VALÈNCIA. Una serie original de Canal+ (Francia), dice en la publicidad y en el genérico. Así que comienzas a verla y descubres que de original nada. Que a esto en mi pueblo se le llama copia. Una copia, diálogo a diálogo, y prácticamente plano a plano de Fleabag. Solo que en francés y con París en vez de Londres como escenario. La verdad, es una de las cosas más raras e inexplicables que hemos visto últimamente en el mundo de la producción televisiva.
La serie en cuestión se llama Mouche y es desconcertante. La realizadora de la serie, Jeanne Herry, parte de su profunda admiración por Phoebe Waller-Bridge y Fleabag. Una admiración que le ha hecho copiar la serie muy diligentemente, un poco con ese fervor infantil que hace que, de niña, hagas, muy aplicada, un dibujo de tu personaje de tebeo favorito.
Podríamos llamarle versión o adaptación, pero lo cierto es que es una copia, realmente una transcripción a otra lengua. Tampoco es un remake. Cambia el idioma, el paisaje y los intérpretes, pero nada más: mismos diálogos, mismas tramas, mismos planos, mismos encuadres. Alguna secuencia se cambia de sitio. Y poco más. Y es que estamos hablando de una serie, Fleabag, que puede verse en su correspondiente canal, en este caso Amazon Prime, porque su primera temporada es de hace tres años y la segunda de este mismo año. Es decir, está al alcance de cualquiera. Es, además, una obra profundamente autoral, puesto que Waller-Bridge es creadora, guionista y protagonista. Y es, también, una serie muy admirada y destinada a ser un hito, además de obra de culto.
Cuesta entender qué lleva a un creador, a una creadora, a reproducir de ese modo una obra precedente. Jeanne Herry compara su trabajo con el de la dirección teatral, como cuando se adapta un Hamlet o cualquier obra de repertorio: “Fleabag me pareció genial, me dije que iba a hacer una adaptación muy muy fiel "[...] Me planteé que ella había hecho su proyecto con una compañía y que yo iba a hacer lo mismo, como con un Hamlet. Retomo la misma partitura y la reactivo con otros actores, otras imágenes [...] La idea era que la partitura de origen sonara bien”.
Pero es bien consciente de los peligros y de los límites de la operación: “Mi obsesión era no degradarla. ¿Para qué reescribir una historia tan fuerte o cambiar personajes tan bien dibujados? Incluso cuando las elecciones estéticas del original eran excelentes, abordé esta serie como directora, como en el teatro. Es un trabajo en la sombra, pero de todos modos es un trabajo de autoría, en el que tenemos que encontrar las correspondencias correctas con nuestra cultura.” ¿Un trabajo de autoría? ¿Cuando estás limitándote a copiar imágenes, palabras y tramas creadas por otra? Cuesta verlo así, francamente. Aquí les dejo los primeros 5 minutos para que juzguen ustedes:
La operación recuerda algo aquella sorprendente acción del director Gus Van Sant de remedar Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960) en Psycho (1998), aunque en ello había cierto ejercicio conceptual en el que podíamos entrar o no, además de que, entre una y otra, hay 38 años de diferencia. Digamos que lo de Gus van Sant era lo que el campo del arte se llama un ejercicio de apropiación o reapropiación y lo de Herry y Canal+ es una copia, además de una clara operación comercial.
Seguro que están pensando que versiones de series hay muchas. Y remakes. En realidad, toda la historia del cine y también la historia del arte, que es más antigua, están llena de obras que adaptan otras obras precedentes, de imágenes que retoman otras imágenes. Solo que, la mayoría de las veces, las obras precedentes son puntos de partida con las que se construye algo distinto. Ahí tenemos las adaptaciones USA de The office o House of cards. Las diferentes versiones de Bron/Broen: The Bridge en USA y The tunnel en Francia. Por su parte, el cine de Hollywood, desde sus inicios, está lleno de adaptaciones y versiones de películas europeas puesto que su práctica habitual es rehacer las películas y no estrenarlas en versión original.
También podemos recordar (aunque algunas de ellas mejor no) adaptaciones españolas de series extranjeras, como las de Life on Mars, titulada La chica de ayer, Cheers o Las chicas de oro. Y, al revés, un buen número de series españolas han tenido versiones en otros países: Los Serrano, Ana y los siete, El internado, El barco, Médico de familia, Aida, Un paso adelante, Pulseras rojas, Los misterios de Laura o Aquí no hay quien viva, entre ellas.
Y aquí, algunas de las versiones más insólitas:
Rachel, Monica, Phoebe, Chandler, Ross y Joey de Friends, en su versión china, Homebuddies:
Los frikis de The Big Bang Theory en versión bielorrusa:
Ley y Orden: Acción criminal convertida en Francia en Paris Enquêtes Criminelles:
Cuéntame como pasó es, en Portugal, Conta-me como foi:
Ana y los siete reconvertida en Mi corazón es tuyo en México:
24 en la India:
En cualquier caso, con mejor o peor resultado, siendo más o menos chocantes o sorprendentes, extravagantes o raras, lo que todas estas versiones hacen es adaptar los personajes a la realidad del país correspondiente y, sí, copiar algunas tramas, pero nunca ese ese sorprendente e incomprensible ejercicio de copia que lleva a cabo Mouche. Quien no haya visto Fleabag pensará que qué original, interesante y rompedora es esta Mouche, cuando todo lo que tiene de original, interesante y rompedora es obra de otra gente. Aunque no sabemos qué puede pensar cuando descubra que hay una anterior. Yo me sentiría un poco estafada, la verdad.