VALÈNCIA. ¡Haced ruido, que hay un concierto de música clásica en marcha! Más o menos esa fue la premisa con la que hace 40 años la compañía alemana Klaviertheater Sánta lanzó Mozart y el enano musical, un proyecto pedagógico que trataba de acercar las melodías más canónicas y prestigiosas al público infantil a través de las posibilidades que brinda el teatro interactivo. La iniciativa fue un éxito en el país germano, donde ya lleva más de 3.000 representaciones y ha conseguido congregar a 45.000 espectadores de distintas edades. Ahora, los valencianos La Máquina han logrado hacerse con los derechos en exclusiva de esta pieza para poder desarrollarla sobre las tablas de toda España. El preestreno del espectáculo tuvo lugar el pasado sábado 22 de septiembre en el local que la compañía tiene en la calle Padre Jofré, donde seguirá en cartel hasta el 7 de octubre.
El argumento arranca en 1778, cuando un veinteañero Wolfgang Amadeus se encuentra inmerso en un viaje a París, ciudad en la que aspira a encontrar trabajo. La urbe del amor no le depara grandes éxitos laborales, sino una disputa con Giuseppe Cambini, un compositor célebre en la capital gala por trabajos como Concert Spirituel, y al que Mozart, según quedó documentado en una carta a su hermana Nannerl, solía llamar despectivamente 'enano musical'. El espectáculo parte de esta anécdota para recorrer las creaciones del austriaco con un recital de piano en directo. “Queremos mostrar al autor de las Las Bodas de Fígaro como una persona que también tenía fallos, debilidades y defectos. Así el genio resulta más accesible para la audiencia de menor edad, que estará más preparada para comprender y disfrutar de su trabajo”, apuntan desde La Máquina, colectivo que combina las actividades formativas en artes escénicas con la programación teatral.
En su versión española, el proyecto cuenta con las actrices Gretel Stuck y Damaris Moreno, quien, además, ejerce como pianista. Entre las composiciones interpretadas a lo largo de la obra, se encuentran la famosa obertura de la ópera El rapto en el serrallo; la Marcha Turca; y el aria El cazador de pájaros, que forma parte de La Flauta Mágica. Así, el proyecto se plantea al tiempo como comedia y concierto en el que se anima a los niños a experimentar con conceptos como el ritmo, el tempo, o las diferencias entre sonidos agudo y grave. También se les da la oportunidad de conocer instrumentos quizás poco conocidos para ellos, pero de plena vigencia durante la vida de Mozart, como el clavecín o el órgano. De igual modo, se les proporciona un texto con el que acompañar cantando parte de las melodías. Todo ello con la meta final de intentar romper con las rigideces con las que a menudo se relaciona a los conciertos de piezas del siglo XVIII. Se plantea, pues, una guerra al silencio y al hieratismo, a la visión del patio de butacas como un ente pasivo en el que debe primar la solemnidad.
El involucramiento del público es pues, esencial para el desarrollo de la obra: “No queremos que simplemente escuchen música clásica, sino que sientan esos sonidos como propios y que puedan participar en ellos. La audiencia es la gran protagonista del espectáculo”, apunta Rafa Cruz, director de la adaptación. No hay espacio aquí para la condescendencia o la moralina, pues, tal y como explica el dramaturgo, “cuando el público siente que no le están adoctrinando, cuando consigue sentirse parte de la historia, se abren unos canales de comunicación maravillosos”.
A menudo se ha tildado al famoso austriaco de figura irreverente dentro de la escena cultural de su tiempo, sin embargo, Cruz señala que no es esa la visión que pretenden transmitir en esta pieza: “Él fue un revolucionario, fue el primero en emplear el alemán para las óperas cuando todas eran en italiano. Era un visionario, un creador nato”. En ese sentido, destaca que en el espectáculo “se dibuja a un Mozart libre y eso, en sociedades cerradas es visto como irreverente. En realidad, se trata de un personaje que tiene su propio mundo, alguien que, como indica en la propia obra, tiene 4388 notas bailándole en la cabeza”.
La vocación pedagógica de Mozart y el enano musical se encuentra en el germen mismo de la función, pues sus creadores son dos profesores: Balint Sánta, de música, y Bärbel Ganster, de literatura. Hace cuatro décadas, ante las deficiencias que percibían en el sistema educativo alemán, decidieron elaborar un camino propio para transmitir a los niños otras formas de entender esas melodías que tan lejanas les resultaban. En palabra de Cruz, la pieza “nace desde una voluntad de comunicación profunda y muy importante. En concreto, Sánta es un pianista apasionado de la educación y le interesa mucho transmitir a las nuevas generaciones la pasión por el sonido y explicarles cómo vivían los compositores de otras épocas".
Como explica el director de esta adaptación, decidieron hacerse con sus derechos precisamente debido a la admiración que los integrantes de La Máquina muestran hacia la figura del artista: “en nuestro centro de formación infantil, de hecho, ya habíamos trabajado con La flauta mágica”, explica. Comenzaron entonces las conversaciones con la compañía alemana, “creíamos que presentaban un enfoque muy innovador y decidimos dejarnos guiar por la intuición”, apunta. No es la única pieza que la compañía germana ha creado alrededor de un gran nombre de la tradición sonora europea, también cuentan con producciones similares que abordan la trayectoria de Schubert, Beethoven y Bach. Un abanico de dramaturgia en clave musical que quizás próximamente también llegue en su totalidad a tierras valencianas, pues como explica Cruz, en estos momentos se encuentra estudiando posible vías para “desarrollar el resto de la tetralogía, ya que pensamos que estos autores son muy potentes”. ¿Será València la nueva Viena? En La Máquina se encuentran trabajando en ello.
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