PERIFERIAS MUSICALES

Manuel Tomás: “Decidí dedicarme a la producción musical cuando vi el making of del Black Album de Metallica”

Un Grammy Latino, cinco discos de oro y uno de platino. Cultur Plaza habla con este reputado ingeniero de sonido valenciano sobre los secretos de su profesión

4/08/2016 - 

VALENCIA. Si la semana pasada hablábamos con el jovencísimo productor musical Fernando Boix, hoy Cultur Plaza se reúne con Manuel Tomás, uno de los profesionales de sonido más brillantes del panorama nacional. A sus 38 años, este valenciano formado en Los Angeles atesora ya un currículum envidiable: un Grammy Latino (Premio al Mejor Álbum de Flamenco 2011 por “La orilla de tu pelo”, de Niña Pastori) y seis nominaciones consecutivas, incluida a la Mejor Grabación del Año por la canción “Desde lejos” de Santiago Cruz. Por no hablar de cinco discos de oro y uno de platino. 

Tomás ha aprendido los gajes del oficio de la mano de algunos de los más grandes, como Andrew Scheps (Red Hot Chilli Pepers, Adele), Andy Wallace (Run DMC, Nirvana, Sonic Youth), Chris Lord Alge (James Brown, Prince) y Michael Brauer (Coldplay). Toda esta experiencia formativa, sumada a su propio instinto, ha dejado su poso en los trabajos de artistas tan dispares como como Presuntos Implicados, Amaral, La Pulquería o Uzzuhaia.

-Para empezar, existe mucha confusión con respecto a la distinción entre productor, mezclador, arreglista…. Concretamente, ¿en qué consiste tu trabajo como productor y mezclador? 
-Existe confusión porque es confuso. Un productor es el responsable del resultado final de un disco, de su musicalidad y de su sonido. Al hacer discos constantemente, acabas entendiendo la producción de manera natural. Qué es lo que funciona y qué no. Y lo ves muy claro, especialmente desde fuera. Es complicado para un grupo tener una visión objetiva de su música, y es normal cuando creas algo desde cero. Por eso la figura del productor es aconsejable; es alguien que va a aportar nuevas ideas a las canciones sin estar intoxicado por las mismas. Eso sí, tienes que elegir al productor adecuado, que es aquel con el que compartes concepto y gustos musicales.

-¿Cuánto de creatividad y cuánto de técnica hay en tu trabajo?
-La técnica la aprendes para poder olvidarte de ella, se queda en un rincón de tu cerebro en modo piloto automático. De esta manera las decisiones las puedes tomar desde un punto de vista artístico. 

-¿Cuándo te diste cuenta de que querías dedicarte al mundo del sonido y por qué decidiste completar tus estudios en Estados Unidos?
-Empieza con una idea un poco abstracta, como un sueño difícil de conseguir al no hablar inglés en ese momento. Pero hubo un momento de inflexión; mi padre pasó por un momento muy malo de salud (que luego se solucionó) y en ese momento me di cuenta de que tarde o temprano todos vamos a morir. Así que empecé a entender la vida de otra manera. Un amigo y excelente ingeniero, Jorge Vivó, estaba ya trabajando en Los Angeles y me animaba a intentarlo. Me puse a estudiar inglés, me salieron unos buenos trabajos donde pude ahorrar y en ocho meses ya estaba pisando el aeropuerto de LA. Hice un curso en LA Recording School –muy malo, por cierto-, y cuando mi inglés ya no era un problema empecé a contactar con productores e ingenieros para trabajar con ellos. Estuve cinco maravillosos años allí.


-¿Cuál es la principal diferencia entre cómo se trabaja allí y en España? ¿Tiene algún tipo de fundamento que los productores anglosajones destaquen siempre por encima de los de otros países?
-Primero tengo que matizar que no todo en Los Angeles es de nivel superior, pero cierto es que el nivel alto es MUY alto. Hay más talento (artistas, ingenieros, productores), más presupuesto y mejor equipación técnica. Es decir, todo es mejor. Es curioso cómo algunos grupos, cada vez más, han ido a grabar, mezclar o masterizar a Estados Unidos pensando en que van a hacer el disco del siglo y el resultado no es el esperado. ¿Por qué? Hacer un disco es un proceso donde todos los eslabones son cruciales, si algo falla se nota en el resultado final. Es un momento para pensar cuál es el eslabón que falla en tu disco.

-Durante los años en que viviste en Los Angeles trabajaste junto algunos de los mejores profesionales del sector. ¿Quiénes fueron y cuál es la principal enseñanza que sacaste de ellos?
-He trabajado con Matt Wallace (Maroon5), David Foster (Michael Bublé) y Andrew Scheps (Red Hot Chili Peppers, Linkin Park, Adele…). Por una parte, la mejor manera de aprender es trabajar o ver trabajar a gente que admiras. Ver cómo resuelven algunas situaciones, o cómo consiguen ciertos sonidos. Estar varios años con esta gente es algo impagable en tu formación. Por otra parte, me dio mucha confianza verme trabajando con ellos de tú a tú. Yo que vengo de La Albufera valenciana (jaja), aprendí a manejar la presión en discos importantes, que la hay y tienes que saber gestionarla para que las cosas salgan bien. 

También he estado en bastantes seminarios en Francia, en Mix With the Masters. Vienen ingenieros TOP del mundo, e imparten unas master class durante una semana. He estado con Andy Wallace, Michael Brauer, Chris Lord Alge, Greg Wells y, cada vez que viene Andrew Scheps voy de asistente. Ya llevamos cuatro años allí.

-¿Por qué decidiste volver a España? Imagino que las perspectivas profesionales y económicas allí eran mucho mayores…
-Me tuve que volver por un lío con los papeles del visado. Soy un desastre con esas cosas y esa vez lo pagué caro.


-Una vez en España, ¿por qué quisiste instalarte en Valencia? ¿Crees que al hacerlo –en vez de trabajar desde Madrid, por ejemplo- has limitado tu proyección profesional? ¿O ese tipo de preocupaciones son ya cosa de otros tiempos?
-En general la industria musical en España es horrorosa, aunque Madrid funciones mucho mejor que Valencia, aquí se vive mejor. Hay que ponerlo todo en la balanza. Y eso no quita que haga cosas en Madrid, como cuando me llamó Juan de Dios para grabar a Amaral. De momento tengo la vida bien asentada en estos lares.

-Cuando alguien solicita tus servicios, ¿qué tipo de producción está buscando? Es decir, ¿qué características te distinguen como ingeniero de sonido y mezclador? 
-Creo que hay dos factores; por una parte mi sonido y por otra el buen ambiente que se genera en cada disco. Suelo hablar de música con el grupo antes de empezar a grabar, nos descubrimos referencias mutuamente y suelo escuchar.

-¿Tienes algún criterio a la hora de aceptar encargos? ¿Te tiene que gustar la música sobre la que vas a tener que trabajar? ¿Hasta qué punto es importante el feeling personal que tengas con el artista o la banda?
-Cada vez soy más coherente con lo que hago, creo. Antes necesitaba hacer todo para poder llenar la nevera. Ahora prefiero no hacer ciertas cosas con las que no me identifico, aunque la nevera no esté llena.

-¿Se puede fabricar un hit? O pongámoslo de otra forma… ¿Es fácil conseguir que un artista del montón triunfe?
-Ni lo sé, ni me importa.

-Cuando una banda llega a tu estudio, ¿te suelen dar ideas o instrucciones sobre cómo quieren que suene, o eso es ante todo un coto privado del ingeniero de sonido?
-¿Coto privado? Todo lo contrario, te contratan y trabajas para ellos. Tu misión es ayudarles a que hagan el mejor disco que pueden hacer.

-¿Qué pasa cuando por fin llegas al sonido que buscabas, pero a la banda no le convence, o al revés? 
-Muy buena pregunta. Pasa pocas veces porque suele haber mucha afinidad durante el proceso. De hecho, en los discos no se queda nada que alguien deteste. Pero puede pasar -por ejemplo, en la mezcla-, y es un momento psicológicamente interesante. Si veo que el grupo lo tiene muy claro, aunque yo no comparta la idea, ellos tienen la última palabra. Pero si veo que en el grupo no hay unanimidad, defiendo mi propuesta con más insistencia.

 -¿Cuándo las discográficas pagan las producciones, tienen voz y voto? 
-Sí, aunque depende. En artistas primerizos pueden decidirlo absolutamente todo, desde el repertorio hasta el estudio, productor, ingenieros… En cambio, con artistas que ya tienen trayectoria, igual se interesan en escuchar el repertorio, sin incidir en él, y simplemente dejan trabajar. 

-Doy por hecho que parte de tu trabajo consiste en investigar y hacer mil probaturas. ¿De dónde sacas ideas nuevas? ¿Cuándo sabes que has encontrado el sonido definitivo?
-Casi todos los que nos dedicamos a esto tenemos una pasión muy fuerte. Esto no acaba al salir del estudio. Sigues aprendiendo escuchando música, leyendo entrevistas, videos, etc. Aparte, yo soy muy curioso y no suelo repetir demasiados patrones. Un día veo un tubo de PVC y meto un micro dentro y con eso grabo la guitarra. O cojo una papelera y la pongo al lado de la batería con dos micros dentro. Lo interesante en esto es olvidarte de las reglas y decidir con tus oídos, ¿suena bien? Pues adelante!.

-¿De qué proyecto te sientes más orgulloso?
-En cada disco se comparten vivencias muy intensas, y en algunos se repira algo especial. No me quedo con uno, pongo varios: Xperimental Shop (“Hi Fiction”, 2001); Uzzhuaia (“13 veces por minuto”, 2010); Niña Pastori (“La orilla de tu pelo”, 2011); Sarah Rope (“In the Studio”, 2012); Santi Cruz (“Desde Lejos”, 2013) y el nuevo disco de Revólver (que se publicará en 2017).

-¿A qué artista o grupo te gustaría producir?
-A ese que aún no conozco y tiene un talentazo.

-¿Cuál es en tu opinión el disco mejor producido de la historia? 
-No creo que haya respuesta a esta pregunta, para eso habría que saber el antes y el después de entrar al estudio de cada disco. Te podría decir que lo que hizo que me quisiera dedicar a esto fue ver el making of del “Black Album” de Metallica. Yo tendría 16 años.

-¿Puedes citarme a un productor actual que tengas como referencia?
-Esto va cambiando con mucha frecuencia, en estos momentos y por el disco que estoy haciendo, T-Bone Burnett. Te recomiendo que veas el documental “The New Basement Tapes”.