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arqueología y arte contemporáneo

La ruina en el museo

Valencia es paradigmática en cuanto a integrar en exposiciones de arte contemporáneo auténticas ruinas, restos arqueológicos que unas veces favorecen y otras entorpecen el montaje expositivo

31/05/2016 - 

VALENCIA. El atípico caso de que durante la construcción de un museo, centro cultural o sala de exposiciones surgen restos romanos o árabes y se conservan llegando a formar parte de la sala, teniendo que convivir con las obras de muestras temporales o permanentes, es frecuente en nuestra ciudad. La necesidad de adaptarse a espacios que tienen semejante particularidad lleva a arquitectos, diseñadores, gestores culturales y, en especial, comisarios, a repensar los proyectos, arriesgar y enfrentarse al reto del modo más creativo. Pero no siempre sale bien ni todos están dispuestos a afrontar la ruina, a menudo corre el riesgo de ser ignorada, de que se trabaje de espaldas a ella sin considerar integrarla. Asumir que está ahí y que probablemente tiene mucho que aportar, que puede enriquecer la experiencia del visitante en lugar de entorpecer visualmente o romper la línea expositiva es un ejercicio curatorial de conjugación de épocas y materiales que lleva la sostenibilidad a una nueva dimensión.

Cualquier sala expositiva tiene condicionantes, es inevitable que los espacios tengan personalidad por sus condiciones de luz, de formas, las texturas, y un elemento histórico es muy posible que entre en contradicción con las piezas que entren en juego, algunas posibilitarán un diálogo fluido con la ruina y en el caso de otras tantas resultará tal vez forzado pero ahí es donde entra en escena el trabajo del personal del centro, interno o externo, especialmente el que contribuye al comisariado. Es decir, un comisario o curador ha de tener claro qué espacio va a intervenir y cuáles son sus condicionantes para sacar partido a lo que en principio pudiera ser una flaqueza del espacio, cambiar las tornas y establecer ese ansiado diálogo, integrar las obras en un recorrido en el que no se deje de lado al elemento histórico si no que se respete, se entienda y se le otorgue un papel. En ocasiones es el papel diferenciador, separador de ambientes, como el tránsito entre los dos espacios de la Sala de la Muralla en el Colegio Mayor Rector Peset (CMRP), un centro de la Universitat de València que proporciona residencia a los universitarios y fomenta la formación humanística, cultural y científica de quienes residen en él. Está ubicado en una casa señorial del centro de la ciudad que en 1997 fue rehabilitada y adaptada a su nueva función, conservando algunos elementos de interés como un lienzo de la muralla árabe (siglo XI), la Torre de Miramar (siglo XVIII), y la bóveda con linterna (siglo XIX) que corona su escalera principal.

El Institut Valencià d'Art Modern (IVAM) también tiene su propia Sala de la Muralla, situada en el sótano del centro Julio González fue inaugurada en 1991. Acoge los restos de una antigua muralla medieval construida en la segunda mitad del siglo XIV en la ciudad de Valencia y en la última década se dedicaba básicamente a exposiciones de fotografía y dibujo. Actualmente acoge exposiciones temporales, su espacio es de recorrido unidireccional un tanto monótono, a lo largo de un acentuado rectángulo con un pequeño puente de madera como acceso a la salida. Las paredes, espacio expositivo de esta sala por excelencia, son algo bajas y resultan angostas, definitivamente es muy difícil en tal caso la armonía entre lo expuesto y la muralla no obstante se realizan auténticos esfuerzos por dinamizarla.

¿Qué es ruina?

El contraste entre el peso de la historia en la vieja Europa y en los países más jóvenes como Estados Unidos, donde no existe una conciencia tan fuerte respecto a conservar si no que se suele apostar por la nueva construcción. Aquí los debates sobre memoria histórica van en varias direcciones y en torno a edificaciones que han constituido monumentos al franquismo, por ejemplo, pues desembocan en conclusiones radicalmente diferentes. Mientras que la semana pasada se votaba en Tortosa, Tarragona, si se conservaba su mayor monumento público franquista ganando el sí ampliamente en la consulta y perpetuándose de ese modo el monolito, el año pasado Pamplona reconvertía el Monumento a los Caídos de su afamada plaza Conde de Rodezno en sala de exposiciones de arte contemporáneo generando una fuerte polémica. Poco a poco las ciudades van tomando conciencia de cuál es su patrimonio e interrogan el origen, significado y utilidad de las edificaciones que las integran. ¿Hasta qué punto el afán por conservar restos se ha convertido en una obsesión de las sociedades contemporáneas? Parece totalmente lícito reconvertir lo antiguo para dar paso a lo moderno como un estrato más de la historia sin estancarse pero ¿acaso hay una voluntad por parar el tiempo o es cuestión de sostenibilidad?

Los restos de una construcción edificada que están parcialmente derruidos se llaman "ruinas" pero aquí la palabra "ruina" tiene un caracter ambiguo y es que alude al hecho de que puede "arruinar" los objetivos del espacio aunque los ejemplos de nuestra ciudad demuestran que de alguna manera enriquece, o sea, que es al contrario y que apostar por la conservación y la convivencia de elementos es positivo, suele dar buen resultado además de prologar la vida a nuestra historia. Aunque son dos casos notablemente distintos el de que a partir de que se hallen unas ruinas se erija un monumento conmemorativo de estas o un museo para conservarlas y, por otro lado, cuando en un museo que va enfocado a otros menesteres concretos aparece un elemento a conservar que tenemos que encajar incorporándolo al proyecto que no tenía que ver con él porque de él se desconocía en principio.

El Museo de la Almoina, situado cerca de la Catedral, reúne los hallazgos arqueológicos más relevantes de las excavaciones realizadas en el centro histórico de Valencia, a través de un recorrido de más de 2000 años, desde la época romana hasta la Edad Media. Por su parte el Museu Valencià de la Il.lustración i la Modernitat (MuVIM) se ha visto envuelto en varios controvertidos debates surgidos del descubrimiento de restos de arquitectura, estructuras que alguna vez fueron un todo, pero que se han derruido. Los jardines de la Calle Hospital, llamados Jardines del antiguo hospital o jardines del MuVIM, ganaron el galardón The Plan Award 2015 en la categoría de mejor Espacio Público, destacando como mejor jardín entre los más de 500 proyectos internacionales que se habían presentado en total en el evento Architectural Forum Perspective. El proyecto de los jardines se llevó a cabo en dos fases: la primera se realizó en el mismo momento de la construcción del museo y la segunda concluyó en 2013 con varias interrupciones precisamente por hallazgos arqueológicos y debates polémicos respecto a qué hacer con ellos. Hoy en día el resto arqueológico se encuentra restaurado e integrado en el entorno.

Además de lo ocurrido con los jardines colindantes el MuVIM ahora incorpora ruinas en su semisótano, se trata de los restos de una torre islámica de finales del siglo XII o los inicios del XIII, muy probablemente la "Torre Cremada" de época almohade que según la Crònica o Llibre dels Feyts de Jaume I estaba ocupada por un destacamento musulmán que fue atacado por los cristianos durante la conquista de la ciudad de Valencia. En la parte de piedra conservada de la torre, que es mínima, se perciben pequeñas marcas de picapedrero, singularidad que podría indicar una obra de reconstrucción de época posterior, cristiana. La torre del MuVIM era una de las construcciones solitarias que protegían la ciudad islámica a distancia, no formaba parte de la muralla en realidad, como la torre Espioca de la pista de Silla, por ejemplo.

Nuestra ciudad es paradigmática en cuanto a integrar en exposiciones de arte contemporáneo auténticas ruinas que son patrimonio, restos arqueológicos declarados Bien de Interés Cultural, y que unas veces favorecen y otras entorpecen el montaje expositivo. Por ejemplo, en la ya mencionada "Sala de la Muralla" del CMRP donde exponen regularmente todo tipo de artistas y se hacen hasta conciertos o la nueva minisala tipo sótano entre pedruscos recientemente habilitada en el Círculo de Bellas Artes de Valencia, el Espai Llum, para instalaciones de luz e intervenciones sonoras. Esto de que aparezca una muralla en un determinado momento de excavaciones y construcción o remodelación ha pasado también en restaurantes y otros establecimientos por aquí pero sin duda tiene especial interés cuando es un espacio en el que la ruina ha de convivir con el arte si es que no es ya arte en sí misma. La capacidad creativa de quien monta una exposición en un lugar en el que tienen que convivir elementos tan dispares ha de quedar patente y su habilidad por innovar será decisiva para que el visitante disfrute de la combinación de épocas y caracteres en un mestizaje indispensable.

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