VALÈNCIA. “Nos gustan los tebeos”. Con esta frase el director del IVAM, José Miguel G. Cortés, abría las puertas de Fanzination!, la exposición con la que la pinacoteca da por inaugurada una fanzinoteca que se pone en marcha con una colección de 2.109 ejemplares donados por el experto Álvaro Pons, lo que la sitúa directamente como referente internacional. “Creo que no hay ningún museo en España que se esté planteando esto de una manera tan clara y seria”, indicó Cortés, consciente de que, efectivamente, no hay ningún centro cultural que cuente con la cantidad de números que hoy incluye los fondos del IVAM. Como aperitivo de una fanzinoteca que sigue en proceso de catalogación de la colección, llega una exposición que exhibe desde clásicos de los años 60 y 70 hasta algunos de reciente adquisición, tan reciente como la pasada edición del festival de autoedición gráfica y sonora Tenderete. “El mejor de Europa”, señaló Pons sobre el evento.
Evidentemente influenciados por la producción americana de los años 60, la primera oleada de fanzines en España tiene que lidiar con un importante factor: la censura de una dictadura que enfrentaba a los autores a penas de cárcel. Desde los históricos La piraña divina, de Barcelona, o la valenciana Els tebeus del Cingle se construyó una oposición ilustrada a partir de la libertad de creación. Y es precisamente esa libertad, tanto desde el punto de vista del contenido como de la forma, lo que caracteriza a unos fanzines que no son fáciles de encontrar ni catalogar pues no siguen ni normas, ni patrones y, a veces, llegan sin estar firmados. De esta forma, ordenar los ejemplares supone una tarea casi detectivesca, pero indispensable para construir la historia visual más reciente. “El fanzine valenciano cambió la forma de entender el tebeo en España”, afirmó Pons, una impronta que quedó patente en la muestra VLC. Línea Clara, con la que el cómic entró con más fuerza que nunca en un museo en el que sigue siendo el recién llegado.
"¿Qué hace un fanzine que siempre se ha destacado por su libertad en una institución pública como el IVAM? […] Ahora resulta que una institución tan seria lo recoge”, bromeó Cortés. Con esta vertiente el museo quiere integrar un ámbito indispensable para “entender la cultura visual contemporánea”, unas publicaciones que tuvieron sus propias piernas con un estilo que pronto dejó atrás al origen americano para, especialmente con la llegada de la democracia, desarrollar piezas que iban de la mano de los movimientos artísticos más radicales, pero sin renunciar a la esencia de la historieta. De esta forma, la muestra hace especial hincapié en la historia del fanzine valenciano, que en la década de los 80 consolidó a la ciudad como punto de encuentro de la producción de estas publicaciones y afianzó su tradición en el mundo del tebeo y la ilustración. "Todos los grandes dibujantes han comenzado creando fanzines", sentenció Álvaro Pons.
El "renacimiento" del fanzine
“La muestra exhibe fanzines históricos como La piraña divina o El Gat Pelat y piezas clásicas como el NSLM (Nosotros somos los muertos), un proyecto de los dibujantes Max y Pere Joan con claros planteamientos de experimentación”. Del fanzine fotocopiado y más rudimentario surgió uno de factura más profesional, bautizado como ‘prozine’, que, en cualquier caso, no sustituyó al primero, sino que convivió con él hasta hoy mismo. Con el cambio de siglo uno podría pensar que el espacio del fanzine iba a ser ocupado por sus versiones digitales, en un contexto en el que, precisamente, el cómic ya se mostraba “establecido” en el mercado editorial, sin embargo su producción no ha hecho sino crecer, generando un “renacimiento increíble” –indicó Pons- que parece ir a contracorriente con el consumo actual. Pero nada más lejos de la realidad. Eventos como Tenderete confirman la buena salud de un formato que se mantiene vivo precisamente por su carácter exclusivo, único y especial, pequeños libretos que suponen ‘lujos accesibles’ para los lectores. “Los fanzines se están convirtiendo en una fuerza en sí misma, sin vuelta atrás. Los creadores ensayan cosas que en una novela gráfica no pueden”.
Con una producción que no cesa, el fanzine sigue siendo el lugar donde detectar talento emergente, un formato que ha cambiado indudablemente con los años renovando el catálogo con nuevos títulos que prometen seguir dando la talla. “Nimio ha reescrito las normas del género fantástico”, destacó el comisario durante la presentación de la muestra, un fanzine que nació de la mano de Anabel Colazo, Pau Ferrando, Maria Ponce, Núria Tamarit y Luis Yang en Benimaclet y que acabó siendo premiado como mejor fanzine del país en el 34 Salón Internacional del Cómic de Barcelona. De esta nueva hornada de creadores destaca Àlvaro Pons piezas como las firmadas, por ejemplo, por la autora Begoña García-Alén, una nueva generación que no se achica ante la experimentación formal, tomando elementos de la abstracción, que se alejan completamente de los caminos expresivos del cómic.
De esta nueva ola surgen numerosas microeditoriales, como Ultrarradio o Fosfatina, así como distintas publicaciones con vocación minoritaria que buscan explorar aquellos caminos que en otros ámbitos se vería acotado. Todo ello desde la fotocopia, que recupera Fanzine Enfermo o Lunettes, o cuidadas ediciones como La cultura del deodeno. En este caso la forma no viene dada por las circunstancias o necesidades de una época, sino que son los propios autores los que juegan con los materiales llevando la decisión creativa al detalle. Explosión de la creación que no podría darse si no hubiera un crecimiento en paralelo de los foros donde mostrar dichas obras, festivales y encuentros como el mencionado Tenderete, Gutter Fest o Autoban que garantizan la difusión de obras y reconocimiento de sus autores.
"En los últimos cinco años los artistas están utilizando el fanzine como una forma de expresión más libre y vanguardista", recalcó Pons quien, precisamente, estaba acompañado en la presentación por uno de los creadores más destacados del panorama actual y uno de los impulsores de Tenderete, Elías Taño, que ha convertido la sala biblioteca del museo, que acoge la exposición, en un enorme lienzo. Allí ha firmado un gran mural con el que ha querido presentar el "espíritu contestatario, revolucionario y anárquico” de los fanzines. La muestra, que se podrá ver hasta finales de octubre, es el punto de partida de una fanzinoteca que espera tener catalogados sus más de 2.000 ejemplares antes de que acabe el año y que cuenta con la histórica de Poitiers como compañera de batalla, un espacio que nace pensado para que investigadores puedan consultar los frágiles ejemplares, ayudando a que València se reivindique de nuevo como capital del cómic.