VALÈNCIA. Bailar en una pista de baile es, en realidad, la suma de una infinidad de estímulos que reproducen ese reflejo en el cuerpo. Es una respuesta individual que, en una discoteca, en una rave, o en una obra de danza, genera también un ente colectivo. La música es el único o el principal catalizador para que se de esa reacción.
Cosmic Anomaly es muy consciente de ese poder, y lo exprime en su EP debut, Overt Behavior, que ha publicado hace apenas unos días a través del sello valenciano Gordo Trax y que rápidamente se ha posicionado como uno de los lanzamientos revelación a nivel estatal, teniendo eco en los principales medios especializados en música electrónica.
No es para menos, el guadalajareño afincado en la Comunitat ha creado una obra que equilibra a la perfección lo conceptual con la capacidad de generar en los cuerpos necesidad de baile. Cinco canciones y un remix (a cargo de Hektor Legion, uno de los responsables del sello) que tienen como eje central los estímulos que provoca la música en el cerebro y las respuestas que puede dar. Un camino invisible, en primer lugar, pero que se hace latente en una pista de baile.
“Ritmos rotos, percusiones violentas, sintetizadores que rasgan la piel abriéndose paso hasta el cerebro y una cohesión y madurez sonora que sorprende para un artista de veintitrés años que tiene mucho que decir en la escena musical”, define el sello. Una complejo sistema de estímulos generados únicamente a través de la producción con sintetizadores modulares, y parecen creados precisamente para activar el cerebro, especialmente a través del principal eje sonoro: el viaje a un lado y otro del estéreo por el que zigzaguean algunas capas de sus temas. Y lo que parece una simple apuesta estética, en el caso de Cosmic Anomaly viene de un interés por la psicología y la neurociencia que le ha despertado la curiosidad por pensar en qué es lo que provoca la música. Y si bien él insiste en que hace “las canciones que quiero escuchar yo”, el EP ya lleva sonando (y funcionando) en varias sesiones en València.
“Yo vi una unión muy clara entre hacer un track a 142 BPM y que la gente se mueva a ese ritmo. Ese movimiento es, literalmente, la respuesta a un estímulo en el ambiente, que es mi música. Cuando escuchas algo, generas una conducta, que puede ser de baile, de rechazo, o de pensar que la canción es una mierda… Pero, en todo caso, lo que va a haber es una conducta manifiesta perfectamente observable”, desarrolla el productor en conversación con Culturplaza. Cada textura del EP busca su respuesta fisiológica, y viendo al público bailar, piensa en algo parecido a lo que ocurre cuando crea la música con los sintetizadores modulares: algo que supuestamente solo se oye, de repente se puede tocar u observar. Es la materialización del sonido.
La otra referencia que ha tenido a la hora de producir Overt Behavior es un videojuego: Signalis. Un horror survivor, heredero de los títulos más clásicos que marcaron una época como la saga Resident Evil. “Los sonidos son naves alienígenas, un motor roto encendiéndose, y percusiones muy agresivas que, en mi mente, cuentan una historia detrás. Una epopeya espacial que me guardo para mí, porque no le va a interesante realmente al resto de personas que escucharán las canciones”, confiesa.
Excepto en el primer tema, que es, con diferencia, el que más tiempo lleva compuesto, todas las canciones son atonales (“no quería hacer nada que estuviese en una escala musical”). El synth en estéreo, un sonido grueso, y la referencia oscura de Signalis generan un continuum, un speedrun que conecta perfectamente con la nueva escena valenciana con la inclusión de sonidos de maquinaria, que aparecen ordenados como una postal sonora al empezar el EP y que se vuelven caóticos desde el segundo tema.
Estas capas no tienen un componente autobiográfico (suele pasar que en ciudades industrializadas se desarrolle una electrónica ligada a los sonidos de la fábrica), sino la construcción de una ficción con forma de textura en una canción: “Guadalajara es un campo. Estos sonidos no venían de donde yo vengo, es una historia que me iba contando a mí mismo mientras componía con los sintetizadores”.
La recepción del EP ha sido más que notable, mucho más tratándose de un debut. Y Cosmic Anomaly tiene una lista de agradecimientos, que va desde SCHRZØ, encargado del máster, hasta el sello de Gordo Trax, y los artistas que van compartiendo las canciones generando un boca-oreja. “No me esperaba que a la gente le fuera a gustar tanto, y me alegro”, dice con cierta continencia.
Ahora, prepara un live b2b con otro productor para presentar su música al público a finales de año. A Cosmic Anomaly no se le ha visto encima de un escenario. Overt Behavior es una magistral carta de presentación.