libro

Todas las almas de València caben en el Palacio de Valeriola

De circo romano a centro de arte, pasando por discoteca o cementerio: la recuperación patrimonial desvela historias inéditas de la ciudad

15/01/2025 - 

VALÈNCIA. El proceso de puesta de valor del Palacio de Valeriola para que se convirtiera en el Centro de Arte Hortensia Herrero tenía dos caminos. El primero, el que se había estado haciendo por los siglos de los siglos: añadir una nueva a capa a su historia haciendo borrón y edificio nuevo. El segundo, el elegido, es precisamente el contrario: aprovechar la intervención para mirar hacia abajo y descubrir toda la historia de València que contiene el edificio y aún estaba por contar.

El resultado no deja lugar a dudas: el Palacio de Valeriola, aunque fue construido en el siglo XVII como palacio barroco, contiene toda la historia de la ciudad encapsulada. El subsuelo del edificio es una especie de línea temporal que puede contar cada etapa por la que ha pasado València, desde el circo romano hasta la pieza de arte contemporáneo. Un viaje en el tiempo hecho posible por un trabajo de recuperación patrimonial.

Tras la apertura del centro, la Fundación Hortensia Herrero encargó a la Facultat de Geografia i Història de la Universitat de València una publicación que resumiera precisamente todos estos aspectos, nuevos o ya conocidos, que permiten contar València a través del edificio. Ayer se presentó la publicación, coordinado por Josep Montesinos, profesor honorario de la UV.

La arqueóloga Tina Herreros, encargada de la intervención, fue muy clara: la investigación sobre los hallazgos de los últimos años “no ha hecho más que empezar”: “hay que investigar la cerámica, las monedas… Hay muchas preguntas que hay que pormenorizar y estudiar”. Y cada pormenorización permite un itinerario para hablar de la historia de València. Por ejemplo, uno que hable de las almas que habitaron el edificio.

Las Ánimas y un pub de música clásica

La primera capa es la que dejó los vaivenes de los cambios de propiedad a lo largo del siglo XX. El Palacio de Valeriola llegó a ser, antes de ser comprado por la Fundación Hortensia Herrero, una discoteca, aunque la falta de permisos y el exceso de ruido provocó una movilización de los vecinos que permitió la clausura por parte de las autoridades municipales. Antes también fue un pub… Pero de música culta: Juan Sebastián Bach propuso durante los 80 una programación de música clásica sin perder su naturaleza de local de ocio, aunque le pasó algo similar a Las Ánimas, cerraron por la imposibilidad de regularizar su actividad en ese edificio de gran carácter patrimonial.

Precisamente se sabía que el Palacio de Valeriola estaba encima del circo romano valenciano y que el edificio tenía un gran valor, pero los procesos arqueológicos no empezaron seriamente hasta el siglo XXI, cuando quiso convertirse en un hotel primero, y en el centro de arte que es ahora.

Antes de su uso como lugar de ocio, el Palacio de Valeriola fue la cada del diario Las Provincias, que lo ocupó durante buena parte del siglo XX, y que por tanto fue testigo de las personalidades más importantes de la ciudad en aquella época. Pero su uso como lugar de imprenta precisamente tiene otro reflejo en los fantasmas de la II República, y es que el edificio albergó, durante la Guerra Civil —cuando València ocupó la capitalidad del país—, la impresión del Boletín Oficial del Estado.

La historia de una familia manchada por un crimen

Para hablar de los Valeriola y la ciudad de València, la historia podría empezar con Jaume I, aunque el edificio como lo conocemos actualmente fue construido a comienzos del siglo XVII. Si el recorrido temporal se restringe a las almas que lo habitan, sin duda de todo lo que se puede contar de esta familia de judíos conversos, es también su historia más truculenta y fascinante: el asesinato de Jeroni Valeriola. Al que la publicación le dedica un capítulo entero, a cargo del profesor Jorge Antonio Catalá Sanz, 

El 20 de octubre de 1606, Jeroni Valeriola fue hallado degollado en su gabinete del palacio. Las sospechas recayeron inicialmente en su hijo, Cristóbal Valeriola, y en Luis de Sosa, conocido por sus malas compañías. Para determinar la culpabilidad de Sosa, se realizó una prueba supersticiosa: abrazar al cadáver de Jerónimo para observar si este reaccionaba; al no ocurrir nada, Sosa fue liberado. Sin embargo, Cristóbal fue sometido a tortura, durante la cual confesó bajo coacción, y posteriormente fue ejecutado a garrote vil el 28 de mayo de 1607. 

Años más tarde, en 1620, Miquel Pertusa, antiguo jurado del Consell Valenciano, confesó en su lecho de muerte ser el autor material del asesinato, actuando bajo las órdenes de Crisóstomo Ruiz de Lihory, enemigo declarado de Jerónimo de Valeriola.

Más allá del edificio

Siguiendo con las capas del subsuelo, el Palacio de Valeriola fue construido sobre el cementerio de San Juan del Hospital, conjunto arquitectónico con el que colinda actualmente. Se han catalogado hasta 22 enterramientos, no solo de hombres, sino también de mujeres y niños. La anexión se llevó a cabo durante el siglo XIX, durante la invasión napoleónica.

Antes de ello fue una casa o palacio —según explicó Herreros, hay debate sobre ello, y los hallazgos arqueológicos ayudarán a despejarlo— islámico. Se halló parte del patio: una parte central de planta cuadrangular, una alberca en el interior y fuentes en cada uno de sus extremos. La vida del solar antes de los Valeriola también habla de la historia de las religiones y la ciudad de València; y es que se encontró también un horno dedicado a la producción de alimentos del período bajomedieval, y se cree que el origen de la familia que se construyó el edificio fue precisamente el de ser judios conversos.

En otra capa más profunda, un misterio: el enterramiento singular de una joven de unos doce años con un ungüetario que parece datar del siglo III d.C y que no forma parte, en principio, de ninguna de las vidas que tuvo el solar.

La muchacha ya abre la puerta a la vida más antigua del terreno que ahora ocupa el centro de arte, la del circo romano. Se podría hablar de la intervención más grande de este conjunto arquitectónico histórico en la ciudad, ya que se han descubierto 40 metros de este. Y de esta vida tampoco se libran las almas en pena, aunque esta vez no son humanos sino caballos. Herreros apuntó a la posibilidad, a partir del hallazgo de varios esqueletos equinos, de que el solar funcionara como vertedero donde depositar los animales muertos en el circo.

En todo caso, los hallazgos guardan un último misterio, tal vez el misterio original: una cabeza de caballo colocada intencionadamente, como si formara parte de un ritual o de un “acto fundacional” del circo: "hay una intención de señalar ese lugar, y se encuentra además en el inicio del nivel estéril, aunque no hemos encontrado ningún paralelo en la historia de la ciudad", explicó ayer la arqueóloga.

Todas estas almas vagan por el mismo edificio, ahora casa del arte contemporáneo. La intervención arqueológica y la intención de respetar su historia abre ahora una puerta a que los hallazgos complementen lo que se sabía hasta ahora de la ciudad en todos las capas del tiempo que contiene.

Noticias relacionadas