La cuarta temporada del programa de niños de papá de E! Entertainment apuesta fuerte con el contenido infalible en los tiempos que corren: una boda
VALENCIA. La idea del programa no es especialmente novedosa. Ya hubo en España hace unos años uno similar que se llamaba Hijos de papá en Cuatro, en el que voluntariamente unos chavales con dinero salían gastando sin control. Su afán por aparecer en televisión les empujaba a prestarse para un formato en el que desde el propio título les estaban menospreciando, pero ellos aceptaban encantados. Luego en la discoteca habría que verlos presumir de haber aparecido en Hijos de papá, un galardón similar a ser el protagonista de Tontos de culo. ¿Se imaginan? "Hola, me han dedicado la cuarta temporada de Pringaos, ¿quieres tomar una copa?" Pues los mecanismos mentales que llevaron a esos chavales a aparecer ahí fueron los mismos.
En Estados Unidos, en E! Entertainment, la cosa es sutilmente distinta en la actualidad. Ellos dan menos vergüenza ajena aunque resulte difícil de creer. Rich Kids of Beberly Hills, para empezar, solo hace referencia a que los protagonistas son ricos de un barrio rico. Con formato docu-reality, asistimos a sus quehaceres y preocupaciones. No es tanto un programa de demostración de fuerza, de que se vea lo ricos que son, sino de sus problemas íntimos. Sus anhelos.
Por ejemplo, uno de los protagonistas más sonados es el hijo de Magic Johnson, el jugador de Los Ángeles Lakers, estrella de la NBA, que tuvo que dejar el deporte profesional al conocer que era portador del VIH. Su hijo, EJ, es uno de los chavales más interesantes, primero, por su biografía. Cuando su padre supo lo de su contagio, su mujer estaba embarazada de él. Corrían el riesgo de estar infectados ambos. Afortunadamente no fue así.
Segundo, porque EJ es todo un ejemplo de superación personal. Ha adelgazado un montón de kilos, casi cincuenta, y con un físico más acorde a los gustos de esta sociedad enferma se ha decidido a disfrutar de la vida. Ahora acude a clases de danza para mantenerse en forma, sale en este programa, sale de marcha y... sale por ahí. Esa es su vida. Pero es rico, y eso es difícil, como dice la baronesa. EJ afronta problemas terriblemente complicados.
Resulta que ha cogido la costumbre tonta de que cada vez que sale por la noche termina tirándose a alguien. Y en su casa. Entonces está harto de llegar a las siete de la mañana borracho con un ligue también borracho y encontrarse a su padre haciendo pesas desde primera hora. La cosa ha ido demasiado lejos, no lo aguanta más y ha decido dar el paso: Se va a coger un apartamento para él solo. En su búsqueda le hemos dejado.
Un caso parecido al del padre de EJ lo sufre otro de los protagonistas del docu-reality, Jonny Drubel. También se ha hinchado a follar últimamente y uno de los chavales con los que ha compartido catre resulta que tiene el VIH. Tras descubrirlo, llega el correspondiente y lógico drama y Jonny va a hacerse análisis. Vivimos pues con intensidad -¿a quién no le ha pasado?- cómo va a recoger temblando las pruebas del sida. Por otro lado menos prosaico, Jonny quiere orientar su carrera al mundo de los DJ, pero no como todos esos desocupados que encuentran en decir que son DJ una excusa para seguir con una vida licenciosa sin ser molestados, sino que es de los miembros del gremio que se lo toma en serio y gana dinero. No aún como DJ, pero sí como compositor de canciones.
La que sí que lo tiene realmente duro es Dorothy Wang. Cuando fue reclutada para el programa, describía su situación laboral como "funemployed". Los directivos de la cadena contaron con ella tras ver su Instagram, de modo que esa gente que cree que hay sueltos cazatalentos por la calle buscando the next big thing -ya les adelantamos aquí que no existen- aún pueden conservar una migaja de esperanza gracias a la visibilidad que da todavía montar algo que se vuelva viral en las redes sociales.
Ella es la verdadera estrella del programa. Y cuatro temporadas después le va a ocurrir lo más bonito que le puede pasar a alguien que sale por la tele: se va a casar con otro protagonista del docu-reality. El no va más. Brendan Fitzpatrick es su nombre. Pero claro, no es fácil. Cómo explicarlo en pocas palabras. Veamos: Desde que las concursantes Morgan Stewart y Roxy Sowlaty, superamigas, se pelearon en la tercera temporada, Morgan se ha acercado a Dorothy. No es un asunto baladí.
Sin embargo, Morgan se ha decepcionado con Dorothy porque ha elegido como primera dama para su boda a una amiga de la infancia y no a ella. Despechada, Morgan se ha ido de marcha con Bianca Espada, una millonaria mexicana. Una juerga de niños ricos, cruzar el país y salir de fiesta por Nueva York. Tan amigas han sido que un selfie de las dos que colgaron en Instagram, la mexicana se encargó con dos llamadas telefónicas de que lo pusieran en uno de los billboards o pantallas luminosas de la ciudad de los rascacielos. Tu selfie poniendo morritos en la capital del mundo. Eso es vivir a todo lujo.
Por esta causa, Morgan llegó tarde a los preparativos de la boda de Dorothy, que la traen por el camino de la amargura. Quiere organizar una boda muy pequeña, solo para 150 invitados -esto allí es cuatro gatos- y está siendo misión imposible. Morgan, en cuanto le echan la bronca por llegar a deshora a ayudar a elegir los cubremanteles dice que se pira, que prepare la boda con otra.
El prometido, Brendan, tampoco está muy contento. Cada vez que va de tiendas con su futura esposa esta le trata como un perrito. No le deja elegir nada, ni siquiera se lo toman en serio. Como si no existiera. Él sufre. Y ella, a este paso, antes de la boda se va a quedar sin prometido y sin amigas. Un éxito. Es que no es fácil ser rico, caray.
Mientras tanto, se va cociendo un problema entre Brendan y la aludida mexicana. Se llevaban muy bien porque era muy colega de antes del hermano de Bianca. Los mejores amigos. Hasta que un día Brendan sugirió que Bianca vestía un poco así como un, o sea, un putón ¿sabes?, y desde entonces la química ya no es la misma. ¿Será por eso que Bianca le ha robado la mejor amiga a la prometida de Brendan? Están la incógnita de la crisis de deuda en Europa y esta.
También está echando estos días también la televisión estadounidense un programa sobre animadoras, majorettes. Aquí los casos son contrarios. Las chicas que aparecen provienen de la América profunda y llegan a Los Angeles pensando en triunfar con la minifalda. Tampoco es fácil, aunque no sea tan difícil como ser rico. Una de las protagonistas, la más interesante hasta ahora, su madre quiere sea medico y ella no, ella animadora. En fin, unos dramas que resultan curiosos, después de verlos uno luego se pone el reality de las Kardashians y le parece Anna Karenina.