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FESTIVAL 10 SENTIDOS

¿Y si una niña de diez años decidiera tu futuro?

En ‘Sparks’, un grupo de oráculos infantiles toman el poder, leen la mano y predicen el destino de los espectadores adultos

6/05/2024 - 

VALÈNCIA. ¿Qué sentirías si un niño desconocido comenzase a observar la palma de tu mano y a hablarte sobre tu destino? Sobre esta premisa se construye Sparks, la pieza de Francesca Grilli en la que un grupo de chavales entre diez y doce años ejercen de oráculos infantiles para los espectadores adultos. Estos pitonisos en miniatura esparcirán sus presagios en Teatre El Musical el 10 y 11 de mayo como parte del Festival 10 Sentidos. 

Aquí, quiromancia sirve de excusa para subvertir las relaciones tradicionales de poder entre niños y adultos. A golpe de predicción, las jerarquías basadas en la edad saltan por los aires y es esa audiencia que lleva unas cuantas décadas acumuladas en el pasaporte la que pasa a depender de las instrucciones y decisiones infantiles.

Foto: MARIO ALBERGATI

Bajo sus cascos de ecos futuristas que actúan a modo de escafandra (y en una atmósfera inundada de oscuridad), serán estos adivinos en miniatura quienes marquen el paso y se erijan como autoridad competente. Para poner en marcha este ejercicio de disrupción generacional, augurios y escucha Grilli ha trabajado con la poeta Azzurra D’Agostino “que crea poesía para niños y con niños”. Juntas construyeron las directrices que estos pequeños quiromantes siguen durante la pieza: “no tocamos temas muy específicos o truculentos como la muerte de los asistentes, sino que nos centramos más en la lectura que hacen los niños sobre el individuo que tienen frente a ellos. Hablan centrándose en las cualidades de su personalidad o las fragilidades que perciben en ellos”. Al final de la performance, estos oráculos lanzarán a los visitantes con una pregunta sobre el futuro “cuya respuesta deberán encontrar los espectadores por sí mismos”.

El primer atisbo de este proyecto surgió hace años, mientras Grilli realizaba un vídeo en Bolonia, su ciudad natal: “en el metraje aparecía un niño leyendo la mano de un pianista de 100 años. Me interesaba mucho esa idea de reunir dos edades que estaban en los extremos de la vida”. Por otra parte, la creadora pensaba en el concepto de subvertir los roles de poder, pues “en el contexto político actual, hay una generación muy joven que está alzando la voz en diferentes lugares del mundo y hablando sobre el presente y el futuro que nos espera”. De entremezclar ambas cuestiones surgió Sparks.

Foto: JONAS VERBEKE

Según la artista italiana, para el adulto que se sumerge en esta performance, la experiencia resulta “conmovedora y, al mismo tiempo, muy perturbadora: si no estás acostumbrado a hablar con niños, primero debes abrirte a ello, pero también necesitas confiar en esos menores, un proceso que puede ser difícil”. De hecho, uno de los elementos más estimulantes de esta iniciativa es el cambio de roles: normalmente son los chavales los que van a ver espectáculo de teatro infantil o juvenil realizados personas adultas, “pero aquí se gira la tortilla y son los mayores los que van a ver a dejarse guiar por esos menores”, apunta Jaume Ibáñez Espert, integrante del equipo de producción del Festival 10 Sentidos. Y extrapolando ese viraje de papeles de la escena a la vida cotidiana, recuerda que, en las rutinas diarias “somos nosotros los que marcamos el camino a los infantes (pues, incluso por mucho que intentemos educar a nuestros hijos desde la escucha y haciéndolos partícipes de las cosas que les afectan, a veces es complicado llevarlo a cabo). Decidimos qué tienen que hacer y cómo y cuándo deben hacerlo. En Sparks son ellos quienes rigen nuestro futuro”. Un cambio de perspectiva que se produce también la cuestión corporal: “solo hay que pensar en el contraste de la mano pequeña de un niño que coge una mano de una persona adulta. En esa contraposición de tamaños y formas, ya encontramos algo que llama la atención a nivel visual”, considera Ibáñez Espert.

Foto: CAROLINA CAPPELLI

A continuación, un aviso muy importante. Durante la actuación hay una regla fundamental: no se permite empezar a charlar con los niños. Si esto ocurre (y, como apunta la artista, siempre lo hace), es obligatorio para los niños finalizar la lectura de mano. “Luego puedes repetir la actuación nuevamente, no te echamos, pero no queremos fomentar la conversación con los niños, no solo porque ese no es el objetivo de la pieza, sino también para protegerlos”, señala. Si sigues esta regla, significa que has sido capaz de abandonar la esfera del adulto pesado y habitar tu papel como un mero oyente, "significa que te has obligado a dejar espacio para escuchar al niño que hay frente a ti. En nuestra sociedad, los niños no siempre son verdaderamente escuchados. Así que simplemente con ese acto ya se está produciendo un cambio real".

Uno de esos pitonisos XS será Jan, de diez años: “me hace mucha ilusión actuar delante de público y hacer como si fuera un adivino que lee las manos y predice cosas. Creo que será muy divertido. Además, también participan dos amigos míos y estoy seguro de que vamos a aprender un montón”. Aunque ya ha realizado algunos cortos caseros con sus madres, Sparks es su estreno en el mundo teatral, así que le pone “un poco nervioso” que haya gente mirándole en directo. Una de sus compañeras en escena será Giulia, que en unos días cumplirá 11 años. Para ella, también será la primera vez en la que pasa del patio de butacas a las tramoyas: “desde pequeña había ido a ver obras de teatro y de danza y me gustaba la idea de poder salir en alguna. Me parece una experiencia distinta y muy creativa”. ¿Su mayor miedo como novata? “Equivocarme, pensar que durante la actuación hago algo mal”.

Foto: MARIO ALBERGATI

A menudo, esos seres estresados, con facturas, ojeras y dolor de espalda llamados ‘adultos’ desestiman las perspectivas de los niños sobre el mundo, menosprecian sus deseos y temores. En definitiva, no consideran a la infancia como una interlocutora válida. Una postura que Sparks hace añicos. Giulia es optimista al respecto (y da un voto de confianza a los mayores): “si hacemos muy bien el espectáculo y les demostramos que podemos valernos sin su ayuda, creo que podemos hacerles cambiar de opinión”. “Como vamos a leerles las manos, tienen que tener en cuenta nuestras ideas”, afirma contundente Jan.

Y aquí, Ibáñez Espert toma por un instante el papel de quiromante para aventurar que los espectadores “se irán a casa con ese runrún sobre la autoridad, el poder y el futuro; dándole vueltas a ese aspecto de la cuestión jerárquica. En los buenos espectáculos hay una parte que ocurre en el escenario y otra parte que sucede después, cuando sigues pensando en lo que has visto porque ha removido algo en ti. Y esta es una de las grandes bazas de Sparks, que marca al público. La reflexión posterior es la guinda del pastel”.

Foto: LILIANA SIMOES

Manual para ejercer de oráculo

Eso sí, estos oráculos no se ponen a emitir vaticinios al tuntún. Primero un entrenamiento “para seguir su instinto, para seguir lo que sienten y confiar en ello. Es un proceso muy poderoso, porque te hablan sobre sus impresiones a través de cuestiones muy sencillas: tu cuerpo y movimientos, la forma en que estás vestido, los sentimientos que les provocas…”, explica la creadora.

Como parte de ese proceso, Grilli confeccionó junto a D'Agostino una guía que incluye algunas nociones sobre la quiromancia “porque es una excusa para leer a la persona frente a ti y hablar sobre el futuro de la sociedad. Saber algo sobre la lectura de manos les proporciona ciertas herramientas, pero la actuación es mucho más. A partir de ahí, agregamos algunas cuestiones filosóficas sencillas que pueden estar en su rutina diaria, en dibujos animados, en libros infantiles...”. Además, el intérprete Benno Steinegger se encarga del entrenamiento corporal, para que aprendan a través de juegos y ejercicios, como imaginarse caminando sobre la luna.

Foto: LILIANA SIMOES

El paso final del entrenamiento se basa en interiorizar técnicas para enfrentarse a una audiencia que en cualquier momento pueden entregarse al sollozo. No es un asunto baladí, pues, relata la artista, algunos espectadores “se conmueven mucho durante la actuación y pueden comenzar a expresar sus sentimientos de una manera un tanto impredecible. Por ello, preparamos a los niños para permitir que las emociones se manifiesten sin miedo ni vergüenza”. Es más, hacen un especial hincapié en que si ven lágrimas en la audiencia “no es porque la gente esté triste, sino porque está impresionada y las lágrimas son parte de la vida. En las sociedades occidentales llorar todavía es un tabú para los adultos, así que es hermoso enseñar a las jóvenes generaciones que solo se trata de una emoción”. Habitualmente, son los pequeños quienes protagonizan los llantos y los mayores los que ejercen el consuelo, pero en Sparks también esto se subvierte.

¿Y si la verdadera revolución consiste en empezar a escuchar sin prejuicios ni condescendencia a esa gente bajita y llegada hace pocos años al planeta con la que compartimos edificio, calle, mesa o autobús?

Foto: LILIANA SIMOES

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