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Un musical en La Rambleta reivindica la huella del Siglo de Oro valenciano en la obra de Lope de Vega

Yapadú Produccions encara las funciones de El agua de València tras las pérdidas sufridas por la Dana

20/11/2024 - 

VALÈNCIA. Cuando Anna Marí, Javier Sahuquillo y Daniel Tormo idearon el espectáculo de Yapadú Produccions y La Rambleta que iba a constituirse en el buque insignia del centro cultural esta temporada, no barruntaron la polisemia trágica que iba a adquirir su título. Ni ellos ni nadie. El agua de Valencia, una comedia musical que en su concepción pretendía simbolizar a través de una bebida la naturaleza híbrida, espumosa, fresca y efervescente de las gentes de esta tierra, se asocia ahora a los efectos devastadores de la DANA del pasado 29 de octubre. La misma productora compartió imágenes y videos de su almacén inundado en Ribarroja del Turia. En aquella piscina de barro y lluvia se echó a perder la práctica totalidad de su material técnico y escenografía.

“En la obra se habla del agua como una metáfora de la pasión que lo desborda y lo inunda todo hasta reventar las cosas. Este río fuera de control que atraviesa interiormente el montaje provoca desgracias del alma y se ha convertido en una metáfora de lo que hemos vivido físicamente en València estos días”, desarrolla Sahuquillo, codirector de la propuesta junto a Marí.

Después de aplazar el estreno por razones tanto personales como éticas, su repaso a las peripecias de Lope de Vega durante su estancia en la ciudad del Turia en pleno el Siglo de Oro se instala en La Cambra de La Rambleta del 23 de noviembre al 1 de diciembre.

El espacio escénico donde se representará ha sido transformado en una corrala contemporánea para procurar una inmersión total. Antes del espectáculo se puede cenar un menú cerrado con la recreación de un tipo de compañía ambulante de la época, un ñaque, que invitará al público al pasado.

Al destierro por fake news

Antes de que la realidad del cambio climático y la nefasta gestión política incidieran en la percepción de la obra, sus autores ya aspiraban a que resonara en el presente. Por ejemplo, en los sinsabores que afrontó el dramaturgo y poeta madrileño durante su destierro en València. Lope de Vega tuvo que huir de la capital de España tras ser sentenciado a muerte por publicar unos libelos difamatorios contra la que había sido su amante, Elena Osorio, y su padre. La audiencia puede ver en aquella publicación un antecedente de los bulos en la prensa, como también reparar en el hambre y en las dificultades para pagar el alquiler que ayer y hoy afrontan los artistas en ciernes, el impacto de las jerarquías sociales en la creación cultural y el motor vocacional como estímulo para perseverar a pesar de las dificultades económicas.

Tanto la música en directo como las coreografías y las canciones parten de melodías y temas del siglo XVI, pero se han contemporaneizado. Todas las piezas de Panchi Vivó se basan en el Cançoner del duc de Calàbria, un libro que contiene villancicos españoles de la época renacentista, así como en canciones populares con sabor morisco. Con el trabajo de cuerpo desarrollado por Júlia Cambra ha sucedido lo mismo. A su bagaje en danzas antiguas, ha sumado la investigación de bailes del Siglo de Oro, de modo que hay guiños, movimientos, trabajo de pies y posiciones del periodo. “Parece que vaya a ser un trabajo arqueológico, pero el objetivo es traerlo al hoy”, completa Anna Marí.

Foto: Alejandro Amat

Un influjo de ida y vuelta

Rebeca Valls, José Juan Sevilla, Sergio Villanueva, Paloma Vidal, Raúl Lledó, Aina Gimeno y Marta Estal conforman el reparto de esta comedia musical de capa y espada que a Anna Marí y Daniel Tormo, por su experiencia al frente de su grupo CRIT Companyia de Teatre y del proyecto europeo Escena Erasmus, les ha resultado orgánico, porque acostumbran a servirse del género musical.

Sahuquillo añade que todos los espectáculos del Siglo de Oro tenían música, ya fueran entremeses, sainetes o jácaras. “De hecho, el autor de la primera zarzuela, La selva del amor, fue Lope de Vega -detalla-. Al principio se trató de piezas dedicadas a la realeza de la corte Habsburgo. Y cabe precisar que estaban pensadas para actores que cantan, no para cantantes”.

Para sus tres creadores, El agua de Valencia ha sido una reconexión con su formación académica. Sahuquillo es historiador y Marí y Tormo, filólogos. Comparte Anna que el germen de este montaje realizado a partir de textos de Lope de Vega, Guillem de Castro y los miembros de la Academia de los Nocturnos, surge de cierto afán de desagravio.

“Suele afirmarse que durante su exilio, Lope de Vega llegó y enseñó a los dramaturgos de aquí cómo se tenía que escribir, pero eso ha sido cuestionado por diversos investigadores, que han puesto en valor que el teatro acuñado por el autor de El perro del hortelano como un arte nuevo surgiera a partir de su experiencia en el mundo literario de València”.

Licencias para la intríngulis 

Foto: Alejandro Amat

El trío se enfrentó a la escasez de documentación respecto al par de años que Lope vivió en València, de 1588 a 1590, de la mano de Teresa Ferrer y Joan Olesa, especialistas ambos en el prolífico escritor y en las mujeres del Barroco, ella. Sus andanzas están, por tanto, ficcionadas. “Están ubicadas en su contexto real, pero nos hemos permitido licencias para que la acción tenga más intríngulis”, explica Marí.

Lope compartió largas noches de bohemia, amoríos, bajos fondos y justas poéticas con Guillem de Castro. El espectáculo refleja los devaneos de sus protagonistas y especula con las vivencias de dos personajes femeninos: la primera impresora valenciana, Jerónima Galés; y Constança de Perellós, esposa del fundador de la Academia de los Nocturnos, Bernat Catalá de Valleriola.

“Jerónima fue una señora que tuvo que pelear en un mundo gremial tremendo, cerrado y masculino.  Sobrevivió sin casarse y fue gran maestra de su taller, así que decidimos subrayar que en su vida estuvo envuelta en pugnas y luchas”, se justifica la directora y dramaturga.

En cuanto a Perellós, solo tenían constancia “de una experiencia maternal durísima”. Antes de ser madre de seis hijos vivió ocho abortos. En la obra de teatro le han dado complejidad y secretos inspirándose en la protagonista de la comedia de Lope La doncella Teodor.

El agua de Valencia consta de otros dos personajes femeninos: la Mastuerza que es una mendiga que quiere ser actriz y conocer a Lope, y Zaidia, una criada morisca que canta y toca el piano. “Pertenece a una parte de la población importantísima. De ahí su peso en las elecciones musicales, ya que la tradición popular del Cant d’estil, el Cant de batre y las cançons de treball se basan en el legado dejado por los moriscos”, explica Anna Marí.

El menos obvio y más cuidado de sus personajes es el de la ciudad en sí. “Queremos reivindicar València como espacio mítico y lugar de encuentro en lo ficcional y lo emotivo”, expone Sahuquillo.

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