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clausura del congreso ex±acto

La historia es otra ficción más: Miguel Ángel Hernández le suma literatura a la crítica de arte

5/07/2024 - 

VALÈNCIA. Miguel Ángel Hernández es un punto de encuentro en sí mismo. Su trabajo polifacético le ha llevado a explorar desde la crítica de arte hasta la producción artística a través de la literatura. Ayer, el congreso ex±acto, organizado por la Asociación Nacional de Investigadores en Artes Visuales (ANIAV), clausuró su sexta edición invitando a Hernández a que hablara del punto de encuentro entre la narrativa y la investigación de artes visuales.

La conferencia exploró la intersección entre arte y narrativa, centrándose en cómo esta última puede generar un conocimiento más profundo sobre el arte. Miguel Ángel Hernández inició el parlamento estableciendo una conexión entre historia y relato, sugiriendo que todo relato histórico es una narración subjetiva, como lo demuestra el análisis de Hayden White, quien propone que la historia se puede analizar como un texto literario. “En realidad se puede analizar un libro de historia como una novela”, explicó. 

Esta idea se extiende también a la Historia del Arte, donde toda configuración de un canon (Gombrich, Panofsky) no deja de estar construido por un yo. Por tanto, desde el momento mismo en el que un crítico o un historiador del arte está describiendo una obra de arte, ya está dejando en él un rastro del yo, que destaca algo y marca también las ausencias. Y, a su vez, si hay yo hay una mirada concreta que se puede renovar: “A los historiadores del arte se nos genera una serie de esquemas sobre lo que tenemos que ver, lo que tenemos que mirar, y eso hace que realmente no miremos. Lo que más falta muchas veces en la historia del arte es la mirada, porque al final, más que mirar de nuevo, lo que hacemos es reiterar miradas y esquemas. Frente a eso, está la necesidad de mirar desde desde hoy y desde el yo”, señalaba tomando como ejemplo el pensamiento de Georges Didi-Huberman.

Un “giro literario” en la historia del arte

Un concepto clave presentado es el "giro literario" en la historia del arte, que describe una tendencia de historiadores y críticos del arte a incorporar elementos narrativos y emocionales en su trabajo. Ejemplos de esto son autores como Erika Bornay, Estrella de Diego o el alter ego de Juan Antonio Ramírez, Clavelinda Fuster, quienes utilizan el relato y la novela para generar conocimiento sobre el arte. Este giro cuestiona las epistemologías tradicionales y abre la puerta a nuevas formas de entender y apreciar el arte, como las memorias de historiadores del arte que ofrecen una visión personal y afectiva de su relación con el arte.

Este giro literario como herramienta para acercar el arte al público ha sido incluso asumido por las propias instituciones museísticas, como el Museo del Prado, que esta misma semana ha presentado el resultado de las dos primeras residencias artísticas de escritores, que publican una historia de ficción a partir de su experiencia en la pinacoteca. Los primeros libros del programa Escribir el Prado son El vigilante de sala, de J.Coetzee, y El nivel de aire, de Chloe Aridjis.

También se da lo contrario, claro. Diversos escritores se acercan al arte en sus novelas. Algunos, como Michel Houellebecq en El mapa y el territorio, lo utilizan como tema central. Otros, como Agustín Fernández Mallo, permiten que el arte influya en su proceso de escritura, como se ve en su trilogía Proyecto Nocilla. Otros, como Isaac Rosa, abordan tangencialmente problemáticas similares a las exploradas por los artistas, como la construcción del miedo o la memoria, sin necesidad de incluir el mundo del arte en el dispositivo. Este uso de la novela como "laboratorio artístico" permite a los escritores experimentar con ideas y generar nuevos conocimientos sobre el arte.

Hernández propone, por tanto, explorar un punto de encuentro entre las artes y la literatura, y dejar atrás la concepción de que solo la academia puede relatar la historia del arte. Lo hace a través de la ficción crítica, un tipo de escritura que combina elementos ficticios y no ficticios para explorar el arte. Un buen ejemplo de ello es la exploración, creación y crítica de obras de arte ficticias,  como la figura de Frenhofer, un pintor creado por Balzac para su novela La obra maestra desconocida, y que, a pesar de no existir, se hizo real llegando a influenciar a otros artistas.

La subjetividad, la emoción y la imaginación en la creación y apreciación del arte también pueden ser fértil para la investigación y la crítica de arte. Miguel Ángel Hernández lo ha demostrado a lo largo de su propia obra y lo recogerá en un libro de próxima publicación, Yo estoy en la imagen. Ensayos afectivos y ficciones críticas, editado por Acantilado.

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