De la mano de los artistas valencianos Jorge Rubert y Rebeca Plana descubrimos cómo es dedicarse a la pintura en compañía de animales y reflexionamos sobre a qué espacios culturales puede accederse con mascota
VALENCIA. Si tienes un animal en tu zona de trabajo su presencia influye, distrae, ameniza, a lo mejor hasta inspira, tal vez los artistas no tienen mascotas si no musas, compañeros peludos que deciden qué es lo que más les gusta del estudio, expresan sentimientos y a veces demuestran más sensibilidad y respeto que el de muchas personas. Pensemos en imágenes relacionadas del mundo de la cultura que han dado la vuelta al mundo; desde el escritor Cortázar posando con su gato pardo al hombro hasta las imágenes virales de obras del brasileño Rafael Mantesso, publicista brasileño que retrata a su bull terrier Jimmy con ingeniosos dibujos difundidos en redes sociales y expuestos en diferentes países.
Conozcamos a dos artistas de nuestro entorno que conviven con sus mascotas a las que mantienen cerca mientras crean y viven una intensa relación con ellas de modo que atienden a las reacciones de éstas frente a sus obras durante el proceso, las llevan consigo de viaje, durante montajes expositivos, inauguraciones y otros eventos culturales en los que disfrutan de su compañía en armonía. Se trata de Jorge Rubert (1976) y Rebeca Plana (1978), que expondrá en septiembre con la Galería Thema. A ambos los encontramos en sus respectivos estudios y preguntamos por su relación con los animales que les acompañan, así como por su experiencia al moverse con ellos en esta y otras ciudades por ocio o trabajo.
El pintor Jorge Rubert, a quien a menudo vemos en inauguraciones y exposiciones en galerías de arte acompañado por su perrita Tana, se encuentra este mes trabajando en su estudio terminando un tríptico en el que retrata a su preciosa gata blanca Lluna. "La naturaleza en todas sus formas siempre ha sido para mí la más profunda de las expresiones visuales. Los animales y especialmente los que comparten conmigo la vida; para mi son esenciales y sin duda es un privilegio convivir con ellos", comenta. Tiene en cuenta las necesidades de sus mascotas, que buscan cuidado y cariño constantemente, de manera tal que pasan tanto tiempo juntos que a veces se convierten en su inspiración para crear y lo acompañan mientras pinta.
Rubert nos cuenta que en ocasiones, con otras mascotas en el pasado, ocurrieron "accidentes" que interpreta con humor como señales que los animales nos lanzan para que variemos nuestro rumbo: "Mi antiguo camarada, Rubi, el cual solía ser muy respetuoso con mi trabajo… Meó en una de mis obras e incluso me hizo pensar que podía tener razón ya que había visto más pintura que mucha gente. Por otra parte, Tana, mi incansable compañera de juegos, mimos y aventuras en esta etapa, está siempre en la escena y aprecia los sitios donde hay pintura, estudios o galerías porque huele como en casa y le da confianza, debe de tener un apego a esos materiales repletos de minerales y matices que tan familiares le son. Puedo apreciar en sus gestos su ilusión y total consciencia presente sin límite ni engaño ni ego", señala aludiendo a la nobleza del reino animal en el que se actúa sin doblez.
"A Tana la pinté soñando que caía entre todos los objetos de su hogar. En estos momentos pinto unos óleos cogiendo como referencia unas fotografías distorsionadas, la sesión surgió a raíz de encontrar un viejo scanner y animar a mi gata Lluna amablemente a pasear sobre el viejo mecano... Pensé: ¡Esto es la curiosidad en estado puro! Este tríptico que acabo de empezar tiene un gracioso título sacado del juego de palabras del título de una canción de Frank Sinatra “I CAT YOU UNDER MY SCAN”( I got you under my skyn) esto lo dice todo. Son ángeles y su compañía en el viaje es más fiel que cualquier proceso químico humano", sentencia el artista.
Rebeca Plana nos cuenta que su fiel compañero Pollock, un labrador retriever de pelo corto y rubio, adora los pinceles, tanto que se los va cogiendo y trasladando de un lado al otro del estudio. Lo único malo que hace es que bebe del agua del cubo de suciedad que hay en el estudio y hay que frenarle para que no se ponga malo, claro, pero es un animal muy bueno. A simple vista se aprecia que se trata de un perro noble, hermoso y muy inteligente, su dueña lo corrobora con una amplia sonrisa, ella y su marido lo quieren como a uno más de la familia y lo llevan consigo a todas partes. Bondadoso, dócil y paciente, se llama Pollock en honor a Jackson Pollock, el célebre pintor estadounidense representativo del expresionismo abstracto. Aunque respete los lienzos este Pollock es juguetón y también le gusta salpicar con pintura cuando corre tras un pincel. Sus dueños agradecen ese carácter divertido porque lo convierte en un ser sociable que sabe estar con la gente.
"Apareció el día de mi cumpleaños... Una familia decidió abandonar al pequeño perro fruto de un regalo de Reyes o Navidad. Alguien puso un anuncio en Facebook contando la historia. A veces es útil tener redes sociales para encontrar hogar pronto y en este caso rápidamente yo fui a por él, que era tan pequeño... Al día siguiente ya estaba de viaje camino a Cuenca juntos. Pequeño-gran perro viajero tiene algo de artista él también, se ha acoplado a mi ritmo de exposiciones y viajes. En mi pequeño pueblo Albalat de la Ribera todo el mundo lo conoce y lo quiere, hasta los niños piden pasearlo cuando lo ven por la calle", explica Rebeca.
La artista pone el acento en un tema controvertido y de necesario debate ciudadano: dónde pueden y dónde no pueden entrar los perros. No solo por el hecho de que acostumbra a llevarlo con ella a todas partes, al menos a las que puede, si no porque también Pollock, cuya raza es conocida por ser la mayoritaria entre perros guía, se está preparando para colaborar con asociaciones de discapacitados y ayudar a niños autistas: "Lo suyo seria poderlo llevar en el tren o autobús. Poderlo entrar en los museos. Ahora en septiembre lo llevaremos al "cole de perros" será un futuro "ayudante de niños autistas", lo ideal es compartir a un perro tan bueno con otras personas, tiene un potencial para ayudar y disfruta haciéndolo, además ha conocido en su corta vida a grandes personajes del mundo del arte. Respeta a las personas y la obra y se queda quieto", aclara.
Cada animal tiene su carácter e identidad, como las personas, y no puede esperarse que ante los mismos estímulos responda siempre de igual manera sin embargo cuando éste es respetuoso y educado se comporta de forma excelente en el entorno cultural, lo vemos cuando en galerías y espacios privados permiten el acceso a mascotas sin que suceda ningún percance. No obstante hay pocos museos e instituciones públicas en las que posibiliten transitar las salas con perro, por ejemplo, mientras que en locales comerciales tipo Corte Inglés sí dejan entrar con perro a diario. Los perros pueden ir a algunas playas en unas épocas determinadas o a ciertas horas, esa es una lucha que los amantes de los animales hemos sostenido años y años. Pero salir a disfrutar con tu mascota no es fácil pese a que vía internet se consiga identificar lugares catalogados dog friendly o pet friendly según en qué zona te encuentres. Salvo perros guía no está permitida la entrada a museos como el Guggenheim de Bilbao, el Museo del Prado en Madrid o el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) en Valencia ya que la legislación vigente solo permite la entrada en espacios públicos con mascota si es guía absolutamente necesaria, a saber, "No se permite acceder al museo con mascotas, a excepción de los perros guía y perros de asistencia", aunque lleven correa y bozal. Habría que preguntarse por qué y si sería sostenible modificar tal normativa de manera que pudiésemos acceder con ellos con la garantía de que no supondrían un peligro para la conservación de las obras etcétera. A menos que los animales comenzaran a tomarse entonces la libertad de opinar con sus medios haciéndonos saber qué arte les gusta más o qué les gusta menos como Jorge Rubert advertía con su divertida anécdota del cuadro meado.