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Rubén Talón: "Los que hacemos música tenemos una gran responsabilidad"

19/02/2023 - 

VALÈNCIA. Rubén Talón me recibe en su pequeño y acogedor estudio, ocupado en su gran parte por su piano Kawai. Habla con rapidez y pasión, pero tiene las ideas claras y ordenadas. El talentoso pianista valenciano ha publicado recientemente un primer disco que ha titulado Seeking Lightness, con obras de gran repertorio y por las que siente especial devoción. Beethoven, Liszt y Rachmaninov son los nombres y el repertorio es emblemático: la sonata número catorce del genio de Bonn llamada del Claro de Luna, la Sonata en Si menor de Liszt y obras de Sergei Rachmaninov como la Elegía. Hablamos con Rubén Talón sobre su visión personal de este repertorio, su labor docente y de lo que significa la música para él.

-¿Cuál ha sido el proceso de gestación del disco? 
-El disco nace porque Luís Clemente, director de Shigeru Kawai España, me propone que fuera el primero en abrir los trabajos discográficos de la marca de pianos en España, algo que ya se hacía internacionalmente. Yo acepté aunque no estaba pensando en grabar un disco… realmente, es algo que nunca me había planteado. Es difícil encontrar una oportunidad así y más en estos tiempos, y más que te lo ofrezca una marca de pianos así. En cuanto al repertorio, me dieron carta blanca y quise tocar obras ya bastante maduradas y que había tocado en público. Quería dar unas versiones asentadas y personales. 

Debo decir que los Kawai, el piano con que grabé el disco, son pianos que me gustan mucho, aunque realmente depende de quien te lo está afinando. En Clemente me gusta mucho como afinan y tengo la máxima confianza en ellos: de estos pianos extraen unos bajos muy profundos y unos agudos expresivos y cantabiles. Cuando toco fuera de España la cosa cambia mucho. Es muy importante quién está detrás del piano y Clemente tienen prestigio internacional.

-¿Por qué has elegido estas obras y compositores?
-Siempre tengo un gran respeto por todo el repertorio y todo es complicado. Aunque las elegidas son obras que han sido grabadas en muchas ocasiones creo que puedo decir algo distinto, aportar un granito de arena, aunque es algo difícil con obras tan conocidas. Es un repertorio que amo, lo siento muy mío.

-¿Qué crees que has aportado?
-Quizás en el Claro de Luna el tempo que empleo en el primer movimiento, porque la toco a 54 porque proviene del alumno de Beethoven, Czerny, que hizo la edición de las sonatas. En muchos casos se tiende a ralentizar el movimiento y la línea de la soprano pierde por completo su sentido [Talón se gira y hace una breve demostración en su piano]. Es más natural y lógico esta velocidad. Los colores de ese primer movimiento y los planos sonoros los trabajé también mucho en una obra tan rompedora, ya que comienza con un arpegio. Más que un tema se trata de una atmósfera que se consigue sin tener activados los apagadores senza sordino y con el pedal derecho activado, juntándose los sonidos obteniendo una nebulosa y creando un estado del espíritu. El segundo movimiento creo que se suele tocar también demasiado lento, lo que yo no hago. Los tres movimientos, en definitiva, van en correlación con el primero. 

Quienes han escuchado el disco me dicen que tengo un cierto temperamento, claridad en los arpegios ascendentes y precisión en los distintos tipos de toque, ya sea legato o staccato. Me dicen que son interpretaciones vivas a la vez que interiorizadas. Respecto a la sonata en Sí menor de Liszt tengo una relación de muchos años con ella, creo que tengo una idea poética clara de ella. Ayer le daba una clase a una alumna y me preguntaba: ¿todo esto dónde lo has leído? Yo le contestaba que en ningún sitio, que es, en realidad, una idea poética mía que tengo de esta obra. La partitura es un libro abierto realmente, muy bien escrito tanto en los temas como en las atmósferas. Finalmente, Rachmaninov lo siento muy muy mío y me dicen que marco las líneas melódicas, las polifonías de forma clara y novedosa e intento que cuando lo escuchan me reconozcan tocando “lo que está escrito”. Mis versiones las veo personales, pero a su vez verdaderas.

-Cuando interpretas estas célebres partituras, ¿te sorprendes todavía con cosas nuevas?
-Claro, eso sucede siempre con las grandes obras y es algo maravilloso, porque realmente es uno el que cambia. Conforme uno evoluciona como músico y persona la relación con la obra es diferente, aunque realmente la obra siga siendo la misma. Ves más detalles, con estas obras siempre hay donde profundizar. Lo que escuchas ahora es una foto de Rubén en la actualidad, pero, quién sabe, dentro de diez años quizá será otra distinta. Cuando participas emocionalmente en la obra, esta cobra sentido para quien lo escucha.

-Los discos de música clásica no suelen tener un título, ¿por qué has elegido Seeking Lighness (‘La búsqueda de la claridad’)?
-Cuando empecé a grabar juntas las obras vi el significado de cada una. Cada obra es una forma diferente de ver la luz al final de su vida. Todos los compositores siempre, al final de sus vidas, han buscado cierta ligereza, cierta luz. Es una sensación personal que tengo, más que una certeza. Beethoven se reconcilia con la religión en el ocaso de su vida y las últimas sonatas, se dice que van como hacia las estrellas. Esa luz es como una especie de “ver más allá” y el compositor se convierte en visionario en las ultimas sonatas. Liszt también, después de una vida de excesos, se acerca a la religión o Rachmaninov, que tras una vida depresiva siempre está buscando la luz. Además, son tres compositores de escuelas que van muy unidas y casan pianísticamente. Inicialmente no tenía previsto ponerle título, pero fue una idea que me fue surgiendo conforme las tocaba.

-¿Tienes referentes a la hora de interpretar estas obras en el piano o intentas hacer una carrera tratando de evitar que te influyan otras versiones?
-Esto último. Por supuesto que conoces el repertorio, pero intento no escuchar a nadie y no me dejo influenciar porque quiero cogerlo todo de la propia partitura. 

-Por tanto, como profesor, ¿recomendarías a un alumno tuyo escuchar versiones o abstraerse de ellas?
-Yo les recomiendo que inicialmente no escuchen otras versiones, y yo, de hecho, lo hago así. Si los alumnos escuchan muchas versiones, de forma inconsciente, copian cosas de otros. En alguna ocasión le he preguntado a un alumno, tras escucharle, ¿tú has escuchado a Lang Lang, no? Porque inconscientemente se notan cosas que no son de ellos. Pienso que hay partir únicamente de la partitura y, a partir de ella, sacar tu interpretación. Luego de ello, es maravilloso escuchar a los grandes maestros, pero mejor cuando ya tengas un filtro creado, de lo contrario en cierta forma se ‘castra’ el espíritu de uno mismo. 

-A pesar de tu juventud ya tienes una importante carrera docente a tus espaldas…
-Hace ya diez años que desarrollo una carrera docente. Antes de volver a España, estuve en la Accademia Imola, a la que accedí tras ganar concursos fuera de España, una de las más importantes del mundo. Allí estudié durante ocho años, cuando por entonces estaba presidida por Vladimir Askenhazy, una academia donde se han preparado algunos de los más importantes pianistas del mundo, ganadores de los mejores concursos  como el Chaikovsky, el Liszt o el Chopin. En Imola di unas pequeñas clases y luego, a mi regreso, me llamaron desde Esmar que es una escuela superior de alto rendimiento situada en la Eliana, y me ofrecieron ser jefe de departamento. En definitiva, todo lo que he aprendido fuera quiero enseñarlo aquí, en mi casa.

-¿Cómo definirías al Rubén Talón docente? ¿qué te gusta extraer de esos alumnos?
-Cada uno necesita un enfoque diferente por lo que la respuesta no es tan simple. La meta es encontrar la personalidad artística de cada uno y que sean mejores técnicamente y también como personas. Mi trato hacia ellos es muy cercano, de hecho, en unos días les acompaño a un concurso en Almería porque me gusta estar mucho con ellos. Quiero que den lo mejor de sí mismos. Me gusta, por ejemplo, trabajar mucho el tema de la seguridad porque es algo de lo que carecen muchos. Esa seguridad se logra tocando mucho en vivo e intento moverlos por conciertos y concursos para lograrla. En definitiva, darles oportunidades y hacerles crecer como pianistas y, también, como seres humanos.


-¿Es recomendable para un músico tener un conocimiento holístico de la vida o de lo que hay más allá de la partitura, como el momento vital de compositores al tiempo de la composición o su contexto histórico y social?
-Es importantísimo porque eso es lo que se aprecia en las grandes interpretaciones. Saber qué pasaba en esa época de la vida del compositor cuando compuso la obra. Humanamente también intento que haya un ambiente muy sano y trato a los alumnos como si fueran compañeros. Tenemos un grupo muy bonito en el que nadie es más que el otro. Si no estas limpio de alma y conciencia a la hora de interpretar eso se va a escuchar. Cuando llegan y empiezan a tocar en una masterclass, de inmediato ya sé cómo son con la forma en que interpretan la música: si son más inseguros, poco altivos, o más agresivos, duros…. La parte humana para un músico es importantísima, por eso trabajo para que se expresen de forma que lleguen a comunicar con el público. Al final esa es la meta: emocionar.

-¿Cuál es el papel de la música en tiempos tan complejos como vivimos?¿Cuál crees que es su función social?
-La música cura a quien la escucha, hay estudios sobre ello. La música es necesaria para sensibilizar a la población. Nos hace abrirnos, sentir de otra forma, ser más humanos y estar en contacto con genios. Los que podemos disfrutar de la música clásica somos afortunados, tanto intérpretes como oyentes. Ayer estaba con una alumna que estaba tocando el tema de margarita de la sonata de Liszt y ella me decía: “Rubén cuando lo toco me emociono mucho”. Yo le decía, ¿te das cuenta que hay mucha gente que nace, se reproduce y muere y no escucha esto, nunca llega a sentirlo? Debería haber muchos más músicos y mucha más música, aunque fuera de forma amateur. Quizás eso esté en las bandas de música en las que se junta la gente, aunque no sean profesionales de ello.

-¿Has pensado alguna vez en la composición musical?
-Sinceramente, no. Para eso hay que tener un don, no he ido más allá de alguna melodía. La interpretación de la música compuesta por los grandes genios es lo que ahora me tiene muy atrapado. 

-¿Qué relación tienes con la música clásica contemporánea?
-Hay música contemporánea muy buena y otra que entiendo menos. No tengo demasiado contacto en la actualidad, aunque he tocado algunas obras, como por ejemplo una obra de Gabriel Erkoreka que se llama ‘Nubes’ y que la he usado en conciertos y en cursos porque es muy es muy evocativa. Ahora estoy con la gran tradición, aunque he tocado a Alban Berg, Schönberg, Ligeti, Boulez o Messiaen, aunque sinceramente me siento más cómodo con el Clasicismo, Romanticismo, Postromanticismo o música española como Albéniz o Granados. 

-¿Cómo ves el futuro de la música clásica en un mundo cada vez más virtual?
-Me gusta pensar con esperanza y por ello creo que tenemos una grandísima  responsabilidad todos los que hacemos música para que esto perdure con calidad y respeto, tanto pedagógicamente como quienes escriben sobre música, los críticos musicales… Repito, todos los que estamos en este mundo tenemos una gran responsabilidad. Es la vertiente humanística de la música y tenemos una especie de misión, tal como decía Abbado, pues la música nos hace mejores como seres humanos.

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