VALÈNCIA. La cultura valenciana vive este fin de semana una prueba de fuego con la reapertura generalizada de sus teatros o salas de conciertos, tras dos semanas de freno generalizado –aunque no total- de las programaciones a causa de los efectos de la fatídica Dana. Los espacios culturales reciben al público en un contexto extraño, unos primeros días en los que convive el desánimo y la necesidad de reactivación de un sector que, como tantos, ha sido duramente tocado por el temporal, por lo que respecta a la cancelación de funciones, sí, pero también a las instalaciones y material que ha quedado destruido tras las fuertes lluvias de hace dos semanas. En el caso de las artes escénicas, de hecho, el sector privado cifra en más de 6 millones de euros las pérdidas en las empresas, salas, compañías y profesionales.
Una de las reaperturas más simbólicas es la de Sala l’Horta, ubicada en el barrio de Castellar-l'Oliveral, una de las zonas más golpeadas por las inundaciones, que también afectaron al centro cultural. Con todo, este domingo recibirá de nuevo al público con L’Aneguet lleig, una adaptación para títeres y marionetas del popular cuento de Hans Cristian Andersen. "La previsión de público para este fin de semana en estos momentos es una incógnita, la venta anticipada es muy poca, pero más allá de la venta lo importante es el hecho de poder abrir y de intentar volver a normalizar la actividad teatral para niños y niñas" relata su director, Alfred Picó. Si bien el medio plazo todavía es “incierto” y reconoce que tardarán un tiempo en volver a una “dinámica habitual”, Picó reivindica la necesidad de “volver a hacer esas cosas que se hacían hace quince días” y el “efecto positivo” tanto en niños y niñas como en padres de un patio de butacas que, al menos por unos minutos, hace volar la imaginación de sus visitantes.
También el público infantil será el foco de la propuesta de Sala Russafa para este fin de semana, que presenta ¿A qué sabe la luna?, de la formación madrileña CamelCat. La sala ha venido haciendo encaje de bolillos con una programación que en algunos casos ha podido mantener y, en otros, se ha visto obligada a suspender por la imposibilidad de viajar de compañías de Cantabria o País Vasco. Con todo, esa “cierta” normalidad comienza a respirar este fin de semana, en el que, como en el caso de Sala l’Horta, también la respuesta del público es una incógnita. “Alrededor del 30% de nuestro público viene de poblaciones limítrofes y está claro que vamos a notar el descenso por motivos obvios. También sabemos que una parte importante de la ciudadanía se ha volcado con el voluntariado y los fines de semana es cuando puede acercarse a los municipios afectados para ayudar”, relatan desde la sala. En todo caso, subrayan esa “capacidad sanadora” de la cultura, un espacio de evasión y reflexión que, quizá, sea ahora más importante que nunca. “Hemos conseguido mantener esta semana la programación familiar con una obra que, además, tiene un mensaje sobre el trabajo en equipo, muy positivo para estos momentos. Así que estamos satisfechos”.
Precisamente la cuestión de la movilidad es algo que distintos gestores consultados por este diario señalan como uno de los grandes retos, pues una buena parte del público de los centros culturales de València proviene del área metropolitana, un público potencial que ahora difícilmente puede acceder a la ciudad, tanto en vehículo privado, por las restricciones en los distintos accesos todavía en obras, como en transporte público, gravemente afectado por el temporal y que, aunque se ha ido recuperando con líneas sustitutivas, ni los horarios ni la oferta –especialmente en el fin de semana- todavía permite que muchos espectadores de esos municipios puedan acceder a funciones o conciertos que, en muchas ocasiones, comienzan a las 20 o 21 horas.
Si bien han sufrido alguna suspensión y cancelación, desde el Teatro Olympia han tratado de mantener en estos días la programación, que en estos días recibe a Lolita Flores con Poncia, una obra que expande el universo de una de las obras más importantes de Federico García Lorca, La Casa de Bernarda Alba. “Hemos suspendido [en estos días] funciones, pero no hemos cerrado. Hay una parte de la gente que necesita desconectar y las artes escénicas son vitales para eso”, explica Enrique Fayos, director de Olympia Metropolitana. La obra se dibuja como uno de los grandes atractivos de la agenda cultural, en un contexto que, aunque más que complejo, comienza a dejar ver algo de luz. “Esta semana se ha notado un repunte, porque es cierto que hubo un momento en el que estábamos vendiendo el 30% de las entradas habituales. Ahora ya estamos en un 50%. Espero que en tres o cuatro semanas se pueda ir recuperando”.
Pero la mirada de la empresa no está solo en el Olympia o el Talia, sino también en algunos de los auditorios que gestionan más allá de los teatros de València, algunos ubicados en las zonas afectadas, como el Auditori de Torrent o el TAC de Catarroja. En el primer caso, las instalaciones no han sufrido daños y está previsto que retome la actividad la próxima semana con el Ballet de Kiev que, además, destinará su recaudación a los afectados, una medida solidaria e “importante” que se ha multiplicado entre numerosos espacios culturales. Más complejo es el futuro inmediato del TAC de Catarroja, que suma “daños cuantiosos”, pues las inundaciones cubrieron el patio de butacas y el escenario, así como las zonas de instalaciones y planta baja, espacios a los que todavía no han podido acceder.
Los teatros públicos, tanto los dependientes de la Generalitat como del Ayuntamiento de València, retoman este fin de semana sus programaciones tras decretar la suspensión generalizada de las mismas, una actividad que no solo tiene que ver con la apertura de los centros, sino también con la reprogramación del goteo de propuestas que han sido suspendidas en estos días. “Por suerte, porque enseguida reaccionamos, hemos podido reprogramar todo en menos de un mes”, relata Juanma Artigot, director artístico del Teatre el Musical (TEM).
Tal es el caso de propuestas como Boges, cau la nit, de Bramant Teatre, o 14.4, la nueva colaboración entre Juan Diego Botto y Sergio Peris-Mencheta, que se podrán ver finalmente el 19 y 20 de noviembre y el 14 y 15 de diciembre respectivamente. Será en todo caso la multipremiada Forever la pieza encargada de reabrir las puertas del teatro, en un escenario de, admite Artigot, “pequeño desgaste” y en el que se trabaja desde la “flexibilidad” ante un público que aunque encuentra en algunos casos dificultades para ir también está respondiendo a la oferta.
También los espacios dependientes de la Generalitat, el Teatre Principal y el Teatre Rialto, retoman la programación, así como La Filmoteca, tras decretar nuevas cancelaciones los días 13 y 14 ante la amenaza de una nueva Dana. Con todo, este fin de semana vuelven a tomar el pulso del público con el monólogo Història d’un Senglar de Ricardo Calderón y For (D) de la valenciana Olga Clavel, así como las proyecciones previstas en la Filmoteca. En este mapa de reprogramaciones, también entran las colaboraciones del Institut Valencià de Cultura (IVC) con los distintos municipios a través del Circuit Cultural Valencià, con especial atención a los más afectados, en muchos casos con “graves” inundaciones en sus espacios culturales.
“Nos hemos puesto ya en contacto con los Ayuntamientos, las compañías teatrales o las promotoras musicales para reubicar, en algunos casos, espectáculos que en estos momentos no se pueden representar en teatros o salas que se han visto seriamente afectadas por las inundaciones”, explica el director general del IVC, Álvaro López-Jamar, quien señala que una de las opciones que se ha puesto sobre la mesa es trasladar las propuestas a poblaciones cercanas para poder llevarlas a cabo.
En el caso de los espacios musicales, hay dos realidades totalmente diferentes. En el caso de los auditorios públicos, este fin de semana se espera normalidad absoluta en el público, que llenará sus salas principales. Es el caso del Palau de la Música, que llenará la Sala Iturbi para ver una de las actuaciones más relevantes: la de pianista Martha Argerich el domingo 17 de noviembre, a las 19.00 horas. La expectación ha estado por encima de cualquier otro motivo y no ha dejado margen para que queden entradas.
En el caso del Palau de la Música, hay dos factores esenciales: primero, que la gran mayoría de su público viene del ámbito municipal y no tanto del área metropolitana u otros lugares. Segundo, que desde esta temporada, el auditorio adelantó media hora el inicio de los recitales precisamente para facilitar la movilidad del público.
Por otra parte, el Palau de Les Arts tampoco ha notado directamente la afectación del público porque gran parte de las entradas ya estaban vendidas por la preventa hace tiempo. Otra vez, la expectación de la calidad de la propuesta, además del precio de la entrada que hace más difícil renunciar a ella. Más allá de este fin de semana, según explican desde Les Arts, “se tendrá que ir viendo poco a poco”, un par de meses incluso. De momento, las funciones que han aplazado y se ha reubicado respetando el mismo día de la semana registra caídas del 10%.
En el caso de espacios como salas de conciertos privadas, también manejan datos similares. Lorenzo Melero, de Loco Club, calcula una afectación de entre el 10 y 15%, aunque también sin poder aterrizar datos concretos. Según explica el gerente de la sala, “se juntan dos factores, por una parte la gente que en efecto no puede llegar, y también hay otras personas que sencillamente no han recuperado el ánimo para reactivar su vida cultural, como he compartido con más gente del sector de la hostelería”. Esta misma semana han notado una bajada notable del público en conciertos de entre semana que no tienen ese componente de expectativa tan claro. Conforme pasen las semanas, la parte del público que depende de las ganas se irá estabilizando; los que ahora dependen del transporte público porque viven en el área metropolitana costará más recuperarlos en espectáculos como los conciertos que se alargan hasta altas horas de la noche.