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'Laerte': Una vida entre cómics, sindicalismo y cambio de sexo

Netfix entrevista durante dos horas al dibujante Laerte sobre su condición transgénero

19/08/2017 - 

VALÈNCIA. En Brasil hubo una revista contracultural que marcó una época. Se llamaba Pasquim y ahora es recordada, entre otras muchas cosas, por la entrevista que le hizo a Madame Sata, un delincuente homosexual que moraba por las calles de Río defendiéndose de la policía y otros criminales a base de artes marciales. Sus peripecias acabaron en el cine, en una homónima y excelente película de Karim Ainouz.

Ahora, volvemos a conocer a un personaje vinculado con Pasquim en sus orígenes que de nuevo alcanza la gran pantalla y otra vez sorprende. De hecho, es de agradecer, porque no nos llega toda la cultura brasileña que debiera y con ello nos perdemos al país más grande de Latinoamérica.

Se trata de Laerte, un dibujante que no me consta que haya sido traducido al castellano. Pero sus viñetas fueron altamente combativas. Netfix acaba de dedicarle un documental a un suceso capital que le ha ocurrido en la madurez, a los 58 años: cuando en 2009 decidió cambiarse de sexo.


En los 70 trabajó para el único partido político permitido en la dictadura, el MDB, luego siguió vinculado a los movimientos de trabajadores, creando un personaje ad hoc, Joao Ferrador, para la Unión de Trabajadores Metalúrgicos, y fundó la agencia Oboré, que trabajaba para los sindicatos. En 1986, publicó un libro Ilustração sindical con miles de dibujos e historietas liberados de derechos para que pudieran emplearlos las organizaciones de trabajadores para sus campañas y objetivos sin pagar un duro.

A raíz de la muerte de su hijo Diogo en 2005 en un accidente de coche, Laerte tomó la decisión de declarar públicamente que era un travesti y poco después se calificó a sí misma como transgénero. Desde entonces, apareció en los medios de comunicación con frecuencia explicando el porqué de ese cambio y fundó ABRAT, la Associação Brasileira de Transgêneras. Aunque su mayor aportación fue en clave artística, las tiras que hizo de Hugo, un personaje que se cambiaba de sexo y pasaba a llamarse Muriel.


Hay algunas reflexiones que comparte que resultan interesantes. Por ejemplo, sobre la mayor presión sobre las mujeres a la hora de vestirse y cuidar el físico, comenta: "Los hombres pueden salir vestidos como quieran, en general no le prestan mucha atención a esas cosas. Las mujeres no porque no están en su propio mundo: se mueven en el mundo de los hombres. Entonces tienen que tener cuidado"

Diálogos con Diogo, su hijo muerto

En el documental de Netfix las partes más emotivas son en las que habla con su hijo muerto a través de las viñetas e intenta explicarle que, con su desaparición, saltó una chispa. Y que se siente culpable porque fuese así, pero ocurrió así. Ese fue el detonante. Después de que muriera tenía problemas para trabajar, para mantener los mismos personajes en sus tiras, cambiaba de aspecto con frecuencia, se dejaba barba... hasta que decidió ir a depilarse.

Se quitó todo el pelo del cuerpo y confiesa que eso fue la mayor catarsis que había experimentado en toda su vida. Ya se había puesto ante el espejo con ropa interior femenina, pero sin el pelo, descubrió su propio cuerpo, confiesa. A continuación, cuando empezó a salir a la calle como mujer, y presentarse así en público, vinieron muchos sinsabores. El peor para él es que después de haber hecho un cómic tan contestatario, se discutiera más en la sociedad su cambio de sexo que las viñetas que había dibujado antiguamente.

El testimonio que da Laerte es el típico de estos casos. Cuando ingresó en la Escuela de Comunicaciones y Artes de la Universidad de São Paulo su padre lo primero que le dijo fue "mira cuántos maricones hay aquí". Cuando le confesó a su madre que le gustaba vestir ropa femenina, se río en un principio, se lo tomó con humor, pero luego empezó a advertirla de que la podían dar una paliza en cualquier esquina.

Honestidad

Más adelante, se quita todo el mérito que pudiera haber tenido la decisión que ha tomado. Explica que cuando le dicen que ha sido muy valiente ella lo pone en duda. Tardó 60 años en dar el paso, explica, y lo hizo en una época en la que el coste era muy bajo. No se cambió de sexo veinticinco años atrás, cuando se pagaba caro.

Cree que no es una heroína, si acaso, al revés. Si algo hizo, revela, fue tardar en hacerlo, no al revés. Ahora admite que  no podría perder su trabajo, puesto que su carrera como dibujante ya está consolidada. Además, reconoce que podría haberle pasado que alguien no quisiera "contratar a ese travesti", pero no le ha ocurrido. Por eso proclama: "¿dónde está ese valor?"

Su caso era el contrario a tantas transgénero. Sus padres eran personas "civilizadas", lo mismo que sus hijos. Solo considera que hizo algo necesario. No le bastaba con travestirse en fiestas de fin de semana, necesitaba más y cuando vio que era posible, surgió como necesidad. "Para la mayoría de los trans es muy complicado, son problemas en el trabajo y en sus relaciones con la familia", sentencia.


No hay hombres o mujeres

Hacia el final de la entrevista, accedemos por fin a su pensamiento y filosofía. Entiende que no somos hombres y mujeres, sino seres humanos con tendencias. Aunque esas tendencias no dejan de ser también convenciones. Su identidad transgénero la vive como una construcción cultural.

Por eso, lo más relevante de este documental es cuando explica que para ella no ha sido nunca necesario tomar hormonas ni operarse el pecho. Se queja de que los pechos sean como el documento de identificación de las trans y que sin ellos no seas nada. Aunque no oculta la contradicción. Confiesa que cuando se quita el sujetador con relleno, le gustaría que sus pechos no se fueran con él. Se trata de dilemas íntimos y cotidianos de quien se siente de un género distinto al de su cuerpo y nada mejor que exponerlos desapasionadamente en un documental como este.

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