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LOS ESCRITORES Y SUS CIUDADES (XII) 

La Grecia de Homero

10/07/2019 - 

VALÈNCIA. Visitar Grecia con la Ilíada y la Odisea en la maleta es una buena idea. Se trata de revisitar aquellos reinos micénicos de la Grecia arcaica.

Troya es una antigua ciudad anatolia que, en la actualidad, estaría situada en la llamada colina de Hisarlik. Está situada a 6,5 kilómetros del Mar Egeo y mide alrededor de 30 metros de altura. Fueron muchos los arqueólogos que dijeron que allí, en ese montículo, se situarían las aventuras y luchas feroces que narra Homero y que ahora, gracias a un maravilloso libro de Sylvain Tesson, publicado por Taurus y titulado Un verano con Homero, podemos conocer. Así comienza el primer episodio:

La Ilíada es el relato de la guerra de Troya. La Odisea narra el regreso de Ulises a su reino de Ítaca. Uno describe la guerra, el otro la restauración del orden. Ambos trazan el perfil de la condición humana. En Troya: la avalancha de las masas rabiosas manipuladas por los dioses. En la Odisea: Ulises circulando entre islas y buscando una escapatoria. Entre los dos poemas, una violentísima oscilación: maldición de la guerra aquí, posibilidad de una isla allá. Por un lado, el tiempo de los héroes, por otro, una aventura interior.

La roya histórica, por tanto, ocupa una posición absolutamente estratégica en el acceso al Mar Negro. Diversos estudios geográficos e históricos constatan que en el estrecho de Dardanelos, donde se ubica la historia de Homero, había una corriente de viento constante desde el nordeste, de manera que para cruzar el estrecho, debían esperar largas jornadas en el puerto de Troya.

Tesson escribe esta obra desde las islas Cícladas.

Para escribir Un verano con Homero, me retiré a las islas Cícladas. Durante un mes viví en un palomar veneciano apostado sobre el Egeo, es la isla de Tinos, frente a Miconos. Una lechuza frecuentaba el acantilado que había muy cerca. Su ulular latía en la noche. Unas terrazas cedidas a las cabras descendían hacia la caleta. Yo leía la Ilíada y la Odisea a la luz de una bombilla alimentada por un generador. Un viento incesante no dejaba de molestarme. Más abajo, el mar sufría sus ráfagas.

Este fragmento de Tesson da buena cuenta de ese clima ventoso y rebelde que se instala en este conjunto de islas formadas por Kea, Kithnos, Serifos, Sifnos, Milos, Kimolos, Siros, Paros, Antiparos, Naxos, Androd, Tinos, Miconos, Delos, Ios, Folengandros, Sikinos, Anafi, Amorgos, Donousa, Kufonisia y Santorini.

El libro de Tesson es inmersivo. Pareciera que el lector está allí, en el barco, sufriendo los embates del mar pero también esa épica que retumba en su obra:

Cuando embarcamos en agua homéricas resuenan palabras extrañas y hermosas como flores olvidadas: gloria, coraje, valentía, ardor, destino, fuerza y honor. Todavía no están prohibidas por los agentes del neolenguaje administrativo. Tiempo al tiempo.

En cuanto a Ítaca, la patria de Odiseo, hay distintas versiones en cuanto a su enclave histórico. La obra de Homero habla de un lugar que es difícil de ubicar para los expertos.

Soy Odiseo, el hijo de Laertes, el que está en boca de todos los hombres por toda clase de trampas, y mi fama llega hasta el cielo. Habito en Ítaca, hermosa al atardecer. Hay en ella un monte, el Nérito de agitado follaje, muy sobresaliente, y a su alrededor hay muchas islas habitadas cercanas unas de otras, Duliquio y Same, y la poblada de bosques Zante. Ítaca se recuesta sobre el mar con poca altura, la más remota hacia el Occidente, y las otras están más lejos, hacia Eos y Helios. Es áspera, pero buena criadora de mozos.

En este sentido, hay tres teorías bien diferentes: la primera fecha del siglo XIX cuando el arqueólogo Wilhelm Dörpfeld afirma que la Ítaca de Homero sería la isa de Leúcade, mientras que la Ítaca moderna sería la Same de Homero. En el año 2005, otro arqueólogo, Robert Bittlestone, situaba ïtaca en la península de Paliki, en Cefalonia. La última de las versiones, tal vez la más peregrina, es la que afirma que Ítaca es la actual Cádiz, Monte Nérito sería Nertobriga (San Fernando) y el puerto de Forcis sería La Caleta.

Por último, se recomienda una visita a Poros, una de las islas griegas más apasionantes y aquella que concita cierto mito acerca de las sirenas que tan protagonistas son en la obra de Homero y que Tessón define así en su libro:

Primero, las sirenas. Su objetivo es arrancar al hombre sus convicciones, de su destino, de su “línea de la vida”. Su monstruosidad no reside en su violencia. ¡Peor! Tienen fichados a todos los hombres, conocen la biografía de cada uno. (…) Merodean, nos espían como una prefiguración de esa pesadilla en la que chapoteamos con placer consentido.

Finalmente, viajar por el Mediterráneo de aguas turquesas es también viajar por un Mediterráneo que en el siglo XXI supone el lugar donde mueren miles de refugiados que intentan salir de sus opresivos países. Su viaje sí es un viaje heroico.

Leamos a Homero y gocemos de los frutos de la paz, besos fugaces dispuestos a veces, para algunos afortunados, en una década terrestre.

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