CASTELLÓ. La compañía L'Home Dibuixat, con Tian Gombau al frente, encara un nuevo reto estos días: estrenar su espectáculo Zapatos nuevos en Nueva York. El de Vinaròs ha tenido que hacer frente a un complejo trabajo de adaptación para representar 17 funciones de esta obra en el prestigioso New Victory Theatre (junto a Times Square). Hace cuatro años, el espaldarazo que supuso el Premio Max al mejor espectáculo para público infantil, juvenil o familiar, ya auguraba larga vida a este trabajo que muestra a los más pequeños de manera sencilla y poética el camino de crecimiento de una persona con el paso de los años y los sentimientos que eso conlleva.
Zapatos Nuevos, transformado ahora en New Shoes (habrá 14 sesiones en inglés y 3 en español), tiene como origen una tradición de Vinaròs y, desde ahí y bajo la dirección de Jordi Palet i Puig, llega a lo universal, a un pequeño viaje iniciático, de aprendizaje, de descubrimiento y de vínculo con la naturaleza. Como explica Gombau, el objetivo es que el público neoyorquino vea este montaje como una aventura: "Trabajamos tanto para los niños como para los adultos, y para convertir el ratito que estamos juntos en una vivencia más".
Además, del Max, Zapatos Nuevos ha recibido el premio a Mejor Actor, Mejor Escenografía, Mejor estética y Solución Técnica de Títeres-Lutfest International Children's Theatre Festival of Subotica (Serbia), 2022; la distinción del público profesional, Int. Puppet Theatre Festival Visiting Arlekin, Omsk (Rusia), 2019; el galardón a Mejor escenografía, Fira de Teatre de Titelles de Lleida, 2019; y el de Mejor Espectáculo de Pequeño Formato, FETEN 2019, entre otros. Desde el apartamento del Upper West Side en el que la compañía aguarda la espera antes de cada función, Tian Gombau atiende a Castellón Plaza.
-¿Qué esperas del público de Nueva York ante la presentación de tu obra New Shoes?
-Espero lo que deseo en todos los sitios a los que vamos, que no es otra cosa que lograr que al público le guste lo que ve. Es lo que hemos buscado tanto en niños durante las funciones escolares como en pequeños y adultos en las sesiones familiares. Acabamos de hacer un pase para 30 personas del equipo del New Victory Theatre y la verdad es que el espectáculo ha ido muy bien, han respondido todos muy bien. Y por tanto, estoy tranquilo.
-¿Confías en que funcione la obra como lo ha hecho en otros países?
-El espectáculo funciona muy bien en los Estados Unidos. Lo pudimos comprobar hace un año y medio en Chicago cuando lo subimos a escena durante el International Puppet Theater Festival que se celebra en esta ciudad.
-¿Cómo crees que afrontarán el mensaje de New Shoes los niños neoyorquinos?
-Bien. Entiendo que afrontarán la obra con ilusión por conocer las aventuras de Tracalet, el títere protagonista de este espectáculo. Confío que el público de Nueva York no se diferencie mucho del publico infantil del resto del mundo. Al final, como dice mi amigo Alain Vigneau, todas las personas reímos y lloramos en el mismo idioma.
-¿Qué es lo que está resultando más complicado a la hora de adaptar este espectáculo al teatro de Nueva York?
-Han resultado ser muchas horas de trabajo desde la oficina de la compañía, algo de lo que se ha encargado Mélanie Lefebvre. Hay que tener en cuenta que en la organización que rige el New Victory Theatre trabajan un centenar de personas. De ellas, al menos 15 se han puesto en contacto con nosotros por una cuestión u otra. Cuentan con muchos departamentos y en cada uno de ellos hay un empleado distinto que se encarga de su tarea en concreto. Eso acaba suponiendo muchos correos electrónicos y muchas preguntas para contestar. En cualquier caso, lo más complicado ha sido el tema de la visa de trabajo. Teníamos que enviar nuestros pasaportes a la embajada de Estados Unidos en Madrid y únicamente disponíamos de cuatro semanas porque como en septiembre estuvimos en China, no podíamos hacer entrega de los documentos antes. Necesitábamos la documentación para trabajar en China. Y ese tema del visado nos tenía muy preocupados. Suerte que ya habíamos estado antes en Chicago, porque nos facilitó mucho las cosas.
-Habéis tenido que adaptaros también a la normativa americana de espectáculos, ¿verdad?
-Si, de hecho, eso nos ha supuesto también mucho trabajo y muchas gestiones. Para traer el espectáculo hemos tenido que cumplir, como es natural, con la normativa anti incendios de la ciudad de Nueva York. Y eso nos ha obligado a disponer de todo el material de la escenografía ignifugado. Hemos tenido que tratar con un barniz especial las maderas de las plataformas de la escenografía y comprar telas nuevas ignifugadas para sustituir las que teníamos nosotros. Este material debía contar con su correspondiente certificado porque de lo contrario no es admitido.
-¿Es esta obra un ejemplo de que el teatro puede hacer de una tradición local, en este caso de Vinaròs, una historia universal?
-Si, creo que lo es. Cuando trabajamos con Jordi Palet la dramaturgia del espectáculo teníamos muy claro que el tema del que partíamos era la tradición de la fiesta de Santa Catalina en Vinaròs, donde el día 25 de noviembre muchos críos estrenan zapatos y se van a comer la 'prima' (el 'pastiset' especial de la localidad) al rio. Pero en todo momento vestimos el espectáculo de una temática que está por encima de ámbito local porque de lo contrario tendría poco interés fuera de Vinaròs. Y en este caso, la temática que lo hace universal es el crecimiento. En esta obra damos cuenta de que cuando vamos caminamos por la vida vamos cambiando y vamos creciendo, y vamos a su vez incrementando el número de talla de los zapatos. Y conforme se aumenta esa cifra vamos acumulando experiencias tanto niños como jóvenes y adultos. Hasta el último día de nuestra vida vamos a vivir experiencias que nos ayuden a crecer emocionalmente, psicológicamente e intelectualmente. Así nos conformamos en personas; somos una especie de patchwork de los pasos y de las experiencias que hemos tenido a lo largo de nuestra vida.
