VALÈNCIA. El Museo del Almudín rompe con las barreras entre indoor y outdoor con una nueva exposición que atesora en la sala los paisajes de la fotógrafa Geles Mit. Con esta muestra, la fotógrafa explora a través de su cámara la poética del paisaje como un lugar metafórico, un espacio donde observar la acción del ser humano en su diálogo con la naturaleza casi como una extensión o retrato de sí mismo. La muestra La voz del paisaje, que se podrá ver hasta el 22 de julio en la sala municipal, fue una de las seleccionadas a través de la convocatoria pública impulsada por la Concejalía de Patrimonio y Recursos Culturales del Ayuntamiento de València.
El recorrido presenta una convivencia entre cuerpo y paisaje que difícilmente puede pasar por alto algunos de sus posibles anclajes: la transferencia simbólica que se proyecta en el paisaje, las numerosas referencias que ofrece a nuestra mirada desde la pintura o el cine o las formas de habitarlo o dominarlo. Ya el título de la muestra incide en el entendimiento del paisaje, más allá del género tradicional, como un lugar metafórico cargado de significación, pues el paisaje es un elemento activo que ofrece y comunica, “habla” al espectador. De esta forma, la exposición traza un recorrido por sus diferentes voces, para describir la convivencia entre el ser humano y la naturaleza que lo envuelve, con especial atención al vínculo entre memoria y paisaje, sin olvidar otras nociones como las de viaje, exploración, hogar o paraíso.
Para ello, se propone un itinerario, un mapa trazado visible en el centro de la sala, para observar los significados diversos que ha tenido este género en el pasado y ver cuáles siguen activos, vinculados con la historia, la filosofía o la geografía cultural reciente. Las diferentes series fotográficas siguen ese mapa pues se articulan en la exposición de acuerdo a ellos para que el espectador deambule entre sus límites y perciba la interrelación entre todos esos significados.
Habitar el paisaje, con la noción de construcción, sea casa o cuerpo que implica la construcción social, el hogar, la presencia del individuo y la metáfora del ser; El turista del tiempo como resumen de aquellas imágenes vistas mucho antes y guardadas en nuestro recuerdo: cuadros de un museo, relatos o secuencias que quedaron atrapados en nuestra mente que activan nuestro recuerdo como espectadores ante un paisaje. Pero también ese viajero, esa figura cuya búsqueda de lugares, paraísos perdidos, ruinas y tesoros en museos le hace retroceder en el tiempo una y otra vez.
Y en Exploración, la observación del paisaje indómito donde la mirada romántica se hace inevitable, pues recuerda el deseo innato del ser humano por alcanzar unos límites geográficos que siempre ha deseado cruzar. Así ocurre al ir más allá del círculo polar ártico o hacia fronteras inexploradas. Un viaje iniciático que nos adentra en la naturaleza misma y también en el concepto de la propia identidad.
