VALÈNCIA. Cuando uno habla de la obra de Felipe Pantone (1986, Buenos Aires) lo primero que debe hacer es renunciar al singular. En sus piezas las tonalidades se multiplican, la paleta de colores se antoja infinita. Los destellos de luz y las sombras modifican el ritmo de un recorrido que, en cierta medida, depende de las elecciones del espectador. Disculpen, los recorridos, en plural. Y es que según donde se sitúe el visitante en la sala, puede observar un proyecto u otro, pues el movimiento de la luz, del espectador o, en algún caso, de la propia obra, crean distintos caminos que convergen, eso sí, en un mismo proyecto: Prospectiva.
El Centre del Carme Cultura Contemporània (CCCC) presenta esta semana la que es una de sus grandes apuestas de la temporada, la primera exposición que le dedica un museo español al artista, que desde hace años reside en la Comunitat Valenciana. La muestra, una coproducción con el museo Kunsthal de Rotterdam, que acogió el proyecto hasta el pasado mes de octubre, se presenta como una fotografía de futuro de las investigaciones del artista, un recorrido por algunas de sus obras más recientes que hablan de lo hecho pero, sobre todo, de lo que queda por hacer. La cocina de Felipe Pantone, abierta para disfrute de los más curiosos.
“Lo interesante de Felipe Pantone es que siempre está investigando, no solo materiales, sino también en formas y cómo transmitir ese estudio de la luz y el color mediante diferentes formatos”, explica Maya Guerrero, studio manager del estudio de Pantone, quien presentó la muestra junto a la secretaria autonómica de Cultura y Deporte, Paula Añó. Esta cualidad mutante de la obra del argentino se ve de manera explícita en la instalación ubicada en el claustro gótico del centro cultural, que presenta por primera vez en València y que solo se pudo ver durante la jornada de inauguración de la exposición, una sugerente -y efímera- propuesta que se activa con el movimiento del espectador mediante un sensor, movimiento que permite al visitante jugar con los códigos de Pantone tanto en el aspecto visual como sonoro.
Con esta exposición Pantone muestra su versión de futuro, aunque sin renunciar al pasado, una trayectoria que nos da todos los ingredientes para entender su propuesta en 2023... y más allá. Aunque han pasado muchos años desde que comenzara firmando sus obras bajo el seudónimo PANT1 y pintara esos graffiti con los que obtuvo los primeros reconocimientos, esta fórmula también tiene su eco en las salas del Centre del Carme, que presenta una escultura que parte de un acto performativo en el que Pantone “vuelve a sus pasos de grafitero”, pintando en el aire y llevando el spray a lo tridimensional. Algunas de sus piezas clave, pertenecientes a su colección personal, conviven con otras de muy reciente creación en un recorrido que, como su propio nombre indica, no es retrospectivo. La apuesta es todo a futuro.
El artista, que habitualmente no muestra su rostro y optó por no presentar la exposición en la convocatoria a medios de comunicación, dibuja en las salas del museo ese singular viaje en el que el arte urbano, la tecnología y la experimentación se dan la mano resultando en murales, pinturas, instalaciones de vídeo y esculturas, un proyecto en el elementos de software como glitches, píxeles y códigos QR se incorporan a sus composiciones abstractas, “haciendo tangible la material digital”. Entre una cosa y la otra, y fiel a ese espíritu cambiante, nos topamos con un gran mural afectado por el reflejo en una serie de espejos; una instalación en la que, a partir de distintas capas, crea “en vivo” distintos colores a partir del cian, magenta y amarillo o una escultura móvil. De nuevo, la obra en plural.
Así, con Prospectiva, Pantone abre una puerta a un universo creativo que se desvela capa a capa, rascando en cada una de las piezas que presenta el recorrido expositivo. En ellas se observa su obsesión por los códigos que emergen de la cultura de Internet, así como el rastro de algunos de sus grandes inspiradores, como el artista Carlos Cruz-Diez, una de las figuras clave para explicar el arte cinético y clave en el impulso de su carrera. “Me invitó a hacer una residencia en su estudio de Panamá, donde trabajan 60 personas. Me pasé un mes trabajando con él todos los días. Ese viaje lo cambió todo para mí”, relataba Pantone durante una entrevista con Culturplaza.
Precisamente Cruz-Diez es una de las firmas clave de la colección de arte que custodia el artista, que suma otros nombres como Julio Le Parc, Escif, Inma Femenía o el dúo Pichiavo o piezas de diseñadores como Philippe Starck o Gerrit Thomas Rietveld, entre otros. Algunas de estas piezas se expondrán próximamente en Casa Axis, la famosa mansión “space age” de L’Eliana, recientemente adquirida por el artista y donde trasladará su espacio de trabajo, creará un proyecto de residencias y un espacio expositivo, un proyecto que también dará cuenta de ese universo creativo que impulsa a Pantone, incluso más allá de su propia obra. Pero esa es otra historia, una historia para el futuro.
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