El síndrome post vacacional se mitiga echando un vistazo a los conciertos que nos esperan en el regreso a la rutina
VALÈNCIA. Un año nuevo está a la vuelta de la esquina. Sin ir más lejos mañana, de hecho. No habrá campanadas, ni uvas, ni árboles ornamentales o dudosas recreaciones a escala de nacimientos fantásticos. Menos mal. Tampoco habrá demasiados buenos -ni nuevos- propósitos. A cuento de qué. Por todo eso, el año nuevo encubierto del inicio de septiembre y el regreso a la vida aburrida siempre será moral y éticamente mejor que el del 1 de enero. Además, con un poco de suerte, quizá hasta lo puedas empezar sin resaca. Más no se le puede pedir a un ciclo nuevo que se presenta como si pasara por ahí.
El problema es la depresión, claro. El síndrome postvacacional. Ese tópico que tantas entradas acumula en Google (unos 280.000) y para el que todo el mundo parece tener algún remedio cuando, en realidad, es inevitable. Y no pasa nada. O sí, pero te aguantas. El choque entre no hacer nada -o, peor, hacer lo que uno quiere- y retomar las obligaciones de una vida construida en la rutina es natural. Eso sí, se puede paliar. Por ejemplo, con las expectativas y los conciertos. Mirando más allá de lo que espera mañana, a la vuelta de la esquina: lo cotidiano. En este sentido el ocio es fundamental.
Por eso es una buena idea, un salvavidas gratuito -de momento-, echar mano de la agenda de conciertos que perlarán la cotidianidad del regreso: ese periodo de tiempo que transcurre entre septiembre y el fin de año oficial. La buena noticia es que, entre septiembre y diciembre, pasarán por Valencia figuras como Peter Hook, King Creosote y Mark Eitzel, y grupos como Destroyer, The Horrors o Luna han incluido la ciudad en el mapa de su gira -lo cual es un avance, dada la invisibilidad formal de la capital-. La mala noticia es que completar una ruta de conciertos lo suficientemente densa como para tolerar el regreso a la vida rutinaria requiere, posiblemente, de la mejor creatividad financiera.
Por fortuna, la transición entre la vida que mola y la que no será suave. Hoy, 31 de agosto, ya hay un concierto con el que aceptar con terciopelo la vuelta de todo. Es más, con un poco de suerte -y la laxitud habitual en la interpretación de los horarios de esta ciudad- el concierto de Él Mató A Un Policía Motorizado empezará en agosto y terminará en septiembre. La mudanza mágica del calendario. Los argentinos, que inauguran en el Veles e Vents la serie Concerts a la Marina que pretende ofrecer recitales en distintos lugares del recinto, presentarán su afortunado tercer disco, La Síntesis O’Konor, que los vuelve a ubicar por encima de la media en lo que se refiere a rock en castellano.
El nuevo año encubierto trae consigo un poco de esa democratización popular que sí gusta a todos: la del fin de las vacaciones propio, pero también el final de las del vecino. En las situaciones más desesperadas, como en el amor y en la crítica musical, vale todo: el consuelo del necio también. En este caso, además, con más razón, ya que la vuelta al trabajo implica también la apertura de clubes y salas de conciertos a las que, como Loco Club y 16 Toneladas, se echa de menos incluso en el disfrute de las vacaciones y la huida vital de la realidad.
Los segundos abren muy pronto con citas ineludibles. No será la primera vez que visiten Valencia: Imperial State Electric ya han pasado tanto por el Loco como por el local de Ricardo Micó, 3-. En 2014 y 2015 lo hicieron, además, también en septiembre, por lo que la visita de los suecos con su último disco (All Through the Night, 2016) tiene ya algo de litúrgico. Será el día 8 en 16 Toneladas. Apenas un mes después, acogerán una noche de fulgor juvenil, la que juntará en la misma jornada a Goat Girl, la banda que según The Guardian está reconstruyendo la escena indie de Londres, con una de esas bandas que podrían ser parte importante de la reconstrucción de la escena valenciana: La Plata. Completará el cartel de la noche FAVX.
Una de las carencias que más acusa Valencia es la de no ser capaz, especialmente en la última década -pero también antes, memorable esa época en la que Rus se empeñaba en atraer a U2-, de ser un punto más en los tours internacionales. Cuando las grandes giras las marca quien gira, pero no la dimensión geográfica de la misma. Secuelas evidentes de ese mal se encuentran, por ejemplo, en la visita de Depeche Mode a España; los británicos añaden Madrid y Barcelona en diciembre al concierto del BBK en Bilbao de este verano, y obvian València a pesar de que, sin ir más lejos, Andrew Fletcher mencionó espontáneamente a la ciudad en una entrevista previa a la salida del disco con quien firma estas líneas.
Bajo la premisa de la estrategia Popular -esto es: amenazar con grandes castigos para, después, ejecutar castigos cuya entidad menor inocula el sentimiento de alivio y no el de rebelión-, llegamos a pensar que, al menos, sí tenemos giras de grupos un escalón (o dos, o tres) por debajo. Con todo, sería absurdo y poco inteligente no celebrar con más o menos efusividad, según el caso, la inclusión de València en la gira del nuevo disco de Destroyer (26 de noviembre, Rambleta), el regreso de Peter Hook (and The Light, con su hijo, para tocar por enésima vez canciones de Joy Division y New Order) el 23 de noviembre y el concierto de The Horrors el 13 de diciembre para presentar su quinto disco, estas dos últimas en Moon. Además, sin la entidad del extranjero, pero con el prestigio de uno de los discos del año pasado, Kase.O estará el 11 de noviembre en el Velódromo Luis Puig.