MEMORIAS DE ANTICUARIO

Reliquias y relicarios valencianos. Entre el mito y la devoción

3/12/2017 - 

VALÈNCIA. Cada reliquia tiene una historia que se pierde en brumas pretéritas. Lo que es cierto es que las más importantes convirtieron en lugar de peregrinación masiva los templos donde se conservan. Hitos mainstream. En algunos casos todavía lo son: Turín y la Santa Síndone o Santiago de Compostela y los restos del apóstol (una ciudad bien distinta de no haber dispuesto de estos desde la Alta Edad Media) y en menor medida el Santo Cáliz de Valencia (ocasión que hemos perdido). Para de las catedrales e iglesias- y añadiría ciudades- europeas fueron fuente de financiación por la atracción que suponían para los fieles que acudía en masa a venerarlas. Hoy acuden para hacerse selfies. Uno de los relicarios que más me fascina es el de los Tres Reyes que se encuentra tras el altar mayor de la catedral de Colonia en forma de un gran sarcófago triple, extraordinario desde el punto de vista artístico, que la tradición afirma que conserva los huesos de los Reyes Magos de Oriente, traídos desde Milán, aunque todos sepamos que todo esto es algo que se halla más en el mundo de lo mágico, la fábula. Que ahí dentro están los huesos de Melchor, Gaspar y Baltasar es algo más propio de lo legendario.

Los relicarios realmente los estuches y contenedores que adoptan las más variadas formas que cabe imaginar dentro de los cuales se alberga la reliquia. Una reliquia que puede que puede consistir en algún resto de Santo o persona santa, así como fragmentos de elementos que tengan que ver con la vida de alguno de aquellos con como el Lignum Crucis o madera De la Cruz en la que Cristo fue crucificado. Lo que sucede es que, probablemente, se juntaran todos los fragmentos repartidos por el mundo se reconstituiría no sólo la cruz de Cristo sino la de los dos ladrones que le acompañaron.


El relicario de la Seu

Un pañal y una camisita del Niño Jesús bordada hace dos mil años por la Virgen María, los restos óseos de uno de los inocentes que Herodes mandó asesinar, una de las espinas de la corona que se le impuso a Cristo, dientes, tibias, tobillos de santos. Dos de las monedas con las que fue pagado Judas Iscariote, un dibujo del verdadero rostro de María ejecutado por San Lucas o una de las lanzas que atravesaron el cuerpo de San Sebastián. Aunque cueste creerlo, estas son algunas de las reliquias que se conservan en la Seu de Valencia. Dicho lo cual, y con todos los respetos, la tradición inmemorial cristiana ha echado mano de la imaginación para crear un fascinante mundo, eso sí, con las reliquias de los personajes que conforman la iconografía de la Iglesia. Los relicarios son piezas de coleccionismo y en muchos casos con gran fuerza decorativa. Muchos han perdido la reliquia, por avatares del destino, pero aun así conservan un indudable valor como pieza de anticuario. Los más importantes suelen ser obras de maestro de los mejores talleres de orfebrería, para el caso de los realizados en plata u oro, y para los talleres de imaginería que también recibían encargos de los llamados “de busto” o “de brazo” en madera policromada, según la forma que adoptaban.

Hablando de la catedral y por encima de las anteriores reliquias citadas existe una especialmente memorable, sobretodo, para muchos niños de mi generación a los que nuestros padres nos llevaban a ver. La primera visión en el ábside de la catedral, del brazo momificado de San Vicente Mártir, color caoba, descansando sobre una almohadilla en el interior de una misteriosa urna-relicario era de esas imágenes que no se borran. Pruebas realizadas en 1968 por el Instituto de Cirugía Plástica de la Universidad de Padua dieron un resultado que al menos no echa por tierra las expectativas: varón de 1´72 años 25-30 años, no realizó trabajos manuales pesado y sufrió quemaduras en los 10 días anteriores a su muerte.

 
El armario del Patriarca 

A buen seguro los templos de la ciudad tuvieron sus armarios de reliquias más importantes o más modestos que en su momento sufrieron las más variadas vicisitudes. Hoy en día además de en la catedral existen otros dos armarios de reliquias importantes. Quizás el más importante de la ciudad es el que se conserva en el Patriarca donde en la llamada capilla de las reliquias, situada tras el altar mayor.  En esta estancia se encuentra un armario renacentista decorado por el dorador Tomás Gil de Bolanyos y el pintor valenciano Tomás Hernández con más de un centenar de reliquias. Entre las más preciadas un hueso de Sant Vicent Ferrer que el patriarca trajo de Francia y que en esta ocasión parece más plausible su veracidad pues el Patriarca Ribera se implicó personalmente en ir a por esta a y traérsela de Vannes (Francia) donde se encuentra su sepulcro. Preside la estancia un altar con un lienzo que lleva por titulo 'Triptico del Juicio del alma', obra de Luis de Morales de 1567 y entre la pintura que decora las paredes “La oración de Cristo en el huerto de los olivos” pintado por el artista de Cremona, Antonio Campi.  La colección del Patriarca posiblemente sea la más importante puesto que, como hemos dicho en otras ocasiones, tenemos la gran suerte de que el Real Colegio del Corpus Christi nunca fue saqueado y los tesoros permanecen allí desde que se levantó a comienzos del siglo XVII prácticamente en el lugar en el que fueron depositados.

Entre las reliquias podemos citar el cráneo de de uno de los Santos Inocentes por lo que ya tenemos dos con el de la catedral, lo mismo sucede con la de una espina de la corona, tierra del Santo Sepulcro, el velo de la Virgen María, el cinturón de San Pascual Baylón y varios lignun crucis e innumerables reliquias de santos y mártires. Podemos encontrar hasta un total de 38 relicarios de distintos tipos, en forma de cajas o arcones, con forma de brazos o de bustos.

 
El armario de la Trinidad

El armario de reliquias del Real Monasterio de la Trinidad tiene origen en la colección que formó la María Rois de Corella y Mendoza que habitó la casa contigua durante parte del siglo XVII, cuando quedó viuda. La condesa recreó una especie de oratorio privado y familiar en el coro bajo, tal como era habitual en la época y depositó en el mismo numerosas reliquias.

"Compuso, aderezó i hizo dorar, pintar, i pavimentar con aseo dicho coro bajo, en donde puso sus alhajas i, Imagenes i hizo tambien el Retablo, que alli hai del Santo Crucifijo, i los Almarios correspondientes para todas las Reliquias que tenía en su poder; i dio à este Real Monasterio con el precioso Cofrecito de todas sus Autenticas. Estas sagradas Reliquias se adquirieron en varios Monasterios, i Iglesias de Alemania, i Flandes, en especial de la Ciudad de Aquisgrán, i Arzobispado de Colonia, en tiempo del Rei Felipe III los celebres Capitanes Valencianos, Don Carlos Colomá...i Don Geronimo Ruiz de Corella..."(Sales, 1761).

Vale mucho la pena la visita guiada conjunto monumental y a esta sala con crucería gótica muy rebajada y bóvedas están adornadas con pinturas florales y por grupos de ángeles músicos realizados Jerónimo Rodriguez de Espinosa en 1619. Es especialmente llamativa la gran clave está decorada con el escudo de armas de la condesa en madera dorada y policromada. En otra ocasión hablaremos de las reliquias “valencianas” depositadas en otras iglesias de la ciudad como por ejemplo las del beato Gaspar Bono que se encuentran en la capilla barroca de San Rafael Arcángel en la iglesia de San Nicolás.

En cuanto al coleccionismo particular, los relicarios son piezas que desde las más modestas hasta otros mucho más lujosos se pueden encontrar en tiendas y galerías de antigüedades. Existe coleccionismo específico de relicarios. Los precios son de lo más variado en función de la antigüedad, el lujo de los materiales o la calidad en la ejecución. El arco temporal va desde relicarios alto medievales cuyo precio, obviamente, se dispara considerablemente, hasta relicarios del siglo XIX. Otro hecho importante es que  todavía lleven consigo la reliquia original, influyendo en su valor considerablemente… nos la creamos, o no.


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