La animadora Rocío Quillahuaman publica junto a Blackie Books sus memorias: Marrón. Un anecdotario del racismo que se divide en 17 capítulos de experiencias vitales desagradables, racistas y misóginas
VALÈNCIA. "Publicar unas memorias con 28 años puede parecer algo raro, parece que se es demasiado joven”, reflexiona Rocío Quillahuaman, y sigue: “Pero 28 años son suficientes para tener muchas cosas que contar si eres una mujer racializada”. De esta manera comienza la autora su conversación sobre sus primeras memorias: Marrón. La autora concede una breve entrevista a Culturplaza antes de visitar la librería Bartleby, donde presenta el libro. En esta conversación desgrana el por qué de esta novela y lo que supone para ella mirar atrás en su vida para componerla. En el libro emplea el odio y la rabia como motor creativo para escribir, motivo por el cual es famosa en Instagram. La artista acumula más de 180.000 seguidores que día tras día contemplan sus pequeñas viñetas en las que la queja y los gritos hablan sobre problemáticas del día a día que no pasan desapercibidas por su cabeza, y sobre las cuales se desahoga en las redes.
Explica Quillahuaman que para esas viñetas lo que le mueve es el enfado, y que una vez canaliza lo que le ha hecho sentir una experiencia mala ve la manera de liberarse a través del dibujo: “A veces me pasa algo muy concreto y lo represento tal cual, como si fuera un documental. Otras veces pienso directamente en esas actitudes que unen a la gente, y que a veces me cabrean”. Ese poder de crear desde la rabia hace que tenga ahí su “fuente de la creatividad”: “Está bien que sea un sentimiento creativo, y me gusta que le pueda sacar provecho. Pero en cuatro años haciendo animaciones he aprendido que hay que controlar la rabia y no al revés, para ello hay que calmarse y luego explicar lo que enfada”. Es por ello que el relato de Marrón nace de una introspectiva calmada sobre momentos que le han provocado mucha pena, enfado y rabia a lo largo de su infancia, adolescencia y entrada en la vida adulta.
En la introspectiva sobre su vida ve esa rabia en las actitudes que ha recibido mientras crecía como persona racializada, y todo ello se condensa en 17 capítulos que son pequeñas píldoras (desagradables de tragar) de todo lo que le ha pasado. Para poder contarlo con claridad y cariño cuenta con la editorial Blackie Books, quienes le dan total libertad a la hora de conformar los textos que componen su historia, explica Rocío que esa libertad es lo que le ayuda a poner darle forma a todos esos "traumas" y sucesos. Las historias van desde aquella vez que revisaron su peluche de Winnie the Pooh en el aeropuerto por si llevaba droga hasta el momento de llevar a cabo el papeleo de su boda, y a pesar de la crudeza de las historias todas se tintan con un toque de humor: “Es una forma de tener poder sobre algo que se te ha arrebatado. Hay momentos en los que podría estar tranquila y sin agobio y por ser una persona racializada he sufrido una discriminación. Cuando pasa yo me siento mal, es como que se arrebata mi tranquilidad. Para recuperarla empleo el humor".
Un buen ejemplo de ello es el capítulo en el que Quillahuaman cuenta como un guardia de seguridad le persigue por una tienda para asegurarle de que no está robando, y llega a provocarle el llanto por la situación de ansiedad en la que la pone. El capítulo se llama “Hubiese sido romántico si no hubiese sido racista” porque si Rocío fuera blanca “podría llegar a ser hasta una comedia romántica”: “En ese momento yo me río del guarda, y con la risa tengo el poder de vuelta. Este proceso ya no lo normalizo, y ahora me siento con fuerza para afrontar esas historias, pero no por ello los guardias van a dejar de seguirme… es deprimente”. Al final lo que hace Quillahuaman es relacionar las anécdotas con esos temas centrales en los que quiere poner el foco, y sobre los que necesita desahogarse y dar ejemplo: “Yo uso la anécdota para contar las cosas, pero el tema que está detrás es lo verdaderamente importante del libro”, aclara.
Otro de los motivos por los que Quillahuaman se pasa de la animación a la escritura es poder explicar con más precisión aquello que le preocupa, y a su vez poder servir como una referencia para las lectoras: “El libro busca una compañía para todas esas chicas que puedan pasar por lo que pasara yo”, explica. Para ello hay que hacer una selección clave de esos momentos de la vida que la dejan K.O, muchos lloros, mucha reflexión y sensaciones físicas de malestar a la hora de revivir ciertos momentos que en su momento la desgarraron por dentro. Uno de los capítulos del libro cuenta cómo en su adolescencia intentó quitarse una “mancha” de la piel frotando fuertemente, cuando creció leyó un artículo en el New York Times titulado Orgullo Marrón en el que la periodista peruana Gabriela Wiener contaba algo parecido: “Hasta que no leí sobre una cosa parecida no vi que era algo que no me pasaba a mi sola, hay que aceptarse a uno mismo y a la identidad. Es importante que yo cuente mi historia, el sentimiento al escribirlo es parte de lo que me hace sentir que puedo ayudar a otras personas".
-¿Por qué Marrón?
-Es la manera despectiva con la que se refieren en Perú a aquellos que tienen ese color de piel. Este libro forma parte del movimiento de recuperar la palabra y empoderarse a través de esta.
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