VALÈNCIA. La obra de Caterva Teatre Baix de la mar moja los tobillos y huele a arroz caldoso de pescado. Es una propuesta íntima, para 60 personas, donde se experimenta el barrio de Nazaret con los sentidos. Pero también con las entrañas, pues, aunque de manera sutil, la función destrama la desazón, la rabia y el hastío provocados por años de aislamiento y olvido administrativo.
Cuando en diciembre pasado, Jaume Ibáñez, Robert de la Fuente y Fernando Soler iniciaron la escritura de su nuevo montaje partieron de dos premisas: hablar de dilemas universales y utilizar el mar como telón de fondo. “El Cabanyal estaba ya sobre expuesto, y nos interesaba hablar del Puerto y de lo que ha ocurrido en València en una época muy concreta y lesiva, en la que se ha hecho mucho daño. Así que decidimos centrarnos en el circuito de la Fórmula 1”, explica Jaume Ibáñez, que en la obra interpreta a uno de los tres protagonistas.
El trío empezó entonces a frecuentar el barrio de Nazaret, a visitar sus mercados y comercios, a almorzar en sus bares, a escuchar y conversar con los vecinos.
Jaume ya había tanteado la situación del barrio a través de su trabajo como tutor en Under 25, un proyecto de formación común para estudiantes de España, Inglaterra y Portugal desarrollado el año pasado en Las Naves. En las jornadas se programó una charla de los sociólogos valencianos Lluís Benlloch y Mireia López, del estudio La Dula, especializado en dotar de herramientas a las comunidades para la gestión vecinal de recursos y la planificación urbana participativa. Hoy día, junto al arquitecto David Estal y el sociólogo Raúl Beltrán se han encargado, precisamente, de la estrategia integral para Nazaret.
“Este barrio está separado por dos muros, uno natural, y uno artificial. A partir de un hecho político económico, la vida de sus vecinos viró hacia un aislamiento del entorno con el que se identifican plenamente. Los muros del circuito son un foso que separa unas vidas de las otras”, apuntan desde Caterva.
En uno de sus paseos de prospección por el barrio, la compañía localizó una calle de nombre evocador que ha dado título al montaje, Baix de la mar. La pieza fue estrenada en mayo en el Festival 10 Sentidos y este sábado, 22 de julio, cierra el ciclo #OutOfTheBox de Las Naves.
El aliciente de esta representación se halla en la ubicación del centro cultural. La propuesta está programada en uno de sus patios, y los miembros de Caterva han decidido abrir las puertas traseras para que los espectadores puedan divisar, recortadas en el horizonte, las grúas del Puerto y el antiguo trazado del circuito urbano. El contexto socioeconómico de este enclave de los Poblados Marítimos les sirve para abordar preocupaciones comunes.
“Hablamos de la crisis del Puerto, de la pérdida, de cómo sobrellevar la falta de trabajo en una determinada franja de edad, de la enfermedad, de qué ocurre cuando hay una persona que no puede valerse por sí misma y del sunami que genera dentro de una familia”, detalla el actor.
Caterva Teatre nació en 2012, de la mano de tres estudiantes de la Escuela del Actor. Juntos montaron una compañía que exhibía sus obras en un piso de Patraix. El arranque, bautizado como Espacio Invisible, coincidió con el surgimiento de la salla off La casa de la portera en Madrid. El séptimo piso de la calle de los Pedrones de València no tenía nada que envidiarle al bajo del barrio de Lavapiés. Por allí pasaron cerca de 1.000 personas en tres años. “Ahí nació nuestra búsqueda de la proximidad. La experiencia escénica es muy distinta si la recibes de cerca a si acudes al Teatro Principal y te sientas en la fila 15, a 30 metros de distancia. La proximidad física ayuda a empatizar con lo que queremos contar”, argumenta Ibáñez.
Durante su aventura de teatro íntimo estrenaron Transacción/es, a partir de textos de Mark Ravenhill. Tras esta pieza, por la que se alzaron con el reconocimiento al mejor espectáculo teatral 2012 en los premios del programa de radio cultural La Colina 45, estrenaron una adaptación libre de El hombre almohada de Martin McDonagh en el Espacio Invisible Satélite en Albacete. Le seguiría After the End, de Dennis Kelly, con la que cerraron su ciclo de nuevas dramaturgias anglosajonas.
En 2013 montaron Deseo y placer, escrita y dirigida por Gabi Ochoa en el Espacio Inestable. Y en 2014 pusieron en marcha su primera producción propia, la trilogía de piezas cortas Proyecto Paciente.
Todos los espectáculos de Caterva han sido naturalistas y realistas. “El reducido público que visitaba su piso de Patraix entraba y se encontraba con los actores haciendo vida normal en el salón, preparando un guiso en la cocina…”, recuerda Jaume.
Esa cotidianeidad y familiaridad tienen eco en Baix de la mar, donde los intérpretes preparan en directo un arroz de pescado. De hecho, la obra dura lo que tarda en prepararse el puchero.
La cocina es muy importante en la infancia de los chicos de Caterva Teatre. Como también las baldosas. El espacio escénico es una balsa de agua de 750 litros y unos 15 centímetros de alto que se apoya en dos suelos diferentes, uno de mosaico y otro de parqué. Y más niñez, los dos hermanos protagonistas, aficionados a la Fórmula 1, juegan al Scalextric durante la función.
“Las conversaciones más importantes se dan en la cocina, así que durante la obra hacemos un sofrito con tomate y cebolla. Huele tan bien… -anticipa el intérprete-. Estamos muy abiertos a la multisensorialidad. De ahí el aroma, el reflejo del agua…”. No se limitan a estimular los sentidos, también el intelecto. Baix de la mar expone a los asistentes a la reflexión social.
Al barrio de Nazaret, varado entre el Puerto y el extinto circuito de Fórmula 1, le pesa la etiqueta de barrio marginal, con altos índices de paro, pobreza y exclusión. Pero en realidad, este recodo del extrarradio es un barrio marginado. Como así lo señalaba la catedrática de Antropología Social de la Universitat de València Josepa Cucó i Giner, en un artículo publicado en la Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, en Nazaret, los impactos del Puerto y de las políticas urbanas, así como la composición socioeconómica “favorecen la extensión de la precariedad y la vulnerabilidad social, impeliendo al barrio hacia la marginación y la exclusión”, pero “el fuerte dinamismo de su asociación de vecinos y el enfrentamiento que mantiene con el consistorio municipal neutralizan la anterior tendencia, obstaculizando el tránsito de barrio marginado a barrio marginal”.
El ultimo palo en la rueda de la resistencia de esta población se vivió este pasado mes de junio, cuando llegó el anuncio de que la línea T2 del metro excluía el tramo de Nazaret.
Baix de la mar es una obra viva, en la que apunta Ibáñez que se irá filtrando la actualidad, aunque esta ultima noticia todavía no lo hará este sábado.
En Caterva opinan que es necesario "un teatro de contenido más político y social, que provoque al espectador a tomar partido y que vea sobre las tablas el reflejo de su tiempo". La compañía valenciana no es de hacer proclamas, sino de meter “pullitas” y “apuesta por las artes escénicas como "medio divulgador y didáctico que contribuya a mejorar la sociedad". Este sábado, sus sentidos y su sensibilidad apuntarán a Nazaret.