NOVEDAD EDITORIAL

50 años de 'Revolver', el disco que convirtió el estudio de grabación en un espacio creativo

La editorial valenciana Efe Eme publica Revolver. El disco de los Beatles que revolucionó el rock con las impresiones de 15 artistas españoles entre los que figuran Bunbury, Luis Prado, Xoel López o Zahara

25/08/2016 - 

VALENCIA. Hubo un tiempo en el que las estrellas del pop se alistaban en una sana competitividad por la evolución musical. En los años 60, hace ahora justo 50 años, los casos de Pet Sounds, de los Beach Boys, y Revolver, de los Beatles, sirvieron de icono para la experimentación en el estudio de grabación, a veces como reflejo de la experimentación de compuestos naturales y químicos en los cuerpos de sus protagonistas. La necesidad por la probatura tecnológica desencadenó una generación de recursos humanos (George Martin, Geoff Emerick...) y tecnológicos (ADT, Varispeed), todos ellos presentes en este último, Revolver. El disco de los Beatles que revolucionó el rock.

Ese es el título del libro escrito por el periodista musical y crítico Tito Lisende y publicado por la editorial valenciana Efe EmeEn él el autor es capaz de reunir hasta 15 testimonios, impresiones y relatos en todo caso personales que enriquecen una visión próxima y a la vez que profesional a partir de la siguiente lista de nombres propios: Anni B Sweet, Bunbury, Carlos Tarque, Jorge Ilegal, Juan Aguirre, Leiva, Luis Prado, Marc Ros, Miguel Ríos, Miguel RIvera, Mikel Erentxun, Rubén Pozo, Santi Carulla, Xoel López y Zahara. La mayoría de ellos dejan entrever la influencia directa de este o aquel aspecto en sus carreras, en las de sus bandas e incluso en sus vidas.

Los relatos de adolescencia, de infancia, de inmersión a través de canciones tan populares como 'Yellow Submarine' conforma la segunda parte del libro, la más extensa y que se digiera bajo la fórmula de entrevista. Los apellidos permiten que el lector vaya intuyendo sus intereses y descubra algunos nuevos, todos ellos vinculados a cada una de las canciones del totémico álbum. Sin embargo, es en la primera parte -casi con celeridad por no restar voz a los populares protagonistas- donde el libro se aproxima con una lucidez sintética a la inagotable colección de hitos que confirman cómo Revolver, definitivamente, cambió la historia del futuro presente del pop. Un disco que, por otro lado, fue posible gracias a un triple milagro: haber logrado salir in extremis de Manila, amenazados y robados hasta el último centavo, haber sobrevivido a la presión de un John Lennon demonizado en Estados Unidos por la autoelevación de la banda al nivel de influencia de Jesucristo y haber rechazado la producción de una película en la que iban a perder algunos meses.

Algunas notas para el milagro

Los Beatles querían desaparecer de los escenarios, abandonar cualquier autojustificación de sus ideas a golpe de rueda de prensa y se enfrentaban a un tiempo libre -sin película mediante- para desmontar una idea posteriormente establecida: que el estudio dejara de ser un lugar limitado al registro de audio, de la plasmación física de las canciones en cinta, sino un entorno para crear, para probar, para experimentar y en el que los ya citados Martin y Emerick cambiarían el sentido de la música. Huelga decir que Brian Wilson, con el Pet Sounds entre manos, también había ido convirtiendo los estudios en su patio de recreo (y en algún que otro síntoma del Síndrome de Diógenes). Y esto fue fundamental para acoger tantas novedades, de nuevos sonidos, de otros instrumentos, de nuevas tecnologías provocadas por la necesidad de alcanzar nuevas sensaciones en la grabación, a través de las canciones, tan establecidas hasta la actualidad como el ADT, como la fórmula para hacer sonar instrumentos al revés -surgida de un error- o hasta detalles tan mundanos y cotidianos como la genial idea de amortiguar el sonido del bombo con un jersey. Este gesto lo pueden ver ustedes en cualquier estudio de grabación cada día y en casi todos los conciertos a los que vayan.

La libertad

George Martin puso punto y final a su relación como técnico de EMI y esto abrió las posibilidades de tiempo y espacio para los Beatles. Así fueron capaces de crecer e incluso nacer 14 canciones, además de las extirpadas en un single 'Paperback writer' y 'Rain'. Y no solo Martin estaba liberado de EMI en aquel momento: la libertad, como bien describe Lesende, era total para los Fab Four ya que "en la cima de su carrera, eran libres para negociar con quien quisieran las mejores condiciones para un nuevo contrato". La libertad era también física, en su sentido más fisiológico: "el propio John lo resumía al poco de disolverse los Beatles: Rubber Soul fue el álbum de la hierba y Revolver el del ácido". Escuchando ambos, queda poco más que añadir. 

Más allá de los interesantes apuntes sobre la "competitividad interna" de los integrantes de la banda de Liverpool o de cómo surgió el 'arte' del disco (tan libres y sobrados que ni siquiera su nombre aparece en la portada), el libro saca todo su jugo con otra de las aportaciones externas. El nombre de Juan de Dios Martín no aparece en la cubierta del libro, pero su relato con apuntes de producción son una auténtica delicia para cualquier amante de la música, especialmente si ese interesado es músico, productor o actor en la industria. Para Martín (Madrid, 1976) Revolver "redefine la manera de entender el proceso de producción musical, con el permiso del Pet Sounds". Es el mítico productor de Deluxe, Barón Rojo, Amaral, Le Punk y músico de Pereza o Marlango el que pone en valor el nombre de Geoff Emerick. Este jovencísimo ingeniero (20 años) "compartía con ellos la curiosidad y las ganas de probar cosas. Pronto desarrolló sus propias técnicas que resultaron indispensables para el cambio". 

Martin y Emerick, Emerick y Martin

Los nombres de Emerick y Martin y la máquina de fabricar libras en la que se habían convertido los Beatles son esenciales para romper con la industria: "en aquella época, el estudio de grabación tenía más que ver con un laboratorio que con un lugar creativo", destaca Martín. El también productor de la reciente remasterización de La leyenda del tiempo (Camarón, 1979) señala que "EMI tenía normas estrictas sobre personal, horarios y uso correcto de los equipos, incluso detallando hasta la distancia o volumen apropiados para capturar el sonido de cada instrumento". Pero todo esto saltó por los aires gracias a los ingredientes de la libertad y, por ejemplo, insertar el desarrollo del Automatic Transient Overload Control, una tecnología que permitió subir considerablemente el volumen de grabación de los graves.

En los graves fue esencial la comentada anécdota del jersey.   Pero no solo eso, sino todo el sonido de la batería. Aunque en el libro Leiva le hace "una reverencia" a Ringo Starr y confía que "su trabajo en la batería es grandioso", Martín afina que fue Emerick quien replanteó toda la manera de grabar este instrumento. La base rítmica pasó a tener un sonido que, con las indiscutibles mejoras tecnológicas, no se ha dejado de tratar de reproducir. La batería es grandiosa, sí, pero quizá más que por lo que Ringo hasta la fecha ya venía aportando al sonido de los Beatles, por una trascendental idea de la microfonía para el instrumento, con trabajos específicos de bombo y de caja. También "el uso de los compresores Fairchild, más agresivos que los Altec" y así se suma otro detalle de lo más nutritivo de la mano del productor español. 

"El estudio como inspiración"

Más bajo, más volumen, loops de cinta, grabación al revés, el ADT, el Vaispeed, el ATOC y la llegada de algo tan habitual en la generación de más canciones de pop y rock como es la aparición de los músicos adicionales. Liberados de la idea del directo, de la idea madre de tener que reproducir los discos en directo con la frustrante fidelidad que los equipos de sonido les ofrecían ante sus ruidosas audiencias, los Beatles incluyen vientos, músicos hindús y hasta un octeto de cuerda para 'Eleanor Rigby'. Como bien resume Martín, Revolver es para la posteridad la aparición en la historia de la música del "estudio como inspiración y no como finalidad". Una idea que, incluso con Skrillex al frente de todas las atenciones de la industria, incluso en un tiempo en el que las estrellas del pop se alistan en una rara competitividad por la venta de merchandising o la presencia de minutos en reality shows, permanece intacta.


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