VALÈNCIA De niña, la coreógrafa afrocanadiense Dana Michel solía enroscarse una toalla amarilla en la cabeza para volverse rubia, como si, de este modo, pudiese convertirse en otra persona. En Yellow Towel, programada en La Mutant el próximo 27 de febrero, revisita este universo escapista de alter ego en un ritual performativo. “Mi práctica ofrece una exploración pública de la multiplicidad del ser a través de una mezcla de improvisación intuitiva, coreografía y performance. Trabajo con nociones como la alquimia performativa o el sueño lúcido, y recurro a mi historia personal, preocupaciones actuales y deseos futuros, para crear un movimiento centrífugo y empático con las personas presentes”, explica la artista.
En esta propuesta entre la austeridad y el absurdo, Michel se adentra en los tropos de la cultura negra y los seres marginales para darles la vuelta a fin de comprobar si es capaz de encajar en ellos. La audiencia asistirá a la emergencia de una extraña criatura cuya lenta y desconcertante metamorfosis se sigue con fascinación. El resultado es una suerte de exorcismo en tecnicolor. “Quizá hoy mi trabajo pueda describirse a través de algunas de sus influencias y encarnaciones: escultura, comedia, hiphop, cine, tecno, poesía, psicología, dub y comentario social”, sintetiza la bailarina.
Multipremiada coreógrafa y performer, Dana Michel se encuentra actualmente de gira con tres obras unipersonales: Yellow Towel, Mercurial George y Cutlass Spring. Antes de graduarse en Danza Contemporánea de la Universidad Concordia de Montreal, fue ejecutiva de marketing, corredora competitiva y futbolistta. Radicada en Montreal, trabaja como artista asociada con Par B.L.eux. Durante las fases de investigación, la artista combina el trabajo dentro y fuera del estudio, entretejiendo instantes dedicados a sumergirse en un tema a través de la escritura, la lectura, el vídeo y la conversación con otros de distensión que permiten a su cuerpo tomar protagonismo desde un lugar más intuitivo.
En este proceso, Michel se nutre de sonido, silencio y disonancias, en ocasiones, sobrecarga su cuerpo y mente con estímulos para los que busca respuesta. “Mi visión cinética permanece atenta a los pequeños detalles que se manifiestan en forma de movimientos delicados, resonancias, colores, texturas y algunas experiencias lumínicas, y que contribuyen a afinar la trayectoria de las piezas”, desarrolla. Michel se sirve de la dificultad como metodología de navegación para convertir sus trabajos en espacios de vulnerabilidad y sorpresa, donde es posible generar una escucha íntima y cercana. “Siempre trato de huir de cualquier intento de reducir lo que hago o digo a un solo significado, y podríamos decir que he aprendido a comunicarlo de forma cacofónica”, sintetiza.