El festival Dansa València presenta su programación 'urbana', que tomará espacios como el Parc Central, la Plaça del Mercat o el Museu de Belles Arts
VALÈNCIA. Una fuente, un árbol, un bailarín. La Lonja, el Mercat Central, un bailarín. Un Sorolla, un Velázquez, un bailarín. Acostumbrados a verles sobre las tablas de un teatro o en esos locales de ensayo donde sudan la gota gorda para sacar adelante sus proyectos, estos nuevos escenarios en los que se han propuesto habitar distintas compañías de danza resultan, como mínimo, singulares. Una pintura de Joaquín Sorolla o el Micalet dan forma a la postal de una València a la que se suma un elemento más: el movimiento. Este es el objetivo del ciclo Moviments Urbans, del festival Dansa València, que se celebra entre el 13 y el 21 de abril, un ciclo que pretende salpicar el mapa de la ciudad con una serie de espectáculos que encuentran cobijo en calles, plazas, parques y hasta museos.
Transformar los espacios cotidianos en espacios para el baile y ampliar la accesibilidad a la ciudadanía es el objetivo de un ciclo que, este año, toma espacios como el Parc Central, la Plaça del Mercat o el Museu de Belles Arts de València. “Para Dansa València, el ciclo Moviments Urbans es muy especial, porque además de propiciar la accesibilidad de la ciudadanía al arte, creemos que cuando alguien se encuentra con un espacio cotidiano tomado por el arte, puede ser una experiencia transformadora”, explicó la directora del festival y directora adjunta de artes escénicas del Institut Valencià de Cultura (IVC), María José Mora, quien presentó la programación urbana junto al concejal de Cultura José Luis Moreno, quien destacó la “consolidación” tanto del festival como del ciclo.
Será este fin de semana, entre el 13 y 14 de abril, cuando Dansa València expanda sus límites con una serie de piezas que generan un diálogo entre los bailes tradicionales y los movimientos más contemporáneos, un programa guiado por un hilo invisible que recorre todas las propuestas: el propio disfrute del baile. La primera parada será en la Nau Ribes, con (A&S) Viajeras del espacio, de la compañía mallorquina Baal, un espectáculo para todos los públicos que se inspira en la vida y obra de dos mujeres clave en la historia del arte de la Europa de mediados del siglo XX, Aleksandra Ekster y Sophie Taeuber – Arp. Los bailarines, Catalina Carrasco y su hijo Max, de solo seis años, dan forma a una pieza que une danza y tecnología interactiva, plástica y pictórica.
A pocos metros, en pleno Parc Central, se sitúan dos de las piezas que completan la programación del sábado. Por un lado, Zenez, de Fil d’Arena, que la próxima semana también se podrá ver en l’Almodí, una de las nuevas sedes del festival. Concebido como una suerte de laboratorio de movimiento y sonido, el proyecto parte de la improvisación, dando forma a una pieza cuyo resultado solo se podrá conocer in situ. También ocupará el Parc Central el proyecto Me encanta bailar pero se me da fatal, del colectivo Dánzate. Falta de coordinación, vergüenza… son muchas las excusas para evitar salir a bailar cuando uno siente las miradas ajenas, unos “peros” que el colectivo se quiere sacudir acercando la danza a no profesionales, sea cual sea su perfil, partiendo del propio disfrute del baile.
La Plaça de la Reina será el escenario en la tarde del sábado de una auténtica batalla de baile con Valencia City Cypher, un evento abierto a todos los estilos de baile. Así pues, a pocos metros del Micalet, tendrá lugar una fiesta al ritmo de la playlist secreta del DJ que unirá hip-hop, flamenco o electro. Y de una plaza a otra. Será la Plaça del Mercat la que, ya el domingo, se convierta en el escenario de dos propuestas: Onde pousa a humidade, de Marcia Vázquez, un solo inspirado en los naufragios en la Costa da Morte gallega, y Mírala a la cara, de Colectivo Sin Par, una pieza llena de color y alegría que traduce al lenguaje contemporáneo las sevillanas.
A pocos metros, ya en la Plaza de la Virgen, tendrá lugar Rara Avis, de Jacob Gómez y Frágiles Danza, un espectáculo que reflexiona sobre la escasa presencia de los creadores afrodescendientes en nuestra escena cultural. El proyecto, que la próxima semana también se podrá ver en el Parque de Cabecera, parte de una canción traída de la cultura popular, ‘Inés, Inesita, Inés’, en un relato que parte de la voz, de lo íntimo, hasta explotar en un clímax de música y movimiento. La guinda de Moviments Urbans la podrá HOTEL Col·lectiu Escènic y su pieza Habitación 444: AQUÍ. El Museu de Belles Arts de València será, en este caso, el escenario de un proyecto que tomará varias de sus estancias, una propuesta que se diseña como una sucesión de escenas que explora la resonancia del cuerpo como envase de reverberación emocional.