premisa, Johansen atiende a Culturplaza para hablar de los cambios en el mundo, la industria y el proceso artístico que conllevan los tiempos actuales.
- Con esta dinámica de tener que ir cambiando cada poco las expectativas y los protocolos, no sé si te has perdido en darle vueltas a la propuesta escénicas. ¿Cómo va a ser el show de esta gira?
- Va a ser la esencia de lo que hago: mi guitarra y yo, mis petates y yo. He titulado la gira Vecino Tour para hacer referencia a una canción mía que habla de cómo la música es una fuente de empatía, capaz de traspasar fronteras, razas y credos. La música como lenguaje esencial. Últimamente estoy pensando que los músicos no somos trabajadores esenciales pero sí presenciales. Tenemos la tarea de abrazar al público con la guitarra, en vivo y en directo, y poder hablar desde la energía y las miradas. Todos los músicos hemos padecido mucho el momento virtual, sobre todo los que hacemos canciones en las que compartimos vivencias e historias. Por eso creo que es importante decir que sí; que después de estar rodeados de tanto no, nuestra responsabilidad ahora es empezar a decir sí.
- Tú sueles estar muy bien acompañado en tus giras, haces shows interdisciplinares. Ahora que propones algo más humilde te pregunto: ¿Qué necesita un concierto para ser atractivo?
- Yo he visto de todo, pero la esencia de una guitarra con la voz tiene un agregado de sentimiento que me parece muy interesante. Ahora soy como Joao Gilberto… Solo que con todas las distancias que me separan del gran Joao Gilberto. Estar solo con la guitarra también tiene aspectos favorables: las canciones llegan más desnudas, y las letras se escuchan mejor y más rápido, más inmediato. Hay algo de obra teatral en esa idea. Yo siempre creo que un show debe tener elementos esenciales: emoción, reflexión y hacer que el público mueva la patita o de unas palmas. Si consigues las tres cosas, tarea cumplida.
Además, en esta gira estoy muy ilusionado porque me acompaña mi hija Miranda. Ha empezado a hacer música, lleva ya dos discos bajo el brazo, y vamos a hacer una especie de presentación en sociedad. Más allá de la poca objetividad de ser su padre, puedo asegurar que ella es más cool que yo.
- Tus canciones suelen tener una conexión con la realidad que vives. ¿Cómo ha sido intentar componer en este tiempo?
- Bueno, sobre todo es muy fácil llegar a un lugar muy oscuro, se puede ir rápidamente al terreno de la destrucción personal. Nuestra tarea es la de plasmar ideas sobre esta realidad; la gente creativa queremos transformar la realidad que se nos propone. No evadirla ni negarla, sino convertirla en algo más llevadero. Así que en mi cabeza he tenido mucho tiempo de plasmar nuevas ideas para un videoclip, para hacer una película de una próxima gira…
- Retomando el tema del contexto y tu música, en Algo ritmos hablas del EEUU de Trump y del Brasil de Bolsonaro. En un mundo patas arriba, con lo peligroso que es pecar de equidistancia, ¿necesita la música una visión humanista?
- Nadie puede ya escabullir el bulto a estas alturas. El que viaje y puede ir recogiendo las cosas humanas, se dará cuenta que casi todos los países están viviendo bajo la amenaza casi de una guerra civil; sociedades solapadas en dos mitades. Al final parece que la plaga seamos nosotros, que estamos generando lo que está sucediendo. En todo caso, es casi una obligación ir tomando mayor conciencia y tener una visión más macro. Ahora no hace falta cantar a la libertad porque los cantautores de la anterior generación ya lo hicieron, y en parte gracias a ellos se consiguió. Ahora toca cantar a otras libertades, como la de reconocer el género de cada persona.
Además, somos producto de la ideología, la crianza y la rebeldía de cada uno. Mi crianza fue con una madre que fue muy de la revolución, ella contestando a sus padres, que eran muy conservadores. Se supone que si quieres retar a una madre revolucionaria, te toca ser conservador, pero yo no quiero.
- Tú que has vivido la transformación de la industria, has sido hombre de sacar discos con un eje muy claro, pero ahora llevas varios singles de colaboración. ¿Qué opinas de todo este debate?
- Esto es como esa canción de All that jazz que decía “Everything old is new again”. Los singles han estado existiendo todo este tiempo y eran el anzuelo con el que enganchar a la gente al álbum. A mí personalmente me gusta el desafío de síntesis: tengo 13 temas, vale, pero, ¿y si hago una sola con toda la munición y la acompaño con un videoclip? Luego, cuando tres o cuatro avances, ya me gusta que siempre venga un disco con un nombre y una idea. Yo soy de la vieja escuela, o de la vieja nueva escuela. Un álbum es como una película, y un single como el capítulo de una serie. Es extraño como tenemos tiempo para decir que vamos a ver el capítulo de una serie y al final tragarnos cinco temporadas pero no somos capaces de escuchar un disco entero. Será falta de concentración.
- ¿Con qué fuerzas llegas a España?
- Más allá de mi nombre y apellido de guiri, tengo una mitad totalmente ibérica. La familia de mi madre es española, y tengo raíces en Cataluña, Galicia y León. Vengo también buscando colaborar con un grupo que me gusta mucho llamado Las Migas. Pero también con Marwan, por supuesto con Drexler… La cosa es que siempre que vengo acabo con dos o tres rumbitas en la cabeza. Es un estilo que permite mucho la historia y el cuento. Y a mí, que soy de esa vieja nueva escuela, me gusta mucho el cuentito, el pequeño relato de una historia con una música pegada. Siempre es una inspiración venir.