CARTAGENA. Marta Nieto ha presentado su primer largometraje como directora, La mitad de Ana. Reputada actriz, comenzó su andadura en la profesión en 2006 con El camino de los ingleses. Su gran éxito fue gracias a Madre, corto que fue nominado a los Oscar en 2018, y posteriormente fue nominada al Goya por su papel en el largometraje nacido de dicho corto. Ahora afronta su primer largometraje como directora explorando, como dice en la entrevista, temas que le interesan desde lo contemporáneo.
-¿Cómo surge el paso de actriz a directora?
-Tiene que ver con una pulsión de querer contar algo que me movía por dentro. En este caso tiene que ver con la identidad, con una fricción propia, con la maternidad…Conversar con temas que me apasionaban y me interesan, más allá de la propia identidad de madre, otro reflejo de identidades.
Empecé a escribir partiendo de esta fricción, dolor o necesidad de saber que me estaba pasando con mi propia maternidad y enseguida lo relacioné con otra exploración de identidad completamente diferente. Conviví un rato con el síndrome del impostor, porque he crecido siendo actriz y creía que dar el salto era algo que estaba fuera de mi alcance. Me presenté a unas residencias de la Academia de Cine, que son de desarrollo de guion, y ahí convalidaron la historia y el criterio que la acompañaba. A partir de ahí fue creciendo el proyecto y aquí estoy (risas).
En cualquier caso, son trabajos diferentes. Yo soy actriz. Trabajo desde ahí y dirijo desde ahí. Es cierto que la responsabilidad que significa cuidad una historia y saber que pulso tiene o materializar esa historia me ha encantado. Me he rodeado de gente que sabe más que yo y en ese sentido es fácil. Solamente es orquestar esos criterios hacia la luz. Como saben más que yo no ha sido muy difícil (risas).
¿Has cogido cosas de los directores por los que has sido dirigida?
Inevitablemente uno forja su manera de trabajar a partir de sus experiencias. En mi caso, tiene que ver con la practicidad. Para mí no es práctico ciertas maneras de trabajar que crean tensión o una especie de jerarquía demasiado estricta. Tal y como yo entiendo el set de rodaje, es un espacio lúdico de propuestas y creatividad. Hay una disciplina, por supuesto, que me encanta, que forma parte de la manera en la que se hacen las cosas. Nunca hay una falta de respeto. En los casos en los que eso estaba en un set, la historia se bloquea. Entonces no tiene tanto que ver con algo que uno decida, sino con lo práctico. Con lo que es necesario para que la historia se cuente lo mejor posible. Que haya un espacio de ensayos previos, una horizontalidad a la hora de trabajar que, en mi universo, es necesario para que la película salga bien.
Queda poco más de un mes para el estreno de la película en salas (10 de enero de 2025). ¿Sientes una sensación distinta en la promoción de la película siendo directora y protagonista?
Sí, mucha responsabilidad en acompañar la película como se merece, porque es el trabajo de mucha gente. Yo soy la cabeza más visible, evidentemente la he movido yo, pero forma parte de muchas energías, mucho tiempo, mucho dinero, de otras personas y otras creatividades. Ahora la tengo que llevar al lado y como a un hijo que quieres, presentarla con tu mejor versión. Para mí es una cuestión de honrar el trabajo en equipo, que es de lo más importante que tiene el cine. Te puede salir mejor o peor la historia, puede estar más acercada o no a lo que tenías en la cabeza, pero es fruto del trabajo de mucho esfuerzo. Está contando algo que para mí tiene sentido. Honrar todo de donde viene y hacia donde va, que es abrir la conversación a estos temas que para mí necesitan reflexión en las comunidades. Hablar sobre la identidad y los derechos. Ahí me animo y voy con una sonrisa.
Hablabas ahora de que luego la película puede distar de lo que tenías en la cabeza cuando se materializa. ¿Ha cambiado mucho tu película de lo que tenías en mente a lo que se verá en pantalla?
La película cambió mucho cuando entra Beatriz Herzog. Ahí se unieron dos criterios. Apareció el cuadro (que tiene un significado importante en la película), el tríptico que funciona en la película…Todo eso es fruto de dos mentes. En el set uno a veces no logra rodar todo lo que está escrito, o aparecen cosas que molan mucho. Esa alquimia que es el montaje de, con lo que hay, hacer la mejor película posible, funciona a través de otro criterio. En este caso es Pedro Collantes, que es un ser precioso. Entre él y yo, hemos escogido lo que consideramos que es la mejor versión de la historia. ¿Ha cambiado? Sí, pero eso forma parte del proceso. Hacer con lo que tienes, lo mejor posible. Tanto en el set, como en los ensayos y ahora en la promoción también.
Abordas una temática (la transexualidad) muy controvertida desde un punto de vista que no es muy común. Como afecta ese proceso al entorno de la persona en cuestión. ¿Qué te llevo a mirar la transexualidad desde ese punto de vista?
Nos interesaba contar el punto de vista de la madre. En realidad, la historia va de una fricción identitaria con respecto a la maternidad de una adulta. Tiene una hija que le propone una crisis. Podíamos haber escogido cualquier otra crisis, pero nos parecía interesante coger un espejo entre la crisis de identidad de la madre y la exploración de identidad de género de Son (nombre del personaje de la hija). Ahora, estos días reflexionando, estoy escribiendo otra película, pensaba que lo que me interesa del cine, del arte del cine, es que se puede explorar en la contemporaneidad los temas que te interesan.
La identidad de género era algo que me interesaba. Me parece un espacio apasionante para entender. No hemos llegado a ninguna conclusión. De hecho, desde que empezamos la película hasta que se acaba, se aprueba la ley trans, se estrena la película 20.000 especies de abejas, una película muy conocida que sienta unas bases sobre el tema. A nosotras siempre nos ha interesado seguir hablando de eso en otros lugares. En este caso, respecto a la responsabilidad que deben tomar los adultos respecto a este tema. La serenidad, el sosiego, el amor propio…Trasladar esta responsabilidad de cuidado, de educación, cuando ocurre algo así hacia los padres. A los niños no les pasa nada. Eso creemos, sentimos, pensamos.
Te quería preguntar como fue el proceso de reparto. En un primer momento, tu idea no era ser la protagonista.
Iba a ser otra actriz la protagonista, pero de repente no entraba. Ya estábamos a punto de rodar y entonces mi productora me propuso que fuera yo. Y dije que, igual, era el mal menor (risas). Y así fue (risas). Es verdad que fui asumiendo responsabilidades que si las hubiera visto desde el principio igual no me hubiera atrevido. Como fueron poco a poco… Igual que dirigir. Era más orgánico, cuando escribes un guion te lo estás imaginando, pero no era mi intención. Esto que nos pasa a todas, que crees que no puedes o sabes. Pero sí que puedes, sí que sabes. Solo te tienes que atrever.
¿Qué has aprendido en este proceso de estar al otro lado de la cámara?
Las dimensiones del trabajo de dirección son enormes. Las intuía, pero no las conocía de primera mano. He aprendido, sobre todo, que me encanta este trabajo, que tiene que ver con esto de juntar a gente que sabe mucho y ponernos de acuerdo en contar una historia. He aprendido que tengo capacidades, que creo que todos tenemos, pero que no sabemos que las tenemos hasta que las ponemos a prueba. Y he aprendido que uno va a un set con lo que tiene y con mucha humildad porque nunca se sabe.