VALÈNCIA A TOTA VIROLLA

Ni los Grammy ni la Navidad más grande: València, de momento, no busca el 'clickbait' urbano

València encara un nuevo momento en el que debe decidir si su proyección se basará en el titular fácil o en la realidad incontestable

2/12/2023 - 

VALÈNCIA. La práctica del clickbait -el titular anzuelo- se atribuye habitualmente a la prensa, pero es hábito común en la gestión urbana. Proyectar la realidad a partir de un buen reclamo para que sea el reclamo el que encarne la realidad.

En esa lucha encarnizada por lograr un click, gran cantidad de ciudades se desfiguran o toman prestadas fórmulas ajenas con tal de lograr una cierta atención warholiana que justifique una gestión, o bien simplemente entrar en una órbita -aparentemente- mundial. De ahí las previsiones hinchadas de retorno económico, de ahí productos comprados al mejor postor (una colección Rodin en Santa Cruz de Tenerife, unos Grammy Latino en Sevilla, la Navidad más iluminada del mundo en Vigo).

Como en una aceptación de las cookies eso provoca que el visitante acabe navegando por la ciudad en base a lo que el ofertante -la propia urbe- ha ofertado. En consecuencia, una simulación: la ciudad acaba adaptándose a los gustos de quienes la visitan hasta parecerse a ellos.  

La búsqueda del click representa el propósito de recuperar un protagonismo perdido antes de que el gran juego global esquinara a nuestra ciudad de cabecera. 

Lo mejor -y lo peor- de esa dinámica municipalista es que ni tan siquiera hará falta que los datos estén demasiado apurados. La capacidad para fantasear sitúa las previsiones de impacto en un territorio fake. Abel Caballero, alcalde navideño de Vigo, anunció que el montaje lumínico por Navidad ofrecía un impacto de 750 millones cada diciembre. En otra comparecencia fue a más hasta asegurar que durante la Navidad la ciudad recibía más de seis millones de personas al día. El periódico La Voz de Galicia, no se sabe muy por qué, veía algo extraño en la cifra:

“Los números de Abel Caballero significan que 348 millones de personas visitaron Vigo entre el 19 de noviembre y el 15 de enero. Sería una cantidad de personas equivalente a la población de Estados Unidos (340 millones), que es el tercer país con más habitantes del mundo. Venecia, una de las ciudades con más turismo del mundo, recibe 30 millones de personas al año y está colapsada. Son 800.000 al día, de media, es decir, siete veces menos que Vigo”.

El municipio, al auxilio, quiso aclarar que en realidad eran “6 millones en todo el período navideño”. Teniendo en cuenta que en ese mismo tiempo, 2022, Sevilla era la tercera ciudad con más visitantes del país con 3,4 millones al año por detrás de Barcelona y Madrid, los 6 millones seguían siendo un ‘poltergeist’ de luz. ¿Pero acaso importaba?

La edición número 24 de los Latin Grammy llegó a Sevilla. “Sevilla tiene algo muy especial, y en este caso tiene el privilegio”, dijo en la alfombra roja el entonces ministro de Cultura, Miquel Iceta. Esa cosa tan especial de la que usted me habla eran 29,18 millones de euros, el precio de compra en la subasta internacional: 22,88 a cargo de la Junta de Andalucía, y cerca de 4,8 sufragados por el gobierno central.

De Rosalía a Bizarrap, y de Karol G a Natalia Lafourcade, el despliegue de estrellas por el Palacio de Congresos y Exposiciones (FIBES) era la expresión de una necesidad: cuidar a la marca Sevilla, amenazada por la nueva supremacía de Málaga como estandarte andaluz ante el exterior. Sevilla necesitaba un golpe de efecto y reposicionar su marca como ciudad contemporánea capaz de aglutinar al firmamento musical. 

Los periódicos más eufóricos titulaban a golpe de adrenalina: ‘Éxito total de los Grammy Latinos: la gala deja en Sevilla un impacto económico de 100 millones’. Aunque unos días antes el alcalde había asegurado que el retorno superaría los 50 kilos, de golpe se convirtieron en 100. Ya puestos, por qué no 180. 

Insuflar autoestima a base de pagar a unos cuantos visitantes de paso para que te digan lo bonita que luces, está bien. Hacer marca Sevilla y servir de decorado, está bien. Pero vivir en tu ciudad ya debe ser alucinante. De tanto pensar en la ciudad como decorado, fragmentos paradigmáticos terminaron siéndolo: de 1.199 plazas en apartamentos turísticos en 2016 se había pasado a 46.000 en 2023. En Santa Cruz, en el centro histórico, el 61,2% de las viviendas tenía ese mismo uso. ¿De verdad Sevilla necesitaba más dosis decorativas? En un giro maravilloso de guion, Airbnb se anunció en la gala. 

En mitad de esa escenificación, ¿dónde queda València? Sin grandes galas ni una Navidad galáctica -la que ha presentado esta semana, haciendo hincapié en el Mediterráneo, más bien retrotrae a las navidades con mesura-, parecería que el modelo de la ciudad, en plena transición, escapa del uso del clickbait. Que los dos ‘grandes eventos’ ajustados a este ciclo sean la apertura del Centro de Arte Hortensia Herrero y una nueva edición del Maratón, refleja un camino identificable que la ciudad -frente a las tentaciones- no debería desperdiciar.

Más allá del rol público y el evidente mecenazgo privado que los soporta, corresponden a un modelo enraizado, definidos a partir de la recuperación de patrimonio propio y el escalado a partir de una base propia. Comprar al mejor postor propuestas desubicadas (ese afán incomprensible por tener un museo Hermitage) es más rápido, pero alumbrar proyectos endógenos sostenidos en el tiempo es más sólido.