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CONCEJAL DE CULTURA

José Luis Moreno: "Queremos que grandes nombres de la cultura valenciana tengan su espacio en el Parque Central"

Del futuro Espai Valdés al presente del Palau de la Música, el concejal de Cultura del Ayuntamiento de València analiza su área en el ecuador de la legislatura

  • José Luis Moreno.
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VALÈNCIA. El área de Cultura del Ayuntamiento de València comienza el nuevo curso con no pocas cartas sobre la mesa. La concejalía, que lidera José Luis Moreno, alcanza el ecuador de la legislatura con grandes proyectos en el horizonte, como es la próxima apertura del Espai Manolo Valdés en el Parque Central, aunque también con cuentas pendientes como es la estabilización de la coordinación de los teatros municipales.

En la baraja también se encuentra la nueva etapa de La Mostra de València, que en apenas unos días inaugura su 40 edición, o la configuración de la estrategia València Music City. La mirada de este nuevo curso, con todo, vuelve a situar la urgencia en el Palau de la Música, que a unos días del inicio de temporada sigue sin asegurar la apertura de la Sala Iturbi . Sobre estas y otras cuestiones, desgranamos presente y futuro del proyecto cultural del Ayuntamiento de València con el concejal José Luis Moreno.

El Palau de la Música, pendiente del ‘cielo’

— ¿Estará lista la Sala Iturbi para el inicio de temporada del Palau de la Música?

— En este momento todavía no lo sabemos. Es posible que llegue, pero también puede ser que nos retrasemos algunos días o más. Están haciendo una revisión de todo lo que es el camaranchón de madera, los 1500 enganches. Esta semana ya nos darán alguna fecha más o menos aproximada.

— ¿La solución que se le está dando es definitiva o habrá nuevos cierres de sala?

— No, no es definitiva. La solución que se busque ahora, ya se verá si dura más o menos en el tiempo. De hecho, se va a hacer un control periódico cada dos o tres meses para ver que aquello se mantiene en condiciones. En un futuro quizás haya que hacer un cambio de todo el camaranchón, porque no se hizo en la reforma integral del edificio. Hasta que no acabe toda la obra no tendremos el informe arquitectónico que nos diga qué van a hacer, cómo lo van a hacer, o qué plazos tenemos, pero la posibilidad de que se tenga que cambiar en un futuro existe.

— ¿Qué es lo que provocó el desprendimiento?

— Como allá arriba no hay cámaras, realmente no lo sabemos. Estaban limpiando y manipulando una zona de camaranchón, y se desprendió el trozo. Ahora hay que ver hasta qué punto ese desprendimiento podía haber sido más o menos peligroso o si, en caso de que no se hubiera tocado, no hubiera pasado; o si tendría que haberse cambiado en la primera fase de la reforma.

— ¿Tienen un plan B para la programación?

— Sí, se han buscado ya espacios para que, en el caso de que no pudiéramos empezar la programación en el Palau, los primeros conciertos se reubiquen. Se ha buscado una ubicación alternativa y está hecha una prerreserva por si acaso ocurriera. Si se demorara aún más en el tiempo, habría que buscar más espacio pero creo que las tres primeras semanas de programación ya están cubiertas.

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— La segunda fase de las obras se ha retrasado más de un año desde que presentarais el plan. ¿Sigue confiando en que estén concluidas en 2027?

— Ahora mismo se ha acometido una primera actuación sobre el edificio anexo para cubrirlo y que no entre agua cuando llueve, que era el mayor problema que tenía el edificio. En 2026 licitaremos el proyecto, se adjudicará y, dependiendo de los plazos, seguramente lo tendremos a final de año o principio del siguiente. Con lo cual, en 2027 es cuando se licitaría la ejecución de la obra. El plazo no lo sabemos hasta que no nos hagan el proyecto, con lo cual no sabemos si van a ser seis, ocho o doce meses. Puede que acabe en 2027 o no, pero las obras de ese edificio anexo no nos preocupan tanto porque no afecta a la programación. 

— Esta es la segunda temporada a cargo de Vicente Llimerá. ¿Qué valoración hace de su propuesta artística para el Palau de la Música?

— Creo que ha sido una muy buena propuesta. Pero no porque lo diga yo, sino que ha sido muy bien aceptada por críticos, prensa y por el público. Ha funcionado bien, es la línea que debe seguir el Palau. 

— ¿A qué ritmo está yendo la implantación de València Music City y qué implicaciones tiene para la Concejalía de Cultura?

—València Music City es un proyecto de Ayuntamiento, no solo se refiere a Cultura, sino que abarca muchas concejalías. Por ejemplo, los grandes conciertos de música moderna no dependen directamente de nosotros; los conciertos de Viveros de la Feria de Julio, los lleva Fiestas. Entran muchas concejalías, no solo las que organizan actividad musical, sino todas aquellas que de alguna manera están implicadas de manera indirecta (como por ejemplo, por la ordenanza de ruido). Juan Pablo Valero lo que está haciendo es coordinar todo. Antes, teníamos que ir llamándonos entre las concejalías de Dominio Público, Turismo, etc.; ahora hemos conseguido que haya un interlocutor para todo.

De Valdés a Sorolla

— El Espai Manolo Valdés es uno de los grandes proyectos de la legislatura, ¿cómo nace el proyecto? 

— Surgió en muy poco tiempo. El IVAM renunció a la nave en la que estaba proyectada su subsede, entonces nos preguntamos qué hacer. Hablando con la alcaldesa llegamos a la conclusión de que deberíamos fomentar lo nuestro. Podemos tener espacios o museos en la ciudad de cosas que no son de aquí, que pueden estar muy bien, pero no marcan la esencia ni fomentan la cultura valenciana. Lo que hace que la ciudad tenga una identidad y sea distinta a las demás es que potencie lo propio.

Entonces buscamos y pensamos qué artistas contemporáneos valencianos podrían ir a ese espacio. El primero que salió fue Manolo Valdés. Pedimos su teléfono, la alcaldesa le llamó, sin saber qué respuesta íbamos a tener, y Manolo Valdés dijo que estaba encantado de poder tener ese espacio aquí. Él mismo dijo que hace unos años no se lo hubiera planteado, pero hoy en día sí quería tener ese espacio en València. De hecho, ha puesto todas las facilidades.

— ¿Este modelo se podría dar con otro artista?

— Sí. Hay idea de que, una vez colocada la primera pieza, en el Parque Central se pueda construir un relato. La idea es expandir esa idea al resto del Parque Central. Cuando esté acabado, va a haber más naves como la que se va a destinar al Espai Valdés. Con lo cual, esta primera pieza ya nos da el relato de lo que tiene que ser el resto y tiene sentido.

— En ese relato, ¿estamos hablando de otros grandes nombres, además de Valdés?

— Queremos que grandes nombres de la cultura valenciana tengan su espacio ahí y que al final sea un gran parque de artistas internacionales. Os podéis imaginar alguno que está en mente, pero no lo podemos decir porque no se ha contactado con nadie y no sabemos lo que van a decir.

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—Recientemente se presentó el proyecto de Museo Sorolla en el Palau de les Comunicacions tras el acuerdo entre la Generalitat y la Hispanic Society, ¿cuál es la implicación del Ayuntamiento?

— El proyecto es casi al 100% de la Generalitat, pero el Ayuntamiento estará representado dentro de esa fundación y aportará a ese nuevo espacio cultural lo que pueda. Igual los Sorolla que son propiedad del ayuntamiento podrían estar también en ese espacio. La Generalitat es la que está un poco capitaneando ese proyecto, pero el Ayuntamiento sí que formará parte de esa fundación.

— ¿Cómo ha sido la relación y colaboración con la Conselleria de Cultura de José Antonio Rovira?

— Tenemos muy buena relación con ellos; más que con el conseller, que hay trato pero no es el trabajo del día a día, sobre todo es con la Secretaria Autonómica de Cultura, con Pilar Tébar, y con Marta Alonso y Miquel Nadal. Con ellos tres hay una línea fluida de contacto y trabajo.

— El Ayuntamiento presentó tres propuestas de localización para el monumento a Joaquín Sorolla a Costas. ¿Ya se ha recibido alguna contestación?

— Todavía no. En septiembre les mandamos un escrito porque se habían cumplido tres meses desde que las enviamos y les requeríamos de nuevo la respuesta. Si no, entendemos que podríamos utilizar cualquiera de los espacios. Estamos a la espera a lo largo del mes de octubre, y a partir de ahí ya veremos. 

—¿Y si Costas no contesta?

— En el requerimiento decíamos que si en un mes no nos decían nada, entenderíamos que era silencio administrativo positivo. Pero espero que contesten. Nosotros propusimos tres localizaciones, una en la arena y dos en el paseo. La de la arena era la ideal porque es su ubicación original.

Nueva etapa en La Mostra de València

—Hace dos años, el titular de la entrevista que concedió a Culturplaza fue este: "València tiene dos festivales de cine medianos y nos gustaría que tuviera uno grande”. Con todo lo que ha pasado, ¿ya está descartada la fusión entre La Mostra y Cinema Jove?

— Nunca hay que descartar nada, pero es verdad que en aquel momento los dos festivales estaban en una situación complicada desde el punto de vista estructural. Yo planteé esa fusión para crear algo nuevo con una estructura fuerte y que funcionara. Se estuvo hablando del tema, pero desde el Institut Valencià de Cultura no lo tenían claro porque tampoco querían perder Cinema Jove. Así que como Ayuntamiento hicimos camino. La integración de La Mostra dentro de la estructura del Palau de la Música a nosotros nos salva todos los problemas estructurales que tenía: el organismo de La Mostra tenía a una única persona en plantilla, porque la dirección artística dependía del Ayuntamiento, y luego tenía otras dos plazas del organigrama, pero estaban vacantes. Era imposible que funcionara con una persona.

Ahora el Palau de la Música le da una cobertura administrativa y La Mostra está en una situación sostenible, equilibrada y no tiene carencias. Una vez ya consolidado esto, salvo que hubiera alguna propuesta por parte de la Generalitat, en principio nuestra idea no es fusionarla. Ya tenemos el festival y vamos a consolidarlo.

— En este sentido, ¿cuáles son las nuevas ambiciones del Ayuntamiento con La Mostra para potenciarla?

— Aunque yo venga del campo del audiovisual, yo no me meto en nada de lo que es el festival de cine. De hecho, a Sara [Mansanet] lo único que le dije es: “si necesitas cualquier cosa, me lo dices. Yo tengo una agenda para lo que haga falta”. De hecho, algunos de los preestrenos que hemos hecho han sido tirando de agenda, contactando y queriendo traer más cosas para que La Mostra no sea solo la semana del festival. Mi objetivo no es tanto ver cómo está en este momento, porque sé que los festivales tardan en crecer, pero sí que ese crecimiento pueda ser sostenido y sostenible. En cuatro o cinco años, mi objetivo es que La Mostra tenga una consideración, al menos dentro del ámbito estatal, como otros festivales de cine como Gijón o Sevilla.

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— ¿Y cómo se hace eso?

— ¡Eso es una labor de picapedrero! Se hace con el tiempo, primero consolidando una programación de calidad, que el público la vaya aceptando, y que, poco a poco, podamos ir trayendo aquí a más invitados y prensa. Al final, eso es lo que le da consistencia a un festival. En San Sebastián, por ejemplo, te encuentras con todo el mundo, y en una semana de festival haces todos los contactos y reuniones que igual te costarían seis meses hacer durante el año y moviéndote por muchas ciudades. Así que el objetivo es eso: que poco a poco la industria vaya mirando hacia València.

—En todo caso, está satisfecho con la propuesta de Sara Mansanet.

— Sí, me gusta la propuesta que ha hecho. Es muy suya, como cada uno tendríamos la nuestra. Pero es verdad que para los pocos meses que ha tenido de tiempo, porque ha empezado tarde, está muy bien. Ahora hay que hacer que siga creciendo y mejorando, pero creo que va por el buen camino.

El futuro de los teatros municipales

— El Teatre el Musical (TEM) cumple un año sin dirección. Una de las dos plazas convocadas de Coordinación de Teatros quedó desierta.  ¿Cuándo se volverá a convocar?

— Las plazas no son de dirección del teatro sino que son coordinadores. Son plazas que se crearon en la anterior legislatura y a las que solo se pueden presentar funcionarios. Se convocaron y una quedó desierta, que no es la del TEM porque no tienen un espacio asignado. Lo que pasa es que, como una de ellas la ganó Tatiana Clavel, lógicamente ella va a continuar en La Mutant.

Ahora lo que se va a hacer es volver a convocar esa plaza desierta. Incluso se estaba pensando la posibilidad de hacer una comisión de servicios, que se puede hacer entre funcionarios de cualquier administración por un plazo de dos años. En cualquier caso, sí que le hemos pedido ya al departamento de Personal que la vuelva a convocar. Esto no trastoca la programación porque la gestionan desde el servicio [de la concejalía].

— ¿Quiere decir que, hasta que se cubra la plaza desierta, Tatiana Clavel es coordinadora de ambas salas?

— Pero con la ayuda del servicio de Acción Cultural. Ella está de interlocutora, pero también el jefe de servicio está haciendo la interlocución con algunas de las propuestas que llegan.

— La programación propia de los teatros municipales suele ocupar entre octubre y mayo -con eventos puntuales y externos en junio y septiembre-, ¿deben ampliar las salas su actividad? 

— Ojalá pudieran estar 12 meses pero, por un tema de personal, ahora mismo es imposible. Es verdad que no hay una demanda tan grande en estos dos teatros en los meses de verano. Pero están cambiando todos los hábitos: antes agosto era un mes que la ciudad estaba desierta y muerta, y ahora ya no. Y ya no es que tengamos turistas, es que hay mucha gente de València que se queda en la ciudad. Estos hábitos que están cambiando posiblemente nos lleven a tener que hacer una programación cultural durante los meses de verano; sobre todo en agosto, que es el mes que se suele cerrar en muchos los espacios culturales.

— Más artes escénicas: las obras para la apertura del centro de artes escénicas Bombalino están en marcha. Conocemos la forma, pero, ¿quién lo dirigirá?¿qué proyecto se dibuja?

— Hay una parte muy simbólica que ha de permanecer, que es el Teatro de Titelles de La Estrella, que va a tener su espacio. Y luego va a contar con varios espacios que son básicamente para ensayos, residencias... No estará abierto al público, aunque sí tendrá una pequeña grada para actividades escolares. Sobre la forma de gestión de ese espacio, no se dejó por escrito en ningún sitio qué tipo de gestión tenía que ser y ahora estamos barajando qué modelo es el más adecuada. El servicio está haciendo un estudio de qué tipo de gestión están llevando espacios similares en el resto de España. Está la opción de hacer una gestión totalmente pública, con funcionarios, y, por otro lado, externalizar el servicio. Estamos viendo cuál sería la más adecuada y posiblemente sea la privada, porque el modelo de los nuevos centros culturales, que son todos de empresas privadas de gestión cultural, están funcionando bastante bien.

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Los nuevos centros culturales

—Del centro del cómic Micharmut parece que no hay novedades, ¿en qué punto está?

— Tenemos el proyecto y hemos pedido presupuesto para la ejecución de la obra. Si tenemos el presupuesto, lo podremos sacar el año que viene. Y si no, pues tendrá que esperar algo más. Al final, tú tienes un montón de proyectos y no tienes dinero para todos. Dentro de un par de meses, cuando tengamos presupuesto podré decir si hay para licitar la obra en 2026. Sé que tengo varios espacios para ejecutar obra el año que viene y para todos no voy a tener presupuesto. 

— El Ayuntamiento de València ha ofrecido la Casa dels Bous a la Diputación de València. ¿Se ha descartado el proyecto del Museu de la Mar?

— Esto fue porque la mayor parte del material que íbamos a tener nosotros para la Casa dels Bous es de los museos de la Diputación. Entonces ellos se interesaron por poder hacer un proyecto en común entre las dos administraciones, porque además siempre han querido también tener un Museo del Mar. Seguimos en conversaciones, y a ver al final cómo queda el tema, porque ellos tenían mucho interés. Nosotros estamos ya empezando a llevar todo el material museográfico, con lo cual, de aquí a final de año estará ya montado el museo. La apertura depende de si con la Diputación llegamos a algún acuerdo para que ellos gestionen determinadas cosas y nosotros otras.

— Con el anuncio de la Diputació de València de reconvertir el MUVIM, el Palacio de Montortal volvería a no tener uso asignado. ¿Qué quiere hacer el Ayuntamiento de València con este espacio?

— Ese palacio se compra para ampliar el archivo histórico, que está al lado, en el Palacio de Cervelló, pero nos encontramos con dos cosas. Por un lado, que el archivo histórico es el que es, no va a crecer mucho más. Por otro, el Palacio de Montortal, al tener una estructura de madera, tampoco servía para tener un archivo de estas características, no era el lugar más adecuado. Es verdad que hubo una oferta a la Diputación por si les interesaba ese espacio. Ahí hay una reforma muy importante que hacer; la estructura está bien, pero algunos techos hay que retocarlos enteros. Se le ofreció, los técnicos lo vieron, y en principio no lo vieron como posible museo para sus obras.

— ¿Y entonces cómo pretenden llenar de contenido ese espacio?

— Hay varias opciones, pero no te lo puedo contar [ríe]. Hay tres proyectos encima de la mesa. Es un palacete precioso, pero es complicado porque no cabe cualquier cosa. Este proyecto, en todo caso, seguro que iría para la próxima legislatura.

— Al mismo tiempo que se recogían los restos del monumento a Sorolla, también se anunció la catalogación de la Tortada de Goerlich, ¿se ha tomado alguna decisión sobre su ubicación? 

— El arquitecto que hizo la catalogación de todas las piezas tenía por contrato que indicar propuestas de ubicación, aunque no sean vinculantes. Lógicamente, la primera propuesta fue Plaza del Ayuntamiento, su lugar original, pero era imposible porque es donde va la falla municipal. Como está pendiente la remodelación de la plaza, al estudio de arquitectura se les comentó por si ellos querían y entendían que debían integrarlo. Pero claro, ellos tienen su propio proyecto. La otra opción que se ha comentado, y parece que hay bastante unanimidad, es que acabe en el antiguo cauce del río, a la altura del Museu de Belles Arts. 

El futuro pasa por el Turia

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— En el Debate sobre el estado de la ciudad 2025 la alcaldesa María José Catalá habló de 'Culturia' como proyecto de ciudad, ¿qué es? ¿Qué implicaciones tiene en al ámbito cultural?

— Culturia es un tema que está acuñado hace décadas, pero nunca se ha llegado a concretar. El mandato es el darle forma. Aunque parece que nos refiramos solo al antiguo cauce del río y todas las instalaciones que tiene, también tiene que irradiar un poco más allá. Ahora hay un proyecto conjunto de varias concejalías para darle forma. Por la parte de Cultura, en el río tienes integrados el Palau de les Arts y el Palau de la Música. Queremos realizar actividades culturales en el río, como estamos llevando mucha actividad cultural a los barrios y algunos parques. Pero además tenemos pegado al río la Casa-Museo Benlliure, el Museo de Historia, el Museu de Belles Arts; pegado al río está el Palacio de Cervelló y la Fundación Bancaja… Se trata de fomentar eso.

— Entiendo que es poner en valor lo que existe y generar programaciones, como se hace en Cultura als Barris.

— Esa es la parte de cultura, pero luego también está el deporte. Se trata de unificar todo bajo esa marca, que se identifique más. Una de las cosas que más te das cuenta cuando llegas a una administración es que las cosas han ido creciendo de una manera y poner orden es complicadísimo. Pero bueno, hay que intentarlo. Por lo menos en esta parte, que la tenemos más o menos clara: que en ese cauce se enmarque la vida cultural, deportiva y social de la ciudad. Sobre todo cuando se haga el parque de la desembocadura, que también tendrá espacios culturales.

— Estamos a mitad de legislatura, ¿cuál es la gran ambición o cuál sería el éxito de aquí a dos años para la Concejalía de Cultura? 

— El éxito sería acabar los proyectos que hemos empezado. Hay proyectos heredados que se encuentran acelerados, como es el Centro Bombalino o la Casa dels Bous. También los que hemos empezado y con los que tenemos margen, como es el Centro de Interpretación del Santo Cáliz, queremos terminarlo antes de que acabe la legislatura. Y luego, iniciar otros como la Biblioteca de Malvarrosa, que es una reivindicación del barrio desde hace muchísimos años. El éxito es acabar las cosas que estaban a mitad, las que empezamos que podamos acabar, y dejar dos o tres cosas importantes empezadas para que se acaben. Y eso, por los plazos de la administración, ya es el éxito.

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