palau de la música

Susanna Mälkki dirige, en Valencia y Londres, a una de las más importantes orquestas británicas

La London Symphony Orchestra vuelve al Palau el 14 de abril, tras ocho años de ausencia

6/04/2018 - 

VALÈNCIA. Es larga en el tiempo la relación entre el Palau de la Música y la London Symphony Orchestra. Empezó, si la memoria no falla, en 1994, y continúa hasta el próximo 14 de abril. Pero hubo un largo paréntesis en los años de la crisis: desde mayo de 2010 esta formación no pisaba Valencia. Tampoco lo hubiera hecho en 2018 si el inicialmente programado Zubin Mehta (junto a la orquesta del Maggio Musicale Fiorentino), no hubiera cancelado la actuación programada en el Palau para esta primavera. Cuando esto sucedió, alguien se puso las pilas y encontró una agrupación que –quizá- pudiera compensar a un público desilusionado ante la cancelación de un maestro que se había ganado a pulso el corazón de los valencianos.  Y apareció de nuevo la London Symphony Orchestra, dirigida por Susanna Mälkki y con Müller-Schott como solista en la obra de Elgar.

El programa previsto incluye  tres de las diez  partes del Pelléas et Mélisande de Sibelius (música incidental compuesta para el drama homónimo de Maeterlinck), el Concierto para violonchelo y orquesta, op. 85, de Elgar, y la Quinta Sinfonía de Sibelius. Repasando la programación de la LSO para esta temporada, se observa que el día 15 ejecutan, en el Barbican Hall de Londres, con los mismos intérpretes, idéntico programa, excepción hecha del Pélleas de Sibelius, sustituido allí por una nueva obra de Patrick Giguère.

La London Symphony Orchestra es la más antigua de las orquestas londinenses, aunque queda superada por la Hallé Orchestra de Manchester. Fundada ésta en 1858, la LSO inició su trayecto en 1904, a partir de los instrumentistas que abandonaron la del Queen’s Hall por desacuerdos con su director. Otras destacadas formaciones de Londres tienen un punto de arranque más tardío: la Sinfónica de la BBC en 1930. la Filarmónica de Londres en 1932, la Philharmonia en 1945, y la Royal Philharmonic en 1946.

Desde su fundación, tuvo a Hans Richter como director hasta 1911. Sin un titular fijo desde entonces hasta 1950, se sucederán luego en el podio, algunos con carácter permanente y otros no, nombres del calibre de Pierre Monteux (1961-64), André Previn (1968-79), Claudio Abbado (1979-88), Michael Tilson Thomas (1988-1995) o Valery Gergiev. Tuvo a Arthur Nikish al frente en su gira por los Estados Unidos. La orquesta no ha descuidado su atención al repertorio contemporáneo, estrenando obras de Elgar, Copland, Hans Werner Heinze, William Walton, Penderecki y Tippett. Entre otros muchos. Desde septiembre de 2017, el director de la formación es Simon Rattle, quien, desde 2002, lo fue de la Filarmónica de Berlín. La LSO completa su actividad con un programa educativo y tecnológico que la hace accesible a muchos miles de personas cada año.

En cuanto a la relación de esta orquesta con el Palau de la Música, convendría recordar, quizá, los mejores momentos que la agrupación británica ha proporcionado al auditorio de la Alameda. Con más de diez actuaciones, no sólo se ha podido admirar la calidad altísima de la propia orquesta, sino también la de los grandes directores y solistas que hicieron y hacen giras con la que muchos consideran como la mejor de las orquestas inglesas.

Así, en 1994, con Michael Tilson Thomas, pudimos escuchar una Sexta Sinfonía de Mahler cuyo mensaje autodestructivo se plasmó con tanto dramatismo como serenidad. Al año siguiente, Anne-Sophie Mutter y André Previn dieron un inolvidable Concierto para violín de Beethoven, sólo empañado por la aburridísima sinfonía  de Shapero que abrió el programa. En el 96, Riccardo Chailly ofreció una Octava de Bruckner donde los británicos lucieron un control absoluto de todas las secciones, así como la capacidad para mantener la tensión a lo largo de la inmensa partitura. Colin Davis mostró la plasticidad y fluidez de la orquesta con un programa eslavo. Previn volvió en el 2002, interpretando una Sinfonía da Réquiem (Britten) de ajuste perfecto y expresivo fraseo. Con Richard Strauss, luego, puso al descubierto la maleabilidad para adentrarse en el espíritu de cada obra. También en 2002, Bernard Haitink mostró la excelencia de los solos en los metales, la exquisitez de la cuerda y la asunción de la complejidad rítmica.

Y llega 2005: Antonio Pappano hizo una exhibición estimulante de la sección de percusión, a la vez que plasmaba los colores del jazz y de la música cinematográfica. También pudo percibirse la excelencia de la sección de trompas, y la transparencia del tejido orquestal. Temirkanov, en 2006, se adentró en el drama interior que habita (también) en la Primera de Mahler, y lució el primor de la orquesta en su acompañamiento a la violinista Lisa Batiashvilli. Cuatro años tardaron en volver, y lo hicieron con Daniel Harding y el magnífico trompetista Haken Hardemberger. En 2012, con Michail Tilson Thomas, y Nelson Freire al piano, pareció cerrarse el círculo de sus visitas.

Por suerte, tal círculo se abre ahora de nuevo. Llevará la batuta Susanna Mälkki, directora y violonchelista finesa de gesto enérgico, preciso y expresivo, que compagina la atención a la música contemporánea (con estrenos de compositores tan relevantes como Thomas Adès, Kaija Saariajo o Luca Francesconi)  con el repertorio clásico. Ya ha estado en el podio de la Filarmónica de Berlín y de La Scala, siendo en la actualidad titular de la Filarmónica de Helsinki y Principal directora invitada de la Filarmónica de Los Ángeles.

En el Concierto para violonchelo y orquesta de Elgar, el muniqués Daniel Müller-Schott será el solista. Estudió con Heinrich Schiff, Steven Isserlis y Mstislav Rostropovich, y ha actuado con batutas de la talla de Eschenbach, Ashkenazy o Previn. Con este último y Anne-Sophie Mutter ha grabado los Tríos de Mozart, y a sus 42 años tiene ya un importantísimo catálogo de grabaciones.


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