Luz Arcas representará una función única de su proyecto Fuera de sí, inspirado en las prácticas artísticas de las espiritas del siglo XIX y XX, en el festival Habitar de Faura
VALÈNCIA. Siempre que Luz Arcas profundiza en un tema de estudio, lo hace porque resuena dentro de sí con contundente claridad. Y en su nuevo proyecto, titulado Fuera de sí, lo que golpea su interior es la danza como disolución, inspirada por las prácticas artísticas de las médiums del siglo XIX y XX.
La coreógrafa y bailarina malagueña llevaba unos años trabajando en lo jondo como motor de movimiento interno y punto de partida para sus bailes. De esta inquietud surgieron el ciclo de los milagros, integrado por Toná, Trilla y Mariana, y el tríptico de la prosperidad, conformado por La domesticación, Somos la guerra y La buena obra. Este impulso creativo se ha asentado como un poso. La potencia folklórica de Andalucía forma ya parte natural de su lenguaje, pero de un tiempo a esta parte, han despertado su interés las mujeres que canalizaron el espiritismo en creatividad.
"Después de leer los textos teosóficos de Agustina González López, influidos por Madame Blavatsky, el hinduismo y toda la ola espirita, descubrí una nueva mirada sobre lo jondo, un cambio de perspectiva en la dirección de la fuerza creativa, que ya no solo surge del interior, sino que hay que interceptar en el mundo, y que quiero investigar en este proyecto", expone.
La creadora planea dedicar un año de trabajo a esta nueva materia de investigación, pues detecta muchos puntos de encuentro. Por un lado, está su necesidad de trabajar el cuerpo desde la pérdida de la identidad, desde la danza concebida como canal para mensajes de otras épocas y otras vidas. Pero también aspira a incorporar un concepto de espacio-tiempo que abarca más allá del presente: "Trabajar con los cuerpos que ya no están es algo muy necesario en esta época tan marcada por el consumo y la inmediatez exageradas".
La investigación puramente corporal y musical en Fuera de sí está vinculada a lo flamenco, "no tanto en sus formalismos sino como fuerza expresiva del sur, subversiva y marginal por historia y naturaleza, cuerpo, voz y fiesta del pueblo estrechamente ligada al teatro andaluz", distingue, para a continuación citar a Alfonso Jiménez, Salvador Távora y La Zaranda, como también a flamencas como La Parrala, La Mejorana y Fernanda Romero, "que fueron videntes", y Tórtola Valencia, "una bailarina inclasificable que tuvo relación directa con Madame Blavatsky y la teosofía".
Entre sus fuentes de inspiración destaca la ya citada Agustina González, alias La Zapatera de Mesones, una intelectual y activista granadina, escritora de la Generación del 27, que fue represaliada por el franquismo. De ella ha tomado prestada la expresión con la que ha bautizado este proyecto.
También Josefa Tolrà, una mujer de Cambrils, prácticamente analfabeta, que empezó a escuchar voces en su cabeza tras las muerte de sus tres hijos, antes y después de la Guerra Civil. Durante momentos de trance en los que entraba en contacto con lo que ella llamaba "seres de luz", comenzó a canalizar sus conexiones en bordados, pinturas y poemas.
Ambas se mantuvieron largos años en el anonimato y no han sido reconocidas como artistas hasta mucho después de fallecidas. "Me interesa mucho porque ponen en duda el propio concepto de autoría, ya que sienten que lo que generan no viene de sí mismas, sino que son mensajes más allá del tiempo, de los muertos", expone.
El espiritismo ayudó a la liberación y la igualdad de la mujer. Muchas feministas se adscribieron a esta corriente porque les daba voz en un momento histórico en el que se hallaban silenciadas. El contacto con la espiritualidad no estaba mediatizado por la curia eclesiástica y las médium eran tratadas con consideración, respeto e incluso admiración.
"Me interesa prestar atención a cómo se piensa el mundo desde los márgenes, a de qué forma, desde fuera de las instituciones, se va generando otro tipo de relación con la creación artística y con la política. También en el ámbito religioso, porque las espiritas estaban totalmente fuera del catolicismo oficial, tenían una relación con lo divino, con el más allá, totalmente animista y hereje".
No obstante, Arcas no quieren darle a su proyecto un peso de memoria histórica de manera estricta: "Evidentemente, mi trabajo va a tener que ver, porque es darle voz y cuerpo a las fantasmas que siempre vienen a removerlo todo y muchas veces a decir cosas que no nos gusta oír, que son incómodas, porque son revolucionarias para unas y necesarias para otras. Sin embargo, en este caso, es una relación más íntima y doméstica. No tiene ese contenido político e histórico concreto, sino que el propio gesto de concebir el tiempo como algo más amplio que el presente inmediato, ya es de por sí, político y espiritual".
En su proceso creativo, Luz Arcas va representando pequeños hitos en espacios reducidos, muchos de ellos relacionados con el paisaje rural. Este pasado mayo, su compañía, La Phármaco, estuvo en A casa vella, en Ourense. Este próximo sábado, 13 de julio, visitará el Escorxador de Faura, en el contexto del festival Habitar, que esta edición tiene como lema Cos a cos.
"Mi propia evolución se puede nutrir mucho de estas experiencias alejadas del contexto de producción, de la gestación en una sala de ensayo, con un resultado definido de antemano. En contraste, en cada lugar comparto un material que no se va a ver en otro sitio", avanza sobre estas piezas irrepetibles, creadas para el momento.
Arcas se declara "en pleno descubrimiento", de forma que no considera lo que va compartir en Faura como un resultado ni una conclusión. "Tiene que ver con la danza como disolución, como la perdida de la voluntad, que me ha interesado y quiero llevar más lejos", avanza.
Esta concepción del baile como un canal, con la certeza de que una ha de desaparecer cuando baila, también está en el origen mismo de la danza moderna. "Desde el punto de vista antropológico, la danza tiene esta función social y espiritual de conectar el más allá con la materia, con el aquí y ahora. Fue un tema propio en los trabajos de las primeras creadoras, desde Mary Wigman, Loïe Fuller y Ruth Saint Denis, hasta Nijinsky".
En su propuesta para la cita cultural del municipio del Camp de Morvedre estará secundada por el joven diseñador onubense Blas López. Su colaboración bebe tanto de la biografía del modisto, quien pasó su infancia y adolescencia vistiendo y peinando vírgenes en Huelva, como con las prácticas del bordado en el contacto con el más allá.
"Pensé que el tejido había de estar presente, porque toda esta práctica doméstica, este tipo de arte artesanal, eran fundamentales en el espiritismo", especifica la coreógrafa.
En el retrovisor, Josefa Tolrá y también la iconografía presente en la obra de la pintora surrealista Remedios Varo, con lienzos como Bordando el manto terrestre, donde unas jóvenes cosen un mundo en expansión.
Arcas observa conexiones entre las sesiones espiritistas y la devoción marginal y alternativa propia de la cultura andaluza, que tiene una relación con la iconografía cristiana totalmente ajena a la institución. "La conservación de los rituales precristianos convierte la religión en algo muy matriarcal a partir de la figura de la Virgen, conserva rasgos muy subversivos".
A lo largo del proceso, la bailarina ha ido trabajando con diferentes músicas, como con las muñeiras a su paso por A casa vella, pero todavía no tiene claro el paisaje sonoro definitivo de la pieza final. En esta ocasión, trabajará con el sonido que genera su propio cuerpo, subrayando la apuesta por la danza sin artificiosidad de esta edición del festival de danza de Faura.