del CAT CAFÉ AL PISCI CAFÉ

Sociedad Acuariófila: una burbuja de paz y naturaleza en el corazón de València 

La evolución de esta asociación sin ánimo de lucro no ha cesado en los últimos 50 años pese al creciente mercado de compraventa online. Con más de 1.300 socios, 10 cursos al año, varios concursos y la mayor biblioteca especializada de España, su local también es una cafetería abierta al público donde evadirse disfrutando de la belleza de animales y plantas 

10/09/2018 - 

VALÈNCIA. Como le gusta recordar al historiador Vicent Baydal, València no s’acaba mai. Así lo canta Julio Bustamante en una de esas tonadillas destinadas a darle la razón a esa masa que patea la ciudad con la esperanza de sentirse –todavía– un turista en su ciudad. Esa es la sensación al encontrar uno de los espacios más relajantes y accesibles del lugar: la Sociedad Acuariófila València, cuya sede social parece encapsulada y protegida de curiosos (o, al menos, de momento). En apariencia un club, en apariencia una tienda de animales, lo cierto es que sin que nadie se haya empeñado en crear el hype (léase, cat cafés) no hace falta ser socio ni tener un acuario para sentarse un rato en su salón, tomarse un café y evadirse en su interior.

Los amantes de los peces que se reunían en un gimnasio

En el inicio de curso esta posibilidad, terriblemente asequible y agradecida, parece todavía más sugerente. Y lo es, pero uno también puede curiosear entre las decenas de acuarios y preguntar a sus responsables y trabajadoras por lo que allí sucede. La historia, más o menos, se inicia a inicios de los sesenta en un gimnasio. Sí, en un gimnasio en el que se reunían para comprar peces, hablar de plantas y compartir consejos en la construcción de acuarios. Luego parece ser que fue en un local del colegio de los Dominicos hasta que, finalmente, en 1965, decidieron abrir su sede social.

“No habían tiendas de peces y en aquel momento se veía como una especie de rareza exótica y europea. Entre los socios fundadores, había uno que tenía una peletería y otro que tenía una farmacia. Como si de un mercado persa se tratara, ellos mismos aprovecharon la compraventa para algunas primeras importaciones. Cierto día, se acudía a recoger la parte del pedido. Aquellos dos socios cerraron la farmacia y peletería y abrieron las primeras tiendas de animales que vendían peces”. El inicio del relato y todo lo que sigue pertenece a Pepe Martínez, mecánico naval jubilado que ocupa buena parte de su tiempo como presidente de la sociedad.

La media de los últimos años habla de unas 200 altas por temporada, aunque entre los fallecidos y aquellos socios que se dan de baja, el mérito de la organización es mantenerse en torno a los 1.350 socios activos. Socios que pagan diferentes cuotas, que tienen acceso a 10 cursos anuales, que participan del concurso de acuarios que se celebrará en unos días y que, además, tienen se benefician de unos precios reducidos por formar parte de este club. De manera independiente en lo fiscal, la sociedad decidió en origen ser tienda de venta al público. Con tres trabajadoras en la actualidad, esa tienda sin ánimo de lucro (que revierte en la sociedad) ha llevado a la Sociedad Acuariófila a ser el mayor grupo de entendidos en la materia de España.

La mayor biblioteca especializada de España

Son el club más numeroso y poseen la biblioteca especializada “más importante del país; estamos convencidos”. Volúmenes teóricos, prácticos y fotográficos de los últimos 50 años con todo tipo de información acerca de especies, técnicas, plantas, acuarios, etcétera. Los 8.400 socios que han formado parte de la sociedad en estos 53 años de vida –los tres últimos en la nueva sede, situada en la calle San Vicente y muy cerca de Plaza España– han mantenido y mantienen un trato directo. A lo largo del año se hacen cenas y encuentros en su salón, además de los cursos y concursos. Esa relación también ha logrado, según Martínez, que estos amantes de los biotopos acuáticos mantengan viva una afición que desde otras grandes ciudades se ve con envidia sana.

Martínez destaca que, quizá, lo más relevante de los últimos años es “cómo ha bajado la media de edad de los socios. Si antes rondaba los 45, ahora puede estar en 35 o menos”. Además, en la última década, asegura que la llegada de las mujeres ha logrado que se pase de un porcentaje mínimo (“el cero, coma cero…”) a “como, como poco, un cinco por ciento”. Por lo que respecta al comercio, la precarización generalizada en el trabajo de las tiendas de animales –con honrosas excepciones– ha llevado a que el trato profesional sea cada vez más demandado por aquellos que quieren tener un acuario. “Es algo que comentan mucho los nuevos socios, que no encuentran personal en las tiendas que dure mucho tiempo y que, por desgracia, es habitual que el cliente sepa más que quien le atiende. Eso aquí es muy difícil que pase”.

En el sentido más comercial, Martínez asegura que ese cliente tipo de la Sociedad Acuariófila València “es el que no existe”. Se refiere a quien no les conoce, que son muchos, todavía, Eso sí, los principios son bastante exigentes en general en la tienda: “estamos radicalmente en contra de que para abrir una tienda de animales no sean exigibles unos conocimientos mínimos. Con cada cliente, tratamos de entender qué quiere al detalle. Es habitual que si viene alguien que está muy perdido, que quiere tener peces de gran tamaño en una casa normal, nos desentendamos y tratemos de recomendarle que acuda a cualquier otra vía comercial. Allí le venderán cualquier cosa”.

Acuario amazónicos, marinos y hasta de acogida

No obstante, Martínez cree que progresivamente se ha ido desinflando “la demanda de acuarios o peces según su tamaño. La gente es más consciente y apuesta por otro tipo de inquietudes”. En su local hay acuarios amazónicos, marinos y hasta un gran acuario ‘de acogida’. Es, seguramente, el que más llama la atención y está situado en la misma entrada del local. Allí se encuentran los peces de gran tamaño que algunos clientes han comprado en el mercado negro o bien en alguna tienda en la que no fueron suficientemente asesorados. Son peces que acoge la sociedad y que vuelven a salir de la misma si encuentran un nuevo hogar donde puedan ser tratados en la mejor de las condiciones.

Los seis o siete socios de honor implicados tratan de pasar algunas horas a la semana por el local, con la excepción de Pepe a quien es muy habitual encontrarse en la Sociedad. Allí insisten en divulgar y hacer comprender la responsabilidad de cada biotopo. También desmontan algún mito, porque como él mismo advierte, “a la mayoría de los acuariófilos nos interesa más la vegetación y el diseño que el acuario que los propios peces”. No quiere decir exactamente que estos no le interesen, pero es cierto que en el local se desprende la atención al resto de asuntos que giran en torno a esas vitrinas. Entre otras curiosidades, la venta de plantas in vitro.

De Nemo a los ajalotes

Por otro lado, hay una gran cantidad de peces a la venta –siempre con dos precios; el precio para el socio y el precio de venta al público–, pero también de plantas, de acuarios y de todo tipo de accesorios. Por haber, hay hasta ajolotes como el de la foto superior que hacen las delicias de quien ha leído el maravilloso cuento que Julio Cortázar les dedicó. En este escenario vivo y abierto, donde la entrada al público es gratuita y tratan de generar un ambiente especial, Martínez cree que internet ha aportado más aspectos negativos que positivos a sus interesados. Sobre todo, en lo que se refiere a la información: “nosotros podemos distinguir una verdad, una media verdad, una media mentira y una mentira. En internet te pueden decir que se resuelve tal o cual asunto con un vaso de vinagre. Nadie lo desacredita y es un desastre”. 

Aun así, más allá de la información negativa, la Red parece aportar algo mucho más preocupante con el mercado negro de compraventa: “desde hace tiempo lo que está de moda son los garajes de animales. Gente que se monta su tienda de animales en un garaje y que no paga impuestos, claro, que improvisa prueba y error y que luego no son mucho más baratos que cualquier otro sitio”. En este sentido, la Sociedad Acuariófila València tiene cierto margen ya que su volumen de compra y venta (también online) y su naturaleza sin ánimo de lucro le permite ser un actor distinguido en este sentido. 

Un ambiente terapéutico con socios internacionales

Con todo y con esto, el aspecto social sigue siendo la principal diferenciación del centro. En unos días se celebrará el concurso de acuarios, donde las plantas, el estilismo y, claro, los peces provocarán los votos por parte de los socios. Todos están invitados a participar y a votar. El local ya respira esa consciencia por la sensibilidad del material que se maneja, pero Martínez no elude el sentido terapéutico de su hobby: “entre los socios ha habido y hay médicos de todo tipo, psicólogos y terapeutas, que hablan de que el paso armonioso de los peces y la mera contemplación de lo que sucede en sus casas o aquí es beneficioso. Relaja y tiene todo ese valor extra”.

Martínez lleva con resignación y responsabilidad que muchas de las dudas se hayan trasladado del cara a cara al mail, aunque asegura que las contesta “de buen grado”. Hasta no hace tanto, todas las semanas había cenas cada jueves noche. Ahora esas cenas son mucho más espaciadas, pero también hay socios que quedan entre sí para, como cualquier cliente de la calle, tomarse una cerveza y hablar. Pese a que en Madrid, Barcelona, Bilbao y Sevilla existen sociedades similares, “ni sumando todos sus socios se acercan a una mínima parte de los que somos aquí”. Tanto es así que un porcentaje de los socios llega de más allá de la provincia de València y la ciudad ocupa un 60% más o menos de los actuales miembros. Entre todos ellos, muchos europeos y “cada vez más chinos. Es la comunidad que más está creciendo porque tienen mucha tradición. En su país, tener un acuario limpio y bonito en casa es como una distinción social”.

Sociedad Acuariófila València es también la autora de los 10 manuales que acompañan a cada uno de los 10 cursos que se celebran a lo largo del año. Partiendo de la experiencia compartida y la biblioteca ya mencionada, esos 10 manuales son también un compendio de conocimiento de libros descatalogados. Un legado de incalculable valor que intuyen algunos viajeros habituales con salida y llegada en la estación del AVE Joaquín Sorolla. La sede social, muy próxima, se ha convertido en cafetería y espacio de distracción pausada si llegan a la estación con tiempo. Para el resto de vecinos de València, una burbuja de tranquilidad de lo más agradable.