LA PANTALLA GLOBAL

Por qué 2017 será el año de David Lynch 

Se estrena en España un documental sobre el cineasta americano, que será protagonista de la temporada por diversos motivos

31/03/2017 - 

VALÈNCIA. Seguro que lo han leído por ahí: Ahora resulta que Twin Peaks (1990-1991) no era para tanto. Con algo hay que ganarse las lentejas (o los clicks), y parece que lo que procede en estos momentos es restar méritos a David Lynch, uno de los creadores más personales y arriesgados no ya de su generación, sino de la historia del cine. Así, en toda su amplitud. No hay más que remitirse a su última película estrenada comercialmente, la compleja, desbordante y polisémica Inland Empire (2006), para constatar que el paso del tiempo nunca ha hecho mella en su concepción de un arte que, en sus manos, no conoce límites. Desde entonces, eso sí, no ha realizado un largo, quizá porque no es un director rentable para los productores: “El tipo de cine que yo hago ya no es viable”, declaró en 2014. Pero eso no quiere decir que haya estado parado: Lo atestiguan más de una decena de cortos, un documental con Duran Duran… La de Lynch es una mente inquieta.

Y polifacética. En los últimos años, ha desarrollado una carrera musical en paralelo a la cinematográfica que se salda con discos de incuestionable interés como Crazy Clown Time (2011), donde contó con la colaboración de Karen O (Yeah Yeah Yeahs), y The Big Dream (2013), donde le echó una mano Lykke Li. No obstante, sus primeros pasos como compositor se remontan a su debut en el largo: En Cabeza borradora (Eraserhead, 1977) ya firmaba la letra de la misteriosa canción In Heaven (que luego versionarían los Pixies), y en Terciopelo azul (Blue Velvet, 1986), Corazón salvaje (Wild at Heart, 1990) y Carretera perdida (Lost Highway, 1997) aparece como autor de la música adicional. Sin olvidar, claro, el tándem que formó con Angelo Badalamenti, a mayor gloria del repertorio de la cantante Julee Cruise, o su participación en el proyecto Dark Night of the Soul (2010), un álbum de Danger Mouse y Sparklehorse en el que se codeó con los Flaming Lips, Iggy Pop, Julian Casablancas (The Strokes), Suzanne Vega o Vic Chesnutt, entre otros. No hay, por ahora, noticias discográficas de futuro relacionadas con Lynch, pero sí en otros ámbitos. 

El documental

Este fin de semana, por ejemplo, llega a las pantallas españolas (tras pasar por los festivales de Venecia, Londres, Rotterdam o París) el documental David Lynch: The Art Life (2016), firmado por Jon Nguyen, Olivia Neergaard-Holm y Rick Barnes, que se centra casi de manera exclusiva en su faceta de artista visual. A lo largo de hora y media, el espectador comprueba cómo disfruta Lynch de lo que él mismo denomina ‘la vida artística’, trabajando feliz en un estudio excelentemente equipado de las colinas de Hollywood donde lo tiene todo a mano, incluyendo a su Lula, su hija más joven. El film recoge valioso material de archivo, que ilustra las reflexiones del cineasta sobre sus primeras obras, cargadas de anécdotas que revelan sus raíces estéticas. Lynch creció en una zona residencial y recuerda una infancia agradable, marcada por el amor de sus padres, que le dieron total libertad para descubrir en qué dirección quería encaminar sus intereses.

Lo más interesante de la película es que se centra en el periodo que llega hasta la realización de Cabeza Borradora, que Lynch considera su primera “pintura en movimiento con sonido”, buceando en una adolescencia en que durante un tiempo frecuentó compañías dudosas, pero que se encauzó definitivamente cuando descubrió el arte y, de repente, todo encajó. Entonces se puso en marcha la creación de ese mundo “lleno de esplendor y oscuridad” que hoy todos conocemos como lynchiano. Y no son tantos los artistas que pueden presumir de que su apellido se haya convertido en adjetivo. En su caso, relacionado con una estética de reminiscencias oníricas, ya que según el escritor Barry Gifford, autor de Corazón salvaje y Carretera perdida, para Lynch “entrar en una sala de cine es como penetrar en un sueño. Debes rendirte y dejarte atrapar por las imágenes y el sonido”. 

El libro

Pero el documental que se estrena en España no es la única noticia relacionada con Lynch. La bibliografía española no escasea en volúmenes dedicados al cineasta de Missoula. Sin ánimo de ser exhaustivos, cabe recordar el notable David Lynch por David Lynch (Alba Editorial, 2001), estructurado por Chris Rodley a partir de declaraciones del cineasta, así como las documentadas monografías de Juan Miguel Payán (Ediciones JC, 1991), Quim Casas (Cátedra, 2010) y el francés Michel Cion (Paidós, 2003). Desde esta misma semana (se editó el 27 de marzo), se puede consultar uno más, editado por Alpha Decay en su colección Héroes Modernos. Se trata de David Lynch. El hombre de otro lugar, aparecido originalmente en 2015 y escrito por Dennis Lim, periodista de The Village Voice, realizador de programas de cine y actual director de programación de la Film Society del Lincoln Center de Nueva York. 

¿Era necesario un libro más sobre Lynch? Según se mire. La perspectiva de Lim es la de facilitar las cosas a quien, interesado por el cineasta, no haya sido capaz de comprender todavía en qué consiste su lenguaje, sus intenciones y sus méritos. Así, el autor propone una aproximación a Lynch desde diferentes ángulos, ya sean la posmodernidad o el surrealismo, la ética o la religión, para sacar algunas cuestiones a la luz y aclarar ideas y conceptos que muchas veces habían resultado confusos o laberínticos. En palabras de sus editores españoles, “posiblemente es el mejor ensayo para comprender qué pasa por la cabeza de uno de los directores de cine más relevantes de nuestro tiempo”. Y si no se fían de ellos, que son parte interesada, aquí va la opinión del fantástico director canadiense Guy Maddin. “Este libro cristalino de Dennis Lim reúne la fascinación por los pequeños detalles de la vida de Lynch y varias observaciones reveladoras sobre su modo de producción, para ofrecer una visión asombrosamente lúcida, y a la vez lírica, de su trabajo. Lim está tan versado en el lenguaje del cine que su contextualización de la trayectoria creativa de Lynch, tanto como arte como parte de la industria, me parece la definitiva. Esta es la última palabra en cuanto a David Lynch se refiere”. 

O la penúltima, porque el propio Lynch puso al servicio del lector hace años Atrapa el pez dorado. Meditación, conciencia y creatividad, que Reservoir Books tradujo al castellano en 2008, y donde abría una ventana a su método creativo como artista haciendo hincapié en el asunto que más le interesa actualmente: la divulgación de la práctica de la meditación trascendental. De hecho, la última vez que estuvo en España fue por ese motivo. El desaparecido Rizoma Fest de Madrid le invitó a impartir una clase magistral en 2013 que desbordó cualquier previsión de asistencia de público y en la que confesó que su interés por la cuestión viene de lejos: “Desde hace cuarenta años no hay día que no medite veinte minutos por la mañana y veinte por la tarde. Sirve para cualquier persona y cualquier credo en cualquier parte del  mundo. La idea es llegar a profundos estados de la mente y del intelecto hasta alcanzar un estado de pura consciencia que hace que tu inteligencia, amor, felicidad y creatividad se multiplican generando una energía y paz interiores que resultan contagiosas”, aseguró a su paso por la capital.

La serie

Al documental y el libro hay que sumar, por supuesto, el que será el acontecimiento catódico del año: Vuelve Twin Peaks. El anuncio de que Lynch retomaba veinticinco años después la serie que cambió para siempre la ficción televisiva fue tan inesperado como celebrado. Sí, claro, aprovechando el entusiasmo generado tampoco han faltado los haters a los que aludíamos al inicio del texto, pero si no les interesa no tienen más que ponerse a ver otra cosa. El resto ya tenemos marcado el 21 de mayo en el calendario. Es la fecha en que Showtime (en España, los derechos son de Movistar) emitirá el primero de los dieciocho nuevos episodios, que Lynch ha vuelto a elaborar con su inseparable Mark Frost. En principio solo debían ser nueve entregas, pero el equipo empezó a trabajar y la cifra se dobló. Y según David Nevins, presidente de la cadena americana, se trata de “heroína pura de David Lynch”. ¿Tienen su babero preparado?

Así pues, la cuenta atrás para volver a ver al agente Dale Cooper (Kyle MacLachlan), el doctor Jacoby (Russ Tamblyn), Shelly Johnson (Mädchen Amick) y la delirante familia Palmer ha comenzado. Y ojo con los nombres que se añaden a los supervivientes del reparto original: Richard Chamberlain, Michael Cera, Laura Dern, Ashley Judd, Jennifer Jason Leigh, Tim Roth, Amanda Seyfried o Naomi Watts son algunos de los rostros que se pasean por la nueva temporada de un sofisticado culebrón en el que lo que menos importó siempre fue quién demonios mató a Laura Palmer. Pero sí era lo que intranquilizaba a los ejecutivos de la cadena ABC, que obligaron a Lynch a desvelar el misterio antes de tiempo, temerosos de que la audiencia se cansara de esperar. Eso provocó que la segunda temporada no tuviera objetivo argumental aparente y la crítica se lanzara sobre ella sin piedad. Un error, obviamente. La excelente colección de fascículos editada en España por Salvat en 1999 (acompañando una edición de la serie en el ya extinto VHS) ofrecía todas las claves necesarias (y no eran pocas) para desentrañar los entresijos de una historia donde todo tiene su explicación, aunque los búhos no sean lo que parecen.

¿Hacen falta más motivos para convencerse de que 2017 será año Lynch? Pues apunten: En mayo se cumplirá un cuarto de siglo exacto de la estupenda muestra que le dedicó la Sala Parpalló en Valencia. Como recordaba en el prólogo del catálogo la entonces presidenta de la Diputación, Clementina Ródenas, fue la primera exposición suya en Europa, y se convirtió en “una oportunidad para un entendimiento más profundo del complejo talento” de Lynch. El volumen (que también podría añadirse a los ya citados sobre su obra) incluía también una entrevista con el director a cargo de Kristine McKenna, aunque lo mejor de la muestra fue que las instituciones locales lograron traerse al mismísimo Lynch hasta la ciudad, como recordó en esta misma cabecera el compañero Rafa Cervera, que muy acertadamente calificó su visita de aparición mariana. Quien suscribe, que entonces contaba solo 24 añitos, no hacía más que frotarse los ojos durante la rueda de prensa, incapaz de creerse del todo que el responsable de Cabeza borradora o Terciopelo azul estuviera aquí. Coincidiendo con tan señalada efeméride, ¿quién puede asegurar que Lynch no vaya a volver a tener protagonismo en la ciudad de Valencia este año? Hasta aquí podemos leer, que diría Mayra Gómez Kemp, pero permanezcan atentos a las noticias culturales locales en las próximas semanas, porque igual se llevan una sorpresa.


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