VALÈNCIA. No se puede decir que Okuda (Santander, 1980) flipara en colores ayer al entrar al taller de José Latorre y Gabriel Sanz, pero porque de momento (casi) todo estaba en blanco. El artista urbano es la gran apuesta de este año para acercar el mundo de las Fallas a sectores que no le son del todo próximos con un proyecto ‘marca de la casa’ para él pero que romperá con todo lo que se ha visto hasta ahora en la Plaza del Ayuntamiento. Encargado del diseño de la falla municipal para 2018, la de ayer fue su primera visita a València tras presentar el proyecto, momento en el que las fotografías que ha ido recibiendo durante semanas por WhatsApp cobraron volumen. “Ha sido increíble. Ahora me hago a la idea de las dimensiones reales”, cuenta. Tomó durante una hora el testigo en el taller de Ciutat Fallera, un trabajo que se intensificará especialmente en enero y febrero, cuando el creador aplique sus vibrantes colores a la construcción. Pero, cuidado, no será el único que lo haga.
La falla de este año también será participativa, un proyecto que permitirá que algunos visitantes puedan dar el último toque a ‘Equilibrio universal’, nombre de la obra, e incluso invitará a distintos artistas a participar en ella una vez sea plantada en el corazón de la ciudad. "Mi trabajo es volumétrico pero al final son partes muy planas. De repente alguien puede hacer el triángulo verde 555, por ejemplo […] En torno a la falla van a pasar cosas, y muy guapas", avanza. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó pintando vías y fábricas abandonadas de su ciudad natal en los años noventa, una trayectoria que le ha llevado a definir un estilo inconfundible que hoy se puede ver en todo el mundo. También en las gafas de sol que luce a su entrada al taller de Latorre y Sanz, diseñadas por él. La maquinaría Okuda vuelve a estar en marcha.
Si bien las fallas trabajan normalmente temas de actualidad, en este caso el proceso de creación ha sido interno. “He indagado en mi obra, he sacado los iconos reconocibles y le he dado un pequeño toque de actualidad”, explica. Efectivamente nadie que haya seguido la carrera del artista se encontrará con una ruptura, sino con un orgasmo multicolor cargado de guiños a su trayectoria. Okuda en su máxima expresión. “Una cosa que igual todas las fallas intentan hacer y yo no es que, al final, esta es una obra de un artista que habla de lo que hablan sus obras, independientemente de esa sátira que buscan todas”. Efectivamente, ‘Equilibrio universal’ se concibe como un homenaje, un repaso a su producción que presentará en la semana fallera y que, ojo, no viene solo.
La falla será la pieza de mayor volumen que jamás ha realizado, un hito que celebrará con un documental pensado para ser emitido en la futura À Punt y con su primera exposición retrospectiva, que acogerá el Centre del Carme coincidiendo con el periodo festivo. La muestra ocupará la sala Ferreres, la joya de la corona del museo, un espacio que acogerá desde fotografía hasta instalaciones. “Quiero que la pieza principal sea una escultura de gran formato, variará depende de los presupuestos”, explica. Consciente de que su estilo es una marca capaz de ser aplicada a distintos soportes, artísticos o no, con esta exposición busca ahondar un poquito más sobre su universo y qué dicen aquellos colores que tanto ama.
Históricamente los colores han sido asociados a sensaciones, a emociones, tonalidades que con el tiempo incluso han adquirido un componente político y social, colores que sirven que definir distintas reivindicaciones o causas. "Estudié psicología del color, es muy interesante. El hecho de representar todos los cuerpos con la geometría multicolor simboliza la multiculturalidad, la igualdad", explica el creador. Son estos colores los que vestirán una falla que ha creado desde la libertad, un requisito básico a la hora de aceptar cualquier da sus proyectos. A partir de ahí, dejar volar la imaginación. "Una obra de arte, lo primero que tiene que hacer es enamorarte, hacerte sentir. Si consigues transmitir y encima tienes una identidad visual única, ese es el camino. Haga fallas o gafas, mi identidad está ahí".
Si bien en su producción antes pesaba más el graffiti y ahora va ganando la escultura -las próximas se verán en Boston- es con las fallas lo que le ha permitido jugar con los dos universos. " La parte menos efímera de mi trabajo son las esculturas, que las colocas en galerías o en espacio público y perduran. Una pared se pinta y se vuelve a pintar. La falla es unir el inicio, las raíces de mi mundo, con la última parte de mi trabajo". Sin embargo, todavía no ha tocado techo pues, confiesa, uno de sus próximos retos es traducir su iconografía en el lenguaje del cine de animación. Por el momento, eso sí, el techo está en los 20 metros que medirá 'Equilibrio universal'.