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Nacho Vegas, el hombre que casi "saltó" de mi coche

El asturiano, uno de los mejores songwriters de la música en castellano, presenta su nuevo disco, Violética, el 21 de junio, en el Palau de la Música de València. Eso sí, antes voy a tratar de contaros una historia…

16/06/2018 - 

VALÈNCIA. Son las 2 de la madrugada de un martes. Todo el mundo sabe que es muy complicado seguir de fiesta un martes en València. Busco un bar, algo, para tomar la penúltima cerveza. El cuerpo pide alargar la noche sin pensar en las consecuencias conyugales y laborales que la cosa puede acarrear. Conduzco un Peugeot 206 negro y mi copiloto es Nacho Vegas.  Nacho se pone nervioso. Me dice que le deje bajar del coche. Le digo que le llevo al hotel, que no merece la pena seguir. Pero no, prácticamente abre la puerta en marcha y se apea abruptamente. Veo desaparecer su silueta, elegante y desgarbada, entre la oscuridad y las tenues luces la ciudad.

¿Cómo he llegado hasta aquí? Tampoco lo recuerdo a la perfección, pero voy a tratar de contarlo.

Profeta del rock

Por aquel entonces (hablamos del año 2013) La Muñeca de Sal grababa su disco más ambicioso. De la mano de la publicación estatal Rockdelux, habían conseguido financiación y distribución de un álbum que quedará para la historia del rock español: La Muñeca de Sal y Los Profetas. Un trabajo para el que el grupo valenciano proponía personales versiones de muy diversa procedencia, en compañía de vocalistas de prestigio como Sr. Chinarro, Fernando Alfaro, Joaquín Pascual, Tórtel, Senior, Llum o el propio Nacho Vegas.

Mi amistad con Sergio Devece (productor y bajista de La Muñeca de Sal) y el amplio tiempo libre del que disponía por aquellos tiempos, hacían que me desplazara al estudio de Sergio a vivir en primera persona alguna de estas grabaciones. En esos meses, todos los protagonistas desfilaban por las dependencias de Devece para dejar su eterno archivo sonoro. En aquel mágico lugar lleno de botones, amplificadores e instrumentos nunca faltaba la cerveza fría y otro tipo de licores. Ellos grababan, yo disfrutaba como un loco y bebía.

El día que le tocaba a Vegas -esto sí lo puedo evocar a la perfección- me llamó Sergio para invitarme. Se lo agradeceré siempre, pues era (y soy) fan del trovador de Xixón. La cosa me pilló currando, pero no lo dudé: me inventé cualquier excusa y me planté allí en cuestión de minutos. Cuando llegué estaban comiendo con él en un restaurante cercano al estudio.

Aparecí por allí con los nervios de quien va a compartir mantel con uno de sus ídolos. La conversación ya fluía y era fascinante escuchar hablar a Nacho. Como narraba su curiosa devoción sobre la familia Panero. Su fundado interés por esos genios autodestructivos que eran los hermanos Jose Luis, Michi y Leopoldo Panero. Cabezas y cuerpos echados a perder y a la vez inspirados por el alcohol y las drogas. Me pareció un ser cariñoso y extremadamente tímido; apenas hablaba con agradable hilo de voz y su trato era exquisito. De vez en cuando te miraba levemente a los ojos entre las greñas, daba gusto charlar con él.

De algo me acuerdo

Al llegar al estudio para meterse en harina, ya habían caído varias cervezas y alguna botella de mistela. Cualquiera diría que no era el estado ideal para grabar. Sergio indicó a Nacho su posición y lo dejó allí solo, al otro lado del cristal, para que se enfrentara al micro. Y entonces ocurrió: Nacho se puso a interpretar “Underwear” de The Magnetic Fields con tal sentimiento y profesionalidad que erizó toda nuestra piel. Esa letra tan sencilla y sensual era en su garganta un desgarrador y poderoso mantra. Esencia rock a raudales. Sin duda nuestro Nick Cave.

Luego aun fuimos al Rocafull, y alguien pasó algún canuto. Ahí se empezó a enmarañar todo un poco más. A nublar la mente de humo y vapor. Ya no sé cómo, Vegas y yo nos desmarcamos del resto y dimos con nuestros huesos en la barra de un bar de Cánovas que yo conocía bien. Estuvimos hablando largo y tendido sobre temas varios; no los recuerdo bien, solo algunas cosas. Le conté como un día, en 2005, le entrevisté en el pasillo de El Loco contra la pared y a vuelapluma; él bebía güisqui en vaso corto de cristal, la entrevista me salió como el culo… pero disfruté mucho haciéndola.  También le pude decir lo mucho que me había estremecido con muchas de sus canciones, la revelación que fue verlo en directo, en formato íntimo, junto a Xel Pereda; de aquella vez que manipulé a Mina para ir a verlo a El Varadero de Gandía y alguien en el público, justo delante de nosotros, sufrió una lipotimia; de lo mucho que me gustaban Manta Ray; de lo enganchado que estuve a ese original homenaje a su folclore que es Lucas 15. Y le refresqué la memoria sobre aquella maravillosa anécdota en el Monkey Week 2009, cuando todavía era en el Puerto de Santa María, en la que Gilbertástico se le sentó en las rodillas y, armado solo con un ukelele, le cantó en plena cara una simpática versión de esa obra de arte hecha canción que es “El hombre que casi conoció a Michi Panero”. Nos reímos. Brindamos.

La semana que viene, el asturiano, uno de los mejores songwriters de la música en castellano, presenta su nuevo disco, Violética, en el Palau de la Música de València. Al parecer viene con una sugestiva puesta en escena que promete. Será, además, El Día de la Música (21 de junio) y como broche de oro al delicioso ciclo Emergents al Palau. A ver si luego nos tomamos algo, ahora ya no bebo si tengo que conducir.

Por cierto, a la mañana siguiente de “saltar” de mi coche, me llamó la persona que estaba a su cargo. “¿Dónde está Nacho?”, me preguntó cabreada. Me dolía la cabeza y le dejé claro que lo perdí de vista sobre las 2 de madrugada. Aun así, me cayó la del pulpo, pues no había rastro del artista en el hotel. Parece que sí se pueden hacer cosas en València los martes.


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