MEMORIAS DE ANTICUARIO

Puertas, patios y zaguanes de la València de otros tiempos

7/05/2017 - 

VALÈNCIA. Ya son varias las ocasiones en que alguien que visita por primera vez la ciudad se muestra sorprendido por las puertas de muchos de los edificios. Sí, esas grandes puertas de madera de dos amplias hojas, existentes en tantas fincas nobles del centro histórico. Elementos que a fuerza de costumbre nos pasan desapercibidos, los integramos en la monotonía de nuestro paisaje cotidiano, tendiendo a relativizar su valor y belleza. Las puertas de acceso, los zaguanes y a esos los patios que, en ocasiones, se abren a cielo abierto, hablan con elocuencia sobre la importancia del edificio ante el que nos hallamos

La altura y anchura del dintel y el consiguiente portalón nos cuenta que era el acceso de importantes carruajes a la casa; el escudo que pende, si perteneció a una familia noble, incluso la importancia de las aldabas de hierro o bronce que en algún caso, podemos encontrarlas situadas a una altura inaccesible para quien llegaba a pie y sin embargo eran idóneas para quien lo hacía a caballo. Véase, por ejemplo, la altura de estas en el Palacio de los Lassala situado en la Plaza del Negrito. También, en su momento, hablé de los característicos y decorativos guardaejes como elementos de protección de los laterales de las puertas frente a las entradas y salidas diarias de los carruajes.

He recorrido cientos de veces la calle Cavallers y todavía mi inevitable curiosidad me obliga a girarme, en un gesto automático e inevitable, a rastrear con la mirada cuando paso ante el portalón abierto de los palacios. Las puertas abiertas de par en par, nos permiten acceder a un seductor y privado mundo interior de los zaguanes y patios, algunos con plantas transmitiendo sensación de frescor y mediterraneidad otros con elementos decorativos más o menos adecuados.

Recuperación de elementos anteriores

Existe algo propio de las ciudades de pasado medieval, y cuya configuración ha ido transformándose con el paso de los siglos, más que en la trama urbana de calles angostas- que permanece a grandes rasgos inalterada-, en el aspecto exterior de sus edificios. Fincas que hoy se disponen por pisos y que por tanto, su apariencia exterior es propia del siglo XIX, sin embargo conservan un patio interior con elementos barrocos o incluso anteriores. Seguro que esto les suena y lo habrán observado en más de una ocasión. El ladrillo y estuco decorativista con mascarones, elementos clasicistas, o vegetales son los elementos externos, y conforme avanzamos hacia las entrañas, aparece la piedra labrada propia de otros tiempos. La respuesta es muy sencilla: el edificio y, por tanto, su estructura, eran, inicialmente, propios de aquel momento pretérito. Las reformas posteriores las convirtieron en muñecas rusas en la que una absorbe a la otra sin eliminar la primigenia.

En la actualidad la tendencia es ir recuperando elementos originales de la edificación, lo que produce que emerjan los arcos de sillares en piedra que todavía ejercen su labor estructural pero que fueron recubiertos con obra posterior. Todavía queda parte de la ciudad gótica renacentista y barroca bajo o tras los muros decimonónicos de muchas fincas que irán emergiendo-o no- con las obras de “repristinación” que se hagan en un futuro.

El patio gótico mediterráneo

La tipología de estos patios con las correspondientes variaciones es de amplio zaguán inicialmente techado puesto que corresponde con el cuerpo principal del edificio y apertura a cielo abierto del patio con arcos rebajados en piedra y escalera. Existen magníficos ejemplos de estos en la ciudad. Quizás los más espectaculares correspondan al Palau de la Generalitat y al de los marqueses de Scala en la plaza de Manises y el los Marqueses de Mercader en Cavallers. Uno de los ejemplos más importantes de patio de origen gótico Mediterráneo es el del Palacio de los Catalá de Valeriola (cuyo acceso al patio es público) en la plaza de Nules con atrio cerrado y al fondo patio abierto con escalera en piedra. Un esquema que, como es fácil comprobar, se repite en los palacios de origen medieval. De igual configuración es el palacio D´en Bou en la calle homónima o el Palacio de los Escrivá en la Plaza de San Luís Beltrán. Con los arcos apuntados, destaca el Palau del Almirante, actual sede de la Consellería de Economía, del más puro estilo gótico.

Puertas y zaguanes barrocos y neoclásicos

Así como la edificación gótica guarda cierta similitud, el zaguán barroco muestra una configuración mucho más libre. Muchos de estos conservan sobre el dintel de la puerta el escudo señorial de la familia que en su día ocupó la casa. Ya en los siglos XVII y XVIII se desarrolla otro modelo de zaguán que no tiende a abrir un patio interior a cielo abierto, aunque hay excepciones. Se trata también de un zaguán con arcos en piedra, dentro del cual arranca la pertinente escalera de acceso al piso superior. El del Palacio del Intendente Pineda en la Plaza del Carmen es un magnífico ejemplo de acceso barroco característico con los cuatro arcos en piedra, techo con vigas de madera y con el patio al fondo donde habría en su día un jardín.

Una de las puertas barrocas más espectaculares es la del Palacio de Cervelló en la Plaza Cisneros en la que aparece un gran escudo de piedra sobre el dintel revestido de rocallas propias del siglo XVIII. Otra puerta en este estilo cuya fachada ha sido recientemente restaurada es el de los Lassala en la Plaza del Negrito, otro ejemplo del mejor Barroco. En la calle de las Barcas, el palacio de los Marqueses de Penalva, actual sede del Banco Urquijo es uno de los ejemplos más puros al que vale la pena acceder para contemplar el interior y la escalera barroca. Entre los edificios públicos, sin duda el mejor ejemplo de zaguán ya de corte neoclásico, con gran escalera, es el del edificio de la Aduana, actual Tribunal Superior de Justicia. Finalmente, aunque los ejemplos se multiplican, otro excelente ejemplo público es el de la llamada Casa Vestuario, también neoclásico, en la esquina que conforma la plaza de la Virgen con el inicio de la calle del Miguelete.

Siglos XIX y XX

Con la llegada del siglo XIX las puertas ganan en espectacularidad en cuanto al trabajo de la carpintería, y lo que pierden en anchura lo ganan en altura y son numerosos los edificios que conservan magníficas puertas en nogal o mobila y en los estilos entre el Isabelino y el Alfonsino finisecular.

El modernismo más internacional, como no, tiene en el Edificio Ferrer en la calle Cirilo Amoros, su mejor ejemplo. Sin duda el caso más puro de este estilo en Valencia, apreciándose en el cuidado en la decoración interior por medio de las artes aplicadas desde las luminarias hasta la escalera de edificio.

Edificios de principios del siglo XX cuya decoración y pretensiones vienen derivados de una clara seducción por el modelo constructivo parisino son entre otros el edificio Albacar en calle Grabador Esteve nº4 con puerta para carruajes en un lateral de la fachada que da paso a un espectacular vestíbulo, como espectaculares son también la puerta y el zaguán de acceso al edificio de Calle Jorge Juan nº19 recayente al Mercado de Colón o la llamada Casa Candela, justo en frente de este en el número 20 de la misma calle.

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