VALÈNCIA. Seamos creyentes o no, la celebración de la Semana Santa representa en toda la geografía española una desbordante manifestación de cultura y arte. Por la vertiente inmaterial a través de la música religiosa, del drama escénico popular en las pasiones teatralizadas, o las propias procesiones como manifestación rituales de devoción y penitencia. También es la ocasión-forma parte de un todo- en que las calles de pueblos y ciudades se inundan de un patrimonio artístico extraordinario a través de los miles de pasos procesionales que constituyen un importante capítulo del mejor arte español desde la Edad Media al siglo XX: imaginería, orfebrería, tejidos…. Se puede afirmar que el momento de eclosión lo hallamos en la incomparable imaginería barroca, que en nuestro país muestra características únicas de dramático hiperrealismo: Pedro de Mena en Andalucía, Gregorio Fernandez en Castilla o Salzillo en el ámbito murciano, son algunos de los más eximios imagineros de los siglos XVII y XVIII.
Sabemos que la ciudad de València tiene uno de los centros históricos más antiguos y amplios de España, y que este está salpicado por una gran cantidad de parroquias e iglesias de importancia histórica y artística incuestionable. Muchas de estas parroquias encuentran su origen en el siglo XIII, al ser erigidas con la la reconquista, recibiendo importantes transformaciones en el siglo XVIII, lo que acreditaría una época de esplendor, tras el siglo de decadencia que supuso el XVII, una vez tras los Siglos de Oro que lo fueron el XV y el XVI. La ciudad contaba además, desde la Edad Media, con un importante sector gremial en el que se trabajaban con acreditado prestigio todas las artes aplicadas y decorativas imaginables.
A pesar de darse las favorables circunstancias descritas, por una razón que creo que no ha sido suficientemente estudiada (no existe, que yo sepa ninguna publicación al respecto) y tampoco he escuchado de nadie una explicación del todo convincente, el gran centro histórico de la ciudad de València no celebra la Semana Santa desde el punto de vista festivo, al menos desde el siglo XVIII, con el esplendor que lo hacen muchas otras localidades españolas. Si un visitante espera, en estos días, contemplar pasos procesionales, bandas de música, capirotes y boato, salvo que se desplace al barrio del Cabanyal (una excelente opción, por otro lado) no encontrará a penas nada en el corazón de la ciudad. La razón inmediata es que no existen cofradías, salvo un par de excepciones, y sin cofradías, evidentemente, no hay procesiones. Podemos hallar una de las razones en que las cofradías que existieron en su momento, y que en su gran mayoría fueron desapareciendo lo eran de carácter benéfico (por ejemplo la de la Virgen de los Desamparados) y no tanto devocional. Una actividad digamos más hacia adentro que expansiva. Otra de las razones que he podido escuchar es que València se centró en gran parte en la celebración de las fiestas de sus patronos y en el Corpus (la procesión dedicada a San Vicente Ferrer y el Corpus fueron todo un acontecimiento ciudadano desde la Edad Media) y no tanto en promover la festividad de la Semana Santa. Finalmente se aducen razones de despoblamiento del centro histórico que al parecer acontece en el siglo XVII, con la decadencia económica, puesto que hasta ese momento sí existía una devoción que se traducía en numerosas celebraciones de origen medieval por medio de enormes catafalcos y exposición de figuras o “bultos”. Quizás una suma de razones den lugar a la solución del enigma. También se aduce que en la Corona de Aragón desde tiempo inmemorial se celebraba en mayor medida la Pascua y no tanto la semana de dolor, aunque cierto es que muchas localidades valencianas sí que celebran esa primera semana con gran participación (Algemesí, Gandía, Sagunto, Pego…), como también en Alicante ciudad y sobretodo en Orihuela declarada de interés turístico Internacional. Mas al sur los ejemplos son todavía más significativos como en Cartagena, Murcia o Lorca.
Dicho esto, estos días el centro histórico de la ciudad será recorrido por dos procesiones recuperadas en los últimos años: la procesión del Cristo de las Penas, que tiene su origen en el siglo XIII, pero cuya pista se pierde en el siglo XVIII, hasta que hace aproximadamente un cuarto de siglo se recupera. Se procesionan tres tallas: un Cristo tardorománico y dos tallas del siglo XIII de la Virgen y San Juan Evangelista (esta última muy restaurada). La comitiva recorre el barrio de la Seu Xerea en un ambiente de austeridad y recogimiento. La segunda es la procesión del Santo Entierro que recorre las calles de la Ciutat Vella más próximas a la iglesia de San Nicolás que es de donde parte. La procesión de Viernes Santo se recuperó el año 2017 en Ciutat Vella gracias a la iniciativa de la Cofradía del Cristo del Fossar y la propia parroquia de San Nicolás.
Dicho esto, la celebración festiva durante estos días se traslada junto al mar. Su origen hay que buscarlo en 1735 pero es en el siglo XX cuando se consolida lo que hoy llamamos la Semana Santa Marinera. Sería imposible detallar mínimamente los actos que se celebran estos días venideros en el Poblats Maritims, así que para cualquier información remitiremos a su web. En contraste con lo que decíamos sobre el centro histórico de la ciudad, la Semana Santa Marinera es una explosión festiva colorista, de gran raigambre popular y desbordante que vale la pena conocer.
La imaginería valenciana tiene también su artista. Es al final de su carrera, en la década de los cuarenta, cuando Mariano Benlliure, que ya es por entonces uno de los escultores más celebres de su época, cuando centra su actividad en la imaginería religiosa y de carácter procesional, recibiendo encargos por todo el país con el fin de reponer todo aquello que se fue destruido en la quema de las iglesias del año 1931 y los destrozos consecuencia de la Guerra civil. Así, en 1931 nuestro gran escultor, nacido en el barrio del Carmen, cuando contaba con 68 años, entregó a la ciudad de Zamora, concretamente a la Cofradía de Jesús Nazareno el paso ´Redención´ que está considerado como la mejor obra de arte sacro de nuestro autor. Un complejo grupo escultórico protagonizado por el Nazareno, el Cirineo (quien ayudó a Jesús a subir la cruz al Gólgota) y la Magdalena sumida en el el dolor. Tiempo atrás con tan sólo quince años, realizó su primer encargo para esta ciudad castellana con ´El Descendido´, que sale por las tortuosas calles de la antigua ciudad desde desde 1879. En Salamanca desde 1941, también procesiona una obra del gran escultor valenciano llamada la Soledad, en Úbeda sustituyendo a la quemada en 1936 Benlliuré talló un Jesús caído y en Málaga realizó un Nazareno tras la destrucción de la talla anterior en 1931. Así, del mismo modo, otras poblaciones españolas cuentan con pasos esculpidos por el hiperactivo artista valenciano, incluida la Semana Sanata Marinera que saca un paso firmado por Mariano Benlliure llamado La Verónica.