VALÈNCIA. El año 2018 llega a su último suspiro con la hostelería de València en pie de guerra contra el Ayuntamiento. El ruido es el motivo, ese mismo ruido al que se quiere dar solución en 2019. El consistorio dio luz verde en el último pleno del año a las medidas definitivas de la ZAS del Carmen pese a las múltiples quejas, peticiones y recelos del sector hostelero que considera, una vez más, que la actuación de la administración les perjudica considerablemente.
En la práctica aplicar esta ZAS en el casco histórico supondrá cerrar las terrazas media hora antes de lo que ya se hacía. Es decir, a las 00.30 en invierno y a la 1.00 en verano. Asimismo, el texto prohíbe la concesión de nuevas licencias de terrazas con el propósito de evitar la saturación. Según estimaciones del sector, más de 180 horas de trabajo y 150 empleos peligran en el barrio por esta medida.
La magnitud del conflicto es tal que por primera vez ha conseguido agrupar en una sola plataforma a representantes del sector afectados por las ZAS ya declaradas de Xúquer, Woody, Juan Llorens y el Carmen, junto a los de zonas sobre las que pende esa amenaza como es el caso de Russafa. La plataforma, autodenominada 'antiZAS', pretende presionar al consistorio para revisar estas herramientas que, a la postre, aseguran no ha resuelto el problema del ruido, convertido en un vecino itinerante, presente en las zonas más populares de la capital del Túria.
"El ruido se trasladará a otros barrios como Russafa, el Cabanyal o Benimaclet", auguran algunos empresarios de la hostelería, "pero en realidad no lo estás resolviendo", critican. Es uno de los argumentos con los que intentan desmontar la ZAS como medida correctiva. De hecho concluyen que "es anticuada, más propia de la época del Partido Popular".
Ahora, parte del vecindario amenaza con exigir esta declaración para el barrio de Russafa y para El Perellonet. En el primero, de hecho, la idea ha sobrevolado la agenda en varias ocasiones, si bien el consistorio no ha puesto sobre la mesa aplicar esta herramienta. Por eso, allí han surgido algunas asociaciones con el propósito de reivindicar la llamada 'hostelería responsable' y que también se han sumado a la plataforma antiZAS.
La sangre ha llegado al río en la última semana del año y, tras una reunión fallida con el alcalde de la ciudad, Joan Ribó, y la concejala de Medio Ambiente, Pilar Soriano, en la que estos se comprometieron a crear una mesa de trabajo el próximo mandato, la plataforma ha anunciado que pondrá en marcha una campaña de micromecenazgo -crowfunding- a través de las redes sociales para iniciar un proceso judicial contra la tramitación de la ZAS. Si lo consiguen abrirán un nuevo frente en un conflicto que se inició hace dos décadas.
Fue hace 22 años, en 1996, que el Ayuntamiento de València inició el expediente de declaración de la ZAS a los barrios de San José y de les Alqueries, es decir, lo que popularmente se denominaba como zona Xúquer. El 16 de septiembre de 1996 la Comisión sobre el ruido y zonas de ocio abrió el expediente y apenas unas semanas después, en octubre de 1996, se emitieron informes técnicos por los servicios municipales de Actividades y del Laboratorio Municipal y del Medio Ambiente.
Ese mismo mes también la Comisión sobre el ruido y las zonas de ocio dio su conformidad a la declaración zona ZAS y se abrió el periodo de información pública. Sería a finales de ese año que se celebró la comisión sobre el ruido y las zonas de ocio en la que se decidió desestimar las alegaciones presentadas por los hosteleros. Tras remitir al Boletín Oficial de la Provincia el acuerdo adoptado, el 27 de enero de 1997 se publicó y comenzó la lenta decadencia de los locales de ocio.
De ser lugar de encuentro predilecto de los universitarios, estar siempre saturado y atestado, por donde era prácticamente imposible circular en vehículo por las noches, pasó a ser una zona relativamente tranquila con notable actividad hostelera. El Corte Inglés mismo instaló un Supercor en unos bajos de la plaza que años después cerró y reconvirtió en centro de oportunidades infructuosamente.
Se han quedado "restaurantes y cafés de toda la vida", dice Héctor Nácher, portavoz de los hosteleros de la zona, quien lamenta que "con la ZAS, ya no da para tanto local" y, en consecuencia, "se aplica la selección natural". Las calles afectadas, aunque pocas, muestran "una evidente desertización". Nácher lo ve todos los días; ostenta un restaurante en Xúquer. De unos 130 locales que daban vida al barrio, solo quedan 40.
En la memoria quedan pubs como Super11, Farándula, La Dolores o The Black Sheep, locales que han cerrado o se han desplazado a otra zona. Ahora bien, también sostiene el portavoz que muchos de los hosteleros que habían llegado antes de la aplicación de la ZAS, eran "oportunistas" y que, al fin y al cabo, la problemática se ha trasladado a otras plazas de la ciudad, como ahora se ve en El Carmen o Russafa.
Incluso explica que en la zona persiste el problema del ruido, ya que, "al final tiene que ver con otras circunstancias como el botellón". "Nos inflamos a ver gente con bolsas de centros comerciales llenas de bebida que se concentran en los parques", por lo que exige al consistorio medidas reales para atajarlo.
Apenas dos años después de abrirse el expediente de Xúquer, llegó la segunda ZAS, esta con nombres y apellidos: la ZAS de Woody. Nombres y apellidos porque hacía mención a una de las discotecas más populares de València. El ámbito urbano al que afectaba era el delimitado por la calle Gascó Oliag y las avenidas Cataluña, Blasco Ibáñez y Primado Reig.
Woody había sido producto de la casualidad. Sus fundadores, el empresario Juan Antonio Romero (fallecido el pasado abril de 2015), Carlos Jericó, de la pastelería La Rosa de Jericó, y el abogado José Paula, tenían en mente montar un bingo. La zona estaba muy frecuentada por estudiantes universitarios, lo que les motivó a instalar la discoteca. La sala abrió en marzo de 1981 y se le bautizó así en homenaje a Woody Allen. Alberto Añón o Manolo Dj Feeling fueron algunos de sus dj's residentes, y por su cabina pasaron también locutores como José Luis Martínez o nombres como Chimo Bayo.
Desde el principio fue muy popular no sólo entre los universitarios, sino también entre los adolescentes de clase media-alta. Era un lugar de encuentro habitual de estudiantes de colegios concertados y privados. Su popularidad se tradujo en que fuese escenario también de contados conciertos, pero la espada de Damocles de la ZAS cayó finalmente en noviembre de 2006 y supuso el cierre de la discoteca. Una declaración en la que, se quejaba Romero, influyó más la influencia de otros pubs de la zona como Phenomenon o Dick Tracy, nacidos al calor de la discoteca, que de la propia sala que hacía gala de su insonorización.
La decisión se oficializó en la sesión ordinaria del pleno del Ayuntamiento celebrada el día 24 de noviembre de 2006. El acuerdo se publicó en el Diari Oficial de la Comunitat Valenciana apenas un mes después y, tras solventarse un error burocrático, entró en vigor el 3 de enero de 2007 y desató las primeras protestas de los hosteleros. En la zona actualmente se mantienen algunas cafeterías que son punto de encuentro habitual de los universitarios de la zona. Pero por las noches las calles recuperan su normalidad.
El bajo de la antigua discoteca llegó a albergar un café, hubo un intento de convertirlo en prostíbulo y fue incluso un club social de fumadores de cannabis. Hace apenas un año se supo que el bajo de la antigua discoteca albergaría una nueva actividad, completamente insólita: una clínica privada, concretamente de la antigua Eresa, renombrada como Ascires -donde agrupa Eresa, Cetir y Sistemas Genómicos-, quien también ha comprado el inmueble en una operación intermediada por Olivares Consultores.
El nombre de Woody sigue teniendo su público. El grupo de Facebook 'Yo iba a Woody' ya tiene 4.400 miembros. Este mismo sábado, dos de sus dj's de referencia, Añón y Dj Feeling, organizaron una fiesta Woody Christmas Party en el Palau Alameda de València en la que el principal atractivo era la evocación de aquellos años de éxito. La ZAS la cerró, pero sigue viva en el recuerdo de estos nostálgicos.
Era la zona que siempre estuvo de moda. A uno de sus pubs más famosos acudía con asiduidad el jugador de fútbol Romario cuando militaba en el Valencia CF a mediados de los noventa. De hecho, fue a consecuencia de una de sus farras en este local, cuando se suponía que estaba enfermo, por lo que acabó saliendo de Mestalla. La noche era su amiga, decía el brasileño, y su amiga vivía en Juan Llorens.
La apertura del expediente se abrió en 2008. Un acuerdo de la Junta de Gobierno del Ayuntamiento el 3 de octubre de 2008 tomó en consideración la declaración de ZAS. Las alegaciones se resolvieron ocho meses después, ya en junio de 2009. La Conselleria de Medio Ambiente emitió un informe favorable en julio de 2009, y el pleno del Ayuntamiento dictó sentencia el 31 de ese mismo mes.
Los pubs y restaurantes de la zona aún dispusieron de un mes de lenta espera hasta que entró en vigor la ZAS el 9 de septiembre de 2009. Como por ensalmo, las calles se fueron lentamente vaciando y los locales cambiaron en su mayoría de orientación.
"Solo hay que ver cómo estaba antes la zona, los locales, y cómo está ahora", explica Víctor Pérez, presidente de la Federación de Ocio y Turismo de la Comunidad Valenciana. Desde su punto de vista: "Han cambiado bastante". Para bien o para mal, ya según gustos.
Pérez ejerció también como DJ en la zona y recuerda que "había muchos locales, especialmente discopubs", donde, asegura, "siempre estaba lleno". Sin embargo poco queda de aquel pasado. Entre estos pocos locales que aún permanecen cita el pub Akuarela, "pero que ya no llena como antes", se lamenta.
Sobre la normativa de las Zonas Acústicamente Saturadas, el presidente de FOTUR admite que es necesario "buscar un equilibrio" entre el descanso y el ocio regulado. Con todo, la ZAS "no es la solución", dice, sino que se debe optar por la concienciación. "Nosotros somos los más interesados en cerrar los locales ilegales porque al final nos perjudica a todos; al final nos meten a todos en el mismo saco", asegura.
La ZAS de El Carme es la más grande de las aprobadas hasta la fecha, y también una de las que más tiempo ha tardado en hacerse efectiva. Pese a que los vecinos habían ganado un juicio hace ocho años, hasta ahora sólo se habían aplicado medidas cautelares. Estas se acordaron en noviembre de 2012 y enero de 2013.
Históricamente, El Carme había sido uno de los barrios favoritos para salir las noches de viernes y sábados. Algunos de sus locales son referencia de la cultura underground de València, como La marxa, Calcatta, el pub Hanax, la discoteca de ambiente Venial o el café El Negrito. Punto de encuentro de la intelectualidad, con Francis Montesinos como referencia, por sus calles era habitual ver pasar a los artistas que estaban de paso por la ciudad con obras de teatro, espectáculos musicales, festivales de cine como Cinema Jove, etc... Sin ir más lejos en la propia Calcatta se pudo ver bailar a la actriz francesa Virginie Ledoyen con unos amigos, o al cineasta Thomas Vinterberg (que ha estrenado recientemente Kursk) departir con cineastas valencianos. Por esas calles cuentan que se paseó y divirtió el James Bond Daniel Craig cuando estuvo en València.
Pero esa popularidad se tradujo en una situación insostenible para los vecinos. En la calle Quart, la más saturada del barrio, se superó el límite máximo de 65 decibelios por la noche durante 96 días del año de seguimiento; más de tres meses. En 2010 se comenzaron a aplicar las medidas cautelares, que no estaban haciendo efecto según los vecinos ya que el turismo masivo se había añadido como un agravante. Los vecinos amenazaban con una nueva demanda. El Ayuntamiento de València estaba, literalmente, entre la espada y la pared.
Pero en el sector de la hostelería la interpretación de lo sucedido es muy diferente. Para Jesús Ortega, presidente de la asociación de hosteleros de El Carmen Albarca, las medidas cautelares que se venían aplicando ya habían hecho su efecto y había supuesto "la degradación del barrio en muchos aspectos". Y como ejemplo citaba los casos de dos locales cerrados: "Véase Venial, véase Bolsería".
A sus ojos, la gente está dejando de acudir al centro histórico mientras que, por otro lado, no se ha conseguido atajar las quejas vecinales. Y advertía: "La ZAS definitiva hará que cierren más locales porque es una medida disuasoria del público".
Unos cierres que cree además que perjudicarán a los vecinos que tendrán que sufrir el botellón. A las dos de la madrugada tienen que bajar la persiana los locales de ocio, "y a partir de entonces es cuando empieza el botellón". Y en ese sentido, explicaba que "mientras los locales musicales están abiertos, la gente está allí". Por eso abogaba por recortar el horario de las tiendas de conveniencia, en román paladino, las tiendas de venta de alcohol y comida que, según él, son las que promueven la cultura del botellón.