EL CABECICUBO

'Propaganda Game', conclusión: solo a los norcoreanos les interesa que desaparezca el régimen de Pyonyang

Un documental de Álvaro Longoria se adentra en Corea del Norte cámara al hombro y de la mano de Alejandro Cao de Benos para tratar de entender el enésimamente denominado régimen más hermético del mundo

23/04/2016 - 

VALENCIA. Con los veteranos de guerra no se puede hablar de la guerra. Conocen el campo de batalla, pero no la perspectiva del conflicto. En el caso de Corea del Norte ocurre lo mismo. No por su guerra contra los hermanos del sur, sino con las guerras interneteras, foreras y de redes sociales en su defensa o su vituperio; las guerras de neoliberales contra neocomunistas o de fachas contra comunistas de toda la vida y demás variaciones. Son años de eternos intercambios de mamporros dialécticos, luchas constantes, que siempre vuelven a empezar una y otra vez. Con esa gente no se puede hablar de la guerra, es decir, de Corea del Norte. Tienen la mirada esa perdida en el infinito. Han sufrido mucho. Tanto unos como otros.

El que no haya dedicado su vida a discutir por internet sobre estos temas o darse cabezazos contra un muro de hormigón pour le plaisir, sin embargo, podrá reflexionar más pausadamente sobre este país. Lenin, de quien está acreditado que rechazaba el culto a la personalidad y que si se impuso tras su muerte uno a su persona fue contra su voluntad póstuma y la de su viuda, no sabemos qué pensaría ahora si viese que su revolución ha acabado con modelos como el norcoreano. No sería extraño que pidiera una pastillica de cianuro para morirse de nuevo. En el otro sentido, cabría analizar si las políticas de hostigamiento estadounidenses y sus incumplimientos de la legalidad internacional, si es que eso existe, han hecho algo por el deshielo de este país. Pasa lo mismo con China y con los intereses del vecino japonés, señoritingo de la región. Sobre todo esto trata de reflexionar Propaganda Game.

Filmado por el productor y director Álvaro Longoria, él mismo se adentró en el país con la cámara y el deseo de averiguar algún dato de interés. Por supuesto, fue bombardeado con propaganda por tierra mar y aire, por los encargados oficiales y por los encargados encubiertos, y el resultado es harto complejo. Hasta él, en su momento, aseguró en el Huffington Post haber regresado del país con síndrome de Estocolmo. En la trayectoria del director ya vemos interés por estas cuestiones, produjo Che, la película, y el documental sobre Fidel Castro de Oliver Stone, Comandante, de no muy grato recuerdo.

En los primeros compases tenemos un interesante análisis de la figura de Alejandro Cao de Benos, el español que ostenta un cargo en Corea del Norte desde hace años. Aparecen sus padres comentando que él de joven simpatizaba con el ideal comunista pero se encontró con que en los partidos donde militó se encontró con que primaban las ambiciones personales de los compañeros. Lo cierto es que todo el que siga la cuenta de correo de este hombre habrá podido comprobar que atesora fotografías junto a la bandera norcoreana desde que era bien pequeño. Una edad a la que ya mostraba interés por la política y por un fenómeno muy simpático, el de los OVNI. En una entrevista en El Español dejó su opinión sobre ese gran problema que amenaza a la humanidad y son unas declaraciones muy reveladoras: "Antes me interesé por los OVNIS y la parapsicología. Debía ser en 5º o 6º de EGB. Siempre me han interesado las cosas raras y los temas de adultos. Estuve 3 o 4 años investigando sobre la materia junto a algunos amigos. De pequeño me relacionaba más con los profesores que con mis compañeros. Siempre quería saber más, mientras que el resto sólo quería jugar a fútbol (...) Los avistamientos de OVNIS existen en todo el mundo. Resumiendo mucho, se consideran de 5ª fase los avistamientos provocados en los que existe una interacción humana. Con 16 años tuve dos avistamientos de este tipo, compartidos con más gente".

Aquí le vemos en su salsa en Corea del Norte. Hablando con los veteranos de la guerra. Confesando las palabras reveladoras que le dirigió un ministro hace años. Se muestran imágenes de archivo en los que aparece en actos oficiales dándolo todo que no hacen sino acrecentar la fascinación, para bien o para mal, que despierta el personaje. Servidor recibió hace años con mucha ilusión la televisiva noticia de que el señor Cao de Benos iba a aparecer en la amena tertulia política de El Gato al agua. Entre los presentes había un invitado "de izquierda" que añadía un toque exótico a la mesa de contertulios habituales y su nombre era Pablo Iglesias. Parece que ocurrió en el neolítico, pero fue solo hace tres años. De aquellos virales vinieron esos lodos.


Las dos realidades 

Durante los primeros cuarenta minutos, el documental explica la ideología característica del país, la juche. La periodista Georgina Higueras dice que el secreto es que nadie la entienda, que sea imposible de comprender, porque así nadie puede contestarla. La idea, sigue, es que se aprenda de memoria y se asimile. Como todos sabemos, cualquier idea irracional que se le mete a alguien en el coco antes de que aprenda a razonar se convertirá en dogma de fe u obsesión para el resto de su vida. Pero sabemos esto por las religiones, no por los comunistas, que en los albores de su ideología perseguían lo contrario.


En un paseo por el metro, entrevistan a un viajero que es preguntado por cómo se explica la unidad que hay en Corea del Norte en torno al líder. El hombre contesta que no se puede explicar, que hay que venir al país para verla. Luego se habla con unos niños, que son todos del FC Barcelona. Debe quedar poca gente fuera de la piel de toro que no sea del Madrid o del Barcelona. Luego se vuelve a invocar al turismo diciendo que eso que sostiene la propaganda occidental de que todos los norcoreanos van con uniforme es falso, que hay que visitar el país para comprobar que no es así. Un fotógrafo que entró como turista explica que la poca información que sale del país se destina a crear espectáculo mediático, con lo que se distorsiona la poca visión ponderada que pueda tenerse de un régimen ya de por sí peculiar.

Claro, luego entrevistan a una señorita por la calle y cuando contesta que da igual quién sea el líder, que no hay logros mejores o peores, sino que todos son grandiosos, pues poco hay que añadir. Aunque Cao de Benos explica que si no entiendes o conoces esa cultura no puedes entender su adhesión al padre de la patria. Puede que no sea incierto, pero suena supremacista, porque la servidumbre no es buena ni deseable ni en estas latitudes ni las suyas. Pero todo esto está ya muy sobado.

Más interesante es la entrada del equipo de filmación en una iglesia cristiana. En su interior, junto al párroco, se critica un poco a occidente para luego, tras unos equívocos, ver que algo falla. Una periodista comenta que es una ficción, que el régimen levanta falsas iglesias para dar el pego.


En cuanto a la economía sumergida, el director asegura que en su visita guiada y controlada nunca vio ni rastro de ella, aunque haya tantos informes que señalan que sin ella el país colapsaría por completo. La realidad es que no hubo nunca país comunista sin economía sumergida que mantuviera a flote a buena parte de sus habitantes, así que tampoco resulta llamativo. No obstante, sobre la gran purga Kim Jong-un, acabando con el equipo de su padre y colocado a sus acólitos, es interesante una reflexión lanzada por un experto: "A menudo se mata al rey, pero más a menudo a los regentes".


El fin del régimen

Finalmente, al señor Cao de Benos se le retrata como una especie de comercial del Corea del Norte SL al mismo tiempo que como una especie de chollo para el régimen, puesto que no sería fácil encontrar un occidental dispuesto a prestarse con tanta pasión a la causa, dicen. "Cree que es Supermán, actúa como Superman, pero no es Superman", concluye Georgina Higueras. Y el director, con que se le quedan muchas preguntas sin resolver tras su visita.

Efectivamente, esa es la sensación general tras concluir la pieza, que se ha recorrido la actualidad del país sin rumbo y que no se ha llegado muy lejos. La conclusión de que todo el tenderete lo sostiene China porque le interesa este tipo de régimen en su frontera -no quiere ni ver soldados americanos ahí- es algo que ya conocíamos. Así como que a Japón tampoco le hace mucha ilusión una Corea unificada que compita con ellos en la región. Pero si al menos el documental sirve para entender que la situación de este país no es solo el resultado del delirio de sus líderes, pues bienvenido sea. Una frase de una analista resulta muy elocuente al respecto: "Los únicos que quieren que caiga Corea del Norte son los norcoreanos".



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