Seamos sinceros, no podemos hablar con propiedad de cultura del mecenazgo en el arte porque realmente no existe como tal, pero de un tiempo para acá se vienen desarrollando algunos proyectos que dan pie a cierta esperanza y, quien sabe, a un cambio de modelo
VALENCIA. Quienes disponen de una cantidad de dinero muy por encima de la media, tienen a su disposición las más variadas formas de gastarlo o invertirlo. Unos compran equipos de futbol, otros aviones supersónicos, así hasta mil y una formas de jugar con él. El mecenazgo cultural es una más. A mí me parece una de las más interesantes porque en ello es tan importante y excitante el camino como el resultado, pero esta no deja de ser una opinión personal.
En cuanto tuve noticia de que los andamios se habían retirado, me acerqué con expectación, y dando un agradable paseo por el laberíntico entramado del centro histórico, a la Iglesia de San Nicolás cuyas obras de restauración de los fantásticos frescos han tocado prácticamente a su fin. Recuerdo haber ido en otras ocasiones hace años y lamentar su lamentable estado, afectados por el humo de las velas y por décadas, que no siglos, de abandono. El coste de la obra, como de la restauración exterior del edificio, ha sido asumido por una fundación creada por una señora que se llama Hortensia Herrero a la que no tengo el gusto de conocer personalmente. Dicha fundación, según su web, tiene clara vocación de recuperar la sensibilidad por el patrimonio artístico de la Comunidad Valenciana que se ha ido erosionando con el paso del tiempo y por los efectos perniciosos de la desidia. Sin duda a esto se le puede llamar mecenazgo. Otro proyecto en el que trabaja la fundación es en la recuperación del Colegio Mayor de la Seda. Un señorial edificio del Siglo XVIII, en el que destaca su azulejería barroca, que agonizaba literalmente mientras la ciudad se bañaba en carísimos fastos. Qué misterios insondables hay detrás de que una ciudad que rinde pleitesía a la industria de la seda todos los años allá por el mes de marzo en su fiesta mayor, haya dejado que esa institución antiquísima literalmente se pudriera, da para un artículo que llegará y un debate que propongo.
Quizás el concepto de mecenas haya cambiado con el tiempo, sin perder su sentido primigenio. El antiguo mecenas patrocinaba la carrera del artista y en muchos casos lo acogía en su propia casa. El mecenas pagaba y disfrutaba en privado. Hoy el mecenazgo tiene más que ver con el patrocinio y la donación para la apertura y disfrute público de espacios y colecciones. La vocación es pública, si bien en muchos casos no todo gratia et amore pues existen réditos a través de exenciones fiscales o publicidad. España no es país de grandes mecenas desde que el Antiguo Régimen feneció y fueran los monarcas los principales clientes. Esta filosofía es más propia, si lo comparamos con el ámbito anglosajón. Allí se emplea esa expresión de “devolver a la sociedad lo que esta antes te ha dado” además de que el estado promueve estas prácticas por medio de una fiscalidad ventajosa.
El mecenazgo artístico en Valencia no es una práctica extendida. Más bien son pequeños milagros que se dispersan por nuestra ciudad. La fundación Chirivella Soriano -inaugurada en el año 2005- es también un proyecto con clara vocación de exhibición pública y fomento del arte. Para ello se procedió a la recuperación de un palacio de origen gótico, junto a la Iglesia de los Santos Juanes,en el que las obras del siglo XX y XXI establecen una conexión verdaderamente singular. Sus fondos incluyen obras de Gerardo Rueda, Yturralde, Eusebio Sempere, o Teixidor. Puesto que no se trata de un museo, sino que se pretende tener una programación continua, actualmente la fundación exhibe una muestra titulada “Construyendo Democracia”. Una exposición colectiva principalmente audiovisual y fotográfica que reflexiona sobre la relación del arte y la democracia en unos tiempos de crisis del estado del bienestar.
Es más que significativo un proyecto de mecenazgo se encuentra en fase de ejecución. Ya está desde hace tiempo en boca de muchos y no descubro nada diciendo que se llama Per Amor a L´Art. Tendrá su sede en el edificio Art Decó de la fábrica de Bombas Gens diseñado por Cayetano Borso di Carminati en 1930. El mecenas es Jose Luís Soler, un empresario valenciano y contará como fichaje estrella con la participación de quien fuera director de la Tate Modern y factótum del IVAM en sus inicios, Vicent Todolí. El mecenazgo consiste en este caso en la adquisición y puesta en valor del ya histórico edificio en ruina inminente y el inicio de un programa de adquisición de obras para su exhibición pública.
Una forma de mecenazgo que se remonta al siglo XIX y de la que nacieron los grandes museos norteamericanos, es la donación de colecciones artísticas por sus propietarios. En este sentido hay dos nombres fundamentales en las últimas décadas: Jesús Martínez Guerricabeitia y Pere María Orts.
El primero es sin duda el gran mecenas valenciano del arte de la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos del XXI. Tal como contaba recientemente su hijo, fue un coleccionista compulsivo de arte, que aprovechaba las salidas de su mujer al mercado para recibir a artistas y marchantes. Cuando la situación comienza a ser ingobernable con varias estancias de la casa en las que era literalmente imposible penetrar, se tiene la feliz idea de crear el Patronato que llevará su nombre y que gestionará la donación de este importante patrimonio a la Universidad de Valencia. Entre las dos donaciones que se llevan a cabo, un total de mil obras entre pinturas, dibujos, fotografías y obra grafica, incrementan el patrimonio de la institución pasando a convertirse en la más importante colección de arte español de posguerra que existe en una universidad.
El caso de Pere María Orts está vinculado al museo San Pío V, institución donataria de los fondos. Un museo que se ha nutrido también de obras de colecciones particulares y que fueron donadas como la de Salvador Perellos en 1831, la de Martínez Blanch en 1835 o la de Juan Martínez Vallejo en 1877. Ya en 1963 se firma el acta de cesión de la importante colección Goerlich-Miquel. Pero en los últimos tiempos es sin duda la donación Orts-Bosch la que constituye el gran acontecimiento por la cantidad y calidad del legado.
El mecenazgo representa en la actualidad una importante vía de salida de obra artística al conocimiento púbico. No podemos negar que en España el mercado del arte a nivel particular no vive sus mejores momentos. Los mecenas disponen o emplean para las exposiciones espacios de una amplitud y con unas características que hacen posible la muestra de obra de grandes dimensiones, o que precisan de unos cuidados especiales para su almacenaje. Por otro lado el mecenazgo personal o empresarial tiene la virtud de mantener a una distancia prudente las zarpas de un poder político, que como bien sabemos es capaz de lo mejor pero también de lo peor a la hora de administrar el erario público con criterio.
Quizás se trate, como apuntaba Carlos Aimeur en un interesante artículo sobre el proyecto en Bombas Gens, un ejemplo de un cambio de paradigma que nos acerque en este terreno a países del área anglosajona y centroeuropea. Como decía Todolí, la iniciativa privada está ocupando el lugar del servicio público. Yo añadiría que esta iniciativa privada, al margen de lo político, es sinónimo de libertad, riesgo y generosidad; ¿Qué mejor manera de gastar el dinero?