LO SINIESTRO, LO SUBLIME 

Leer torcido, habitar lo espeluznante

3/11/2021 - 

VALÈNCIA. “Siento que hay demasiadas cosas tibias, hay demasiada tibieza en todo. Nadie llega a verdaderamente mostrar lo descarnado que hay en este mundo”.  La escritora y periodista ecuatoriana María Fernanda Ampuero, autora de Lo que aprendí en la peluquería (2011), Permiso de residencia (2013), Pelea de gallos (2018) y Sacrificios humanos (2021) traza con esa frase, pronunciada durante la tercera edición de Letraheridas, la serie de encuentros con mujeres que agitan el panorama literario y editorial en lengua castellana, su prosa en la que lo siniestro, lo espeluznante e incluso cierto gótico contemporáneo, habitan. 

Lo siniestro es algo que siempre nos ha resultado familiar y de repente nos resulta extraño. En Historia de la fealdad, Umberto Eco dice así: “En una historia de la fealdad hay que incluir también lo que podríamos considerar feo de situación. Imaginemos que nos encontramos en una habitación familiar, con una hermosa lámpara sobre la mesa: de repente, la lámpara se eleva en el aire, La lámpara, la mesa y la habitación siguen siendo las mismas, pero la situación se ha vuelto inquietante y, como no podemos explicarla, nos resulta angustiosa y según la resistencia de nuestros nervios, terrorífica”. 

Sigmund Freud firmó en 1919 un tratado sobre lo siniestro (Unheimliche), que procede de la voz alemana “unheimlich” y es el antónimo de “heimlich” y de “heimisch” (íntimo, secreto, y familiar, hogareño, doméstico). Como consecuencia, podemos decir que lo siniestro causa espanto precisamente porque no es familiar. Este concepto, que procedía desde antiguo de la cultura alemana, también se encuentra en Sobre la psicología de lo siniestro, obra de Ernst Jentsch que lo explica como un algo inusual que provoca “incertidumbre intelectual”.

En parte de la producción literaria de Pilar Pedraza encontramos paisajes que ilustran lo siniestro desde la perspectiva de la animación de objetos inertes y antropomórficos —muñecas, androides, estatuas—. Este material, tan propio de la ciencia ficción, en la obra Máquinas de amar (1998) de Pedraza toma forma de mujer artificial subyugada a los deseos de sus creadores. 

En Mandíbula, novela de la ecuatoriana Mónica Ojeda, leemos “lo horrendo no es lo desconocido, es lo que simplemente no se puede conocer”. La obra, a ratos espeluznante, ahonda en las relaciones de poder entre madres e hijas y entre mujeres adolescentes, las distintas formas del miedo y el lazo entre lo femenino y lo monstruoso. "Estar dentro de la boca de un cocodrilo, eso es la madre", la cita de Jacques Lacan sirvió a Ojeda como punto de partida para explorar cómo algo tan familiar y propios como una madre, puede convertirse en siniestro. 

“No hay duda de que esto pertenece a la esfera de lo angustioso, de lo que genera angustia y horror, y es igualmente cierto que este término no siempre se utiliza en un sentido claramente definible, de manera que casi siempre coincide con lo que se considera angustioso en términos generales. (…) Lo siniestro es esa clase de sentimiento angustioso que se remonta a lo que nos resulta familiar. Pero, naturalmente, no todo lo que es nuevo es insólito es por ello espantoso, de modo que aquella relación no es reversible. Cuanto se puede afirmar es que lo novedoso se torna fácilmente espantoso y siniestro; pero sólo algunas cosas novedosas son espantosas; de ningún modo lo son todas. Es menester que a lo nuevo y desacostumbrado se agregue algo para convertirlo en siniestro”, sigue Freud en Lo siniestro. 

Mark Fisher en Lo raro y lo espeluznante señala que esta categoría, imbricada con lo raro y lo siniestro, es “un tipo peculiar de experiencia estética. Aunque esta experiencia la desencadenan formas culturales particulares, no surge de ellas. Se podría decir, en vez de eso, que ciertos cuentos, ciertas novelas o ciertas películas evocan la sensación de lo espeluznante, si bien esa sensación no es un constructo literario o fílmico (…). Lo espeluznante se constituye por una falta de ausencia  o falta de presencia”. De nuevo, el desplazamiento entre la animación y el estar —en sí o en el mundo— es la causante del frío y húmedo sentimiento de lo siniestro. 

Fisher cita Los pájaros de Daphne du Maurier como ejemplo absoluto de los espeluznante. En la obra de terror una familia es atacada por bandadas de pájaros en plan kamikaze. La historia fue la inspiración de The Birds, el film de Alfred Hitchcock. “El poder desconcertante de la historia depende de dos niveles de amenaza: el primero, sin duda, el terror puramente físico que provoca el ataque de los pájaros; pero el segundo es el nivel que nos lleva a lo espeluznante. A medida que la historia avanza, vemos certezas residuales de los años de la guerra y estructuras de autoridad que se desintegran. Lo que realmente se ve amenazado por los pájaros, son las estructuras que explican lo que antes había dado sentido al mundo”. Para Ojeda, “la experiencia estética y emocional de lo sublime significa estar frente a algo que es demasiado quemante, y a veces bello también, y por consiguiente te produce una sensación de inferioridad”. 

“La relación con el mundo es de desengañarse constantemente, de creer que conocemos. Y por eso escribir es algo muy bonito, que tiene que ver con trabajar con el asombro constante. Significa sí, tienes miedo de la vida y del mundo, pero también te asombras constantemente porque se te revela el mundo como algo conocido pero que no es del todo aprehensible”. 

“Lo importante de una película de terror, o un libro, de lo que sea, es el miedo real que tenemos los seres humanos”, reflexiona Ampuero. La literatura, u otra forma de producción artística, tiene el poder de crear los escenarios —un escenario no es más que un lugar del espacio acotado de algún modo y previamente pactado, por eso quien realiza una actividad fuera del lugar delimitado para ello es calificado de loco, según teoriza Agustín Fernández Mallo en La mirada imposible— en los que positivar las metáforas que explican cómo nos colocamos ante las experiencias individuales y cotidianas que nos hacen tener miedo.