La serie documental de tres episodios, ahora disponible en Netflix, repasa el trabajo propagandístico realizado por cinco míticos directores de cine de Hollywood, y cómo éste material fue transformándose hasta mostrar las crueles consecuencias del conflicto bélico
VALÈNCIA. “La génesis se originó en la mente del general Marshall. Era el Jefe del Estado Mayor y estábamos en guerra… Me llamó y me dijo: “Tenemos un grave problema. Pronto tendremos a doce millones de chavales de uniforme y muchos de ellos no han visto un arma en su vida”. Se preguntaba cómo podríamos meterles a estos chavales en la cabeza la necesidad de ponerse el uniforme. Y me dijo: “Creo que podríamos hacerlo con películas”. Quería algo que los muchachos entendieran. Y a los chavales les gustaba el cine”.
Según explicó en una entrevista el director de cine Frank Capra, después de aquella reunión tuvo que ir “al cagadero más cercano”. Ya fuera cierta o no la reacción, el relato de la mano del propio Capra está incluido en el primer episodio de los tres que conforman la interesantísima serie documental, disponible ahora en Netflix, La guerra en Hollywood (Five Game Back). Con la participación de Steven Spielberg, Francis Ford Coppola, Guillermo del Toro, Paul Greengrass y Lawrence Kasdan, la serie repasa, de la mano de estos cineastas, y con cortes de los propios directores de la época, el trabajo cinematográfico realizado por cinco legendarios directores de cine, John Ford, William Wyler, John Huston, Frank Capra y George Stevens, durante la segunda guerra mundial. La actriz Meryl Streep participa en el proyecto como narradora en off.
“El esfuerzo del cine propagandístico en Estados Unidos fue un esfuerzo de reclutamiento y de fe” apunta en el documental Guillermo del Toro. El director explica de forma pormenorizada cómo Frank Capra descubrió consternado el poder de la potente propaganda nazi. Tras ver en Nueva York la película El triunfo de la voluntad de Leni Riefenstahl, la película que mostraba el congreso del Partido Nazi de 1934, “Capra despertó ante la máquina propagandística que Goebbels había montado en la Alemania nazi, cuando era casi demasiado tarde”. “Vi aquello y me acojoné”, explica Capra. “Volví a mi despacho nada contento ¿Cómo iba a superar aquello?”. Para Guillermo del Toro “el poder de aquella película en sí demostraba que los nazis sabían lo que estaban haciendo”, y la reacción de Capra fue tremendamente reveladora al exclamar: “Estamos perdidos. No ganaremos la guerra. Estos tíos nos van a ganar, porque el pensamiento es un arma muy eficaz”.
Tras el shock, Capra se dio cuenta que la mejor manera de movilizar a los estadounidenses tenía que ser precisamente mostrando las imágenes de la película de Hitler. “Habló a la gente de a pie. “¿Veis a esos tíos? ¿Veis los aires que tienen? ¿Veis que se creen superiores? Pues se van a enterar”, explica Guillermo Del Toro.
A medida que avanza el documental se relata cómo abordaron sus metrajes cada uno de los cinco directores, y cómo fueron evolucionando sus diferentes obras a medida que avanzó la guerra. “Tenemos a John Ford, que le daba una escala mítica, épica. Tenemos a John Huston, que se lo tomó casi como una aventura. Wyler y Stevens lo estudiaron desde un punto de vista increíblemente humano. Y sus experiencias son diferentes de las de Capra, quien lo estudió casi desde un punto de vista problema-solución”, cuenta Del Toro.
La serie no enaltece únicamente el trabajo realizado por los cinco directores, sino que exprime todos sus aspectos, los cinematográficos, los personales, e incluso los más vergonzantes. Por ejemplo se analiza el tratamiento racista y estereotipado en muchos de los films hacia los japoneses, o la propaganda creada por la industria de Hollywood para animar al pueblo afroamericano a participar con la producción de la película El soldado negro, dirigida por Stuart Heisler, que curiosamente cosechó excelentes críticas, y fue una de las cintas de propaganda más exitosas.
Pero es el tercer episodio el que muestra de forma más evidente las secuelas que la guerra dejó en el alma de estos cincos directores. Porque aquel viaje, para cada uno de ellos, marcó sus vidas y les cambió para siempre. “No hay nada que pueda preparar a alguien para la terrible intensidad del conflicto”, afirma Coppola.
Hay situaciones cómicas, como la anécdota que cuenta Lawrence Kasdan sobre cómo rodó George Stevens la rendición de París, una escena que tuvo lugar en la estación de Montparnasse. “Stevens entró con su equipo y filmó la rendición. Pero le invadió el pánico al ver que era demasiado oscura y que no podía conseguir imágenes de ese momento crucial de la historia”. Así que, ni corto ni perezoso, “les dijo a De Gaulle y al comandante alemán que tenían que recrearlo por segunda vez fuera de la estación, a la luz del sol. Eso sí que es un director de Hollywood”, bromea Kasdan. “Todos pensamos que conseguir la toma está por encima de todo lo demás”.
Fueron las innumerables tragedias humanas las que, por el contrario, calaron en el espíritu de los cinco creadores. El propio Stevens fue quién se topó con los campos de concentración, en concreto el de Dachau. Stevens filmó todo lo que vio con toda su crudeza. Aquel material fue una pieza fundamental de documentación durante los Juicios de Núremberg que impactó al mundo entero.
“Todos estos directores pasaron por mucho y volvieron con cicatrices”, explica Coppola. “No suspendían solo sus carreras en el cine. También se despedían de sus familias y sus cómodas vidas”, recuerda Kasdan.
La serie se detiene en el último episodio en una de las obras más importantes de John Houston sobre la guerra: Hágase la luz, una película documental que fue confiscada por la policía militar justo antes de ser proyectada en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, y que no pudo volver a exhibirse hasta 1980, gracias a las presiones de la industria.
“En esa película me di cuenta de la grandeza del alma de Houston”, explica Coppola. “La manera en que trataba a esos jóvenes que acababan de volver, el estilo que usó, y el respeto que sentía por ellos, tan evidente en la película, la belleza de algunas secuencias”. Porque, sí, “hay heridas mucho más profundas que las heridas físicas, que pueden ser más graves y más difíciles de llegar a curar”. Houston rodó en aquel film los traumas relacionados con la guerra, documentó lo que ahora técnicamente se llamaría “trastorno por estrés postraumático” en una época en la que el concepto no existía aún en los libros de psiquiatría. “En las sociedades en las que la virilidad y la valentía son tan admiradas, se sabe que todos somos diferentes y que puede pasar algo que nos rompa el alma. Y eso ha pasado en todas las guerras que ha habido”, apunta Coppola.