VALÈNCIA. Màxim Huerta “vuelve a casa”. Este es el lema que repiten las promociones que À Punt ha lanzado para el inminente estreno de Bona Vesprada, el nuevo magazin vespertino de la radiotelevisión pública que coge el testigo del que fue el programa decano de la cadena, À Punt Directe, tal y como adelantó este diario. Ayer se presentó ante la prensa este programa y Duel de veus, un talent musical que se estrena este mismo sábado por la noche. Las expectativas, aupadas por el progresivo aumento de las audiencias de À Punt a lo largo de 2020, son altas.
Màxim Huerta se toma este regreso con toda la naturalidad posible. En la rueda de prensa hizo broma con su paso por el Ministerio de Cultura, y varias referencias a su etapa con Ana Rosa Quintana; confesó haber rechazado un proyecto de prime time para Televisión Española por este Bona Vesprada y agradeció estar en À Punt “una cadena que se cambia el nombre cuando le da la gana como yo”, dijo.
Bona Vesprada serán cuatro horas y veinte minutos de directo en el que la participación ciudadana será clave. A Huerta le acompañará Joan Espinosa para hablar de actualidad en la tertulia, Maria Fuster y Alfonso Ferrandis para estar a pie de pueblo, y Maribel Gil en las cocinas para la última parte del programa, que sustituye en la parrila a Així dona gust.
Tras la presentación en rueda de prensa del programa, Màxim Huerta atiende a las preguntas de Culturplaza.
- Vuelves a la televisión, vuelves a la autonómica, y vuelves a la cadena que te vio nacer profesionalmente. ¿Con qué ilusión recibes este encargo?
- Vuelvo siendo el de siempre, pero con más experiencia, más aventuras y más muescas en el revólver. Y eso me hace estar muy ilusionado y muy tranquilo.
- Cuando se desveló que tú serías el presentador de este programa la gente se preguntó mucho por si el idioma sería un problema.
- ¿Por qué?
- Esa es la pregunta que te traslado. Supongo que la gente cree que, después de tantos años en Madrid, hacer televisión en valenciano te será difícil.
- El problema sería en inglés o en francés, que los hablo pero… Sería complicado que hacer un programa si me hubieran llamado de la CNN o de France 2, estaría más nervioso. Pero el valenciano es mi segunda: soy de Utiel y criado en Buñol, y allí también somos valencianos. No quiero que quede la sensación de que esta es la tele de unos pocos. Esta es la tele de todos: con diferentes acentos y diferentes tipos de valenciano en la misma tierra. No habla igual el de l’Alacantí que el de Vinarós. Y creo que el más país a hecho de toda la televisión soy yo: soy de Utiel, crecí en Buñol, veraneábamos en Vinarós y ahora estamos en L’Albir. Las tres provincias son parte de mi historia personal.
- Aterrizas en À Punt para hacer un formato que conoces muy bien, y dices que vas a aportar tu experiencia. Supongo que la improvisación será un pilar de estas cuatro horas de directo.
- Cuatro horas son mucho, eh. Cuatro horas no es hacer un 36% de audiencia. En cuatro horas, la gente va, viene, se siente, se conecta, pero yo vengo a aportar mi experiencia en actualidad informativa, en el entretenimiento, y sobre todo, en la naturalidad. La televisión tiene que ser natural ante todo.
- Hablas de hacer compañía al público…
- Es que después de la pandemia, hemos redescubierto la cultura: las series, los libros, etcétera. Pero también hemos redescubierto la compañía que hace la televisión, y creo que eso es fundamental.
- Hay un debate sobre a qué público se dirigen los magazines de las autonómicas. Que si el modelo Canal Sur, que si el modelo TV3. Cuando tú hablas de “hacer compañía”, ¿a quién te refieres?
- Ese debate es elitista. Yo me dirijo a todo el mundo, al hipster, a la señora de Benicarló, al señor de Altea, al labrador de Utiel, a quien tiene una tienda de embutidos de Buñol, al arquitecto de Benidorm… A todo el mundo. Es que no hay que ser clasistas con la tele, que eso es un error de los que se creen modernos. La tele la ven todos, para verla, para entretenerse, o para criticarla. Y el mismo espectador que ve mi programa, después se puede ver una serie de Netflix o ponerse a leer a Schopenhauer o a Carmen Amoraga. La tele es un abanico de edades, culturas, zonas, partidos políticos, fiestas… Los que se ponen elitistas…
- También has dicho en la rueda de prensa que la televisión se olvida mucho del espectador y la espectadora. Tiene que ser complicado además tener que hacerlo sin público, ¿cómo va a compensar el programa eso?
- Bona vesprada va a ser muy abierto. A mí me parece excitante que sea así. Me parece complicadísimo de dirigir y de hacer la escaleta. No hay guion. No hay teleprompter. Me excita que sea un proyecto que vaya a estar tan vivo. Y para compensar la carencia de público va a haber mucha, muchísima conexión. Nos hemos acostumbrado a que la gente entre desde un móvil, o Raphael entre con Pedro Piqueras, o un científico del CSIC hable desde su ordenador para el informativo de Matías Prats. Nos hemos acostumbrado a una nueva tecnología, y esa es la que vamos a utilizar. El propio ciudadano es el que nos va a proponer el tema… A mí me parece estupendo.
- Cuando vuelva cierta normalidad, ¿habrá público?
- Mi mente ha cambiado tanto con la pandemia y va a haber tantas conexiones, que no había pensado en el plató lleno de público. Pero bueno, cuanta más gente más fiesta.
- Siempre dan vértigo las audiencias, y en À Punt, los medios y la ciudadanía pone mucho la lupa en ellas. Sabiendo que el anterior se canceló por dar unos datos de audiencia discretos y que hay tantas expectativas sobre el tuyo, ¿cómo llevas estas?
- Yo soy un obrero, hijo de un camionero y una modista. A mí me han encargado un proyecto y yo vengo a trabajarlo. Y si puedo disfrutarlo, mejor. Pero el orden es ese, y ese es mi motor. No puedo pensar en las cifras, tengo que pensar en el contenido y demás. Las cifras es algo que tiene que preocupar a las páginas web y en los despachos. Mi objetivo es otro.
- ¿Crees que preocupan en exceso?
- Es que la tele se hace para que te vean. Es normal que preocupe. También los diarios se hacen para que te lean, y la radio para que se te escuche, y los teatros para que se llene de gente… Todo se hace para que te vea. Todos tenemos nuestra audiencia, hasta la frutería o el economato y por tanto, todos dependemos de unos datos, pero mi objetivo es otro.
- Comentabas que este programa te deja una jornada laboral exigente, ¿vas a intentar combinar tu labor televisiva con la literaria?
- Sí, y con mi participación en Radio Nacional. El día es muy largo, me he propuesto escribir por la mañana, que era una cosa que ya hacía, y al acabar venir ya a la tele. Modiano siempre dice que con hora y media o dos horas de escribir hay suficiente y que lo demás es un dolor de cabeza. Yo soy muy alemán y sé organizar bien mi agenda.
- Déjame preguntarte lo siguiente desde tu perspectiva de escritor, À Punt acaba de hacer una llamada a las productoras para suplir una carencia importante de programas culturales en su parrilla. ¿Cuán importante crees que tiene que ser el peso de la cultura en televisión y de qué manera se va a colar en Bona vesprada?
- Es que la cultura es todo: es la ropa que uno se pone, la música que suene, las recetas que haga Maribel… La cultura no es solo una sala de museo arqueológico, son nuestras rondalles, nuestras leyendas, nuestra lengua, e incluso la cocina. Tampoco hay que ser elitistas ahí. La cultura no es solo una exposición de ilustración del país, sino todo lo que nos define como país, nuestra forma de ser y nuestra forma de actuar y de crear. Y la cultura será lo que nos sobreviva a ti y a mí cuando muramos.
La cultura no se puede vender de un compartimento estanco, sino que forme parte de toda la programación, incluso diría que de una forma discreta, porque la cultura es lo único que permanece, no el debate político.
- Pero esa carencia de À Punt no está en esa parte de la cultura, sino en el mundo artístico. Por eso te preguntaba por el peso de los escritores, de las bandas de música, de las exposiciones, en este nuevo programa.
- Pues la cultura es necesaria, y todo lo que yo pueda hacer para que haya más y darle altavoz, que me utilicen.
- Este es el primer proyecto que haces en tiempos pandémicos. ¿Cómo ha cambiado la televisión en tan pocos meses? ¿Cómo ves este nuevos escenarios?
- La tele ha cambiado por completo en muy poco tiempo. Ha renacido, porque ha sido necesaria. No quiero decir que nos hemos acostumbrado a las mascarillas, y quiero quitármela cuando se pueda hacer, cuando la gente este curada y haya gente que nos vacune (que por cierto, ese detalle se nos había olvidado, lo de que hubiera gente que nos vacunara). Quiero que sea un paréntesis. En esta etapa, la tele se ha hecho más sencilla, más flexible… No había unidades móviles, no se ha echado cables, y los programas se han adaptado. Buenafuente ha sido todo un ejemplo de cómo adaptarse a la realidad. La tele se ha flexibilizado y el espectador lo ha asumido bien, pero quiero que sea un paréntesis.
- ¿No te quedas con nada de este nuevo escenario entonces?
- Sí, con la flexibilidad y que se parece más a la radio.