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MUERE A LOS 85 AÑOS EL ESCRITOR BRITÁNICO V.S. NAIPAUL, PREMIO NOBEL EN 2001 

El silencio literario que mantenía Sir Vidia Naipaul se convierte en definitivo

13/08/2018 - 

ALICANTE. Cuando a primera hora de la mañana me ha llegado la noticia de la muerte de Vidiadhar Surajprasad Naipaul (V. S. Naipaul), el autor británico de origen trinitense-hindú, nacido en 1932 en Chaguanas, Trinidad y Tobago, de una familia de ascendencia de brahmanes hindús, lo primero que he pensado es que hacía tiempo que no disfrutaba de la prosa del Sir cascarrabias. Me he dirigido de inmediato a la estantería, para comprobar, consternado, que mis naipauls se encuentran a  27 kilómetros de mí, una distancia que encontraréis ridícula, pero que ahora mismo es insalvable. Craso error, porque Naipaul es uno de esos autores que hay que tener siempre cerca, al alcance de la mano cuando uno tiene la necesidad de una prosa de estilismo soberbio y una visión sin concesiones a la autoconmiseración.

Una de las características de la obra de Sir Vidia es que a pesar de que focaliza su aguzado estilete sobre los efectos nocivos de la colonización, no prescinde de repartir hostias como panes a diestro y siniestro. A los colonizadores, pero también a los colonizados. A los colonizados de primera generación y a su maltrato a las diferentes oleadas de emigración. Pero también a estos y a su solipsismo demasiadas veces castrante de sus propios hijos. Y por supuesto, más británico que cualquier inglés del condado de Essex desde la Guerra de las Dos Rosas, contra el núcleo mismo de la identidad británica. Cuando en marzo de 2017 escribí en estas páginas con motivo del fallecimiento del también Nobel antillano Derek Walcott, cité a V. S. Naipaul como su némesis, recordando aquellas declaraciones suyas en las que se reconocía como autor cosmopolita, sin raíces, ya que le molesta la pobreza cultural de Trinidad, se siente extranjero en la India y en Inglaterra no consigue relacionarse o identificarse con los valores tradicionales heredados de la época colonial.

Desde la primera lectura de Una casa para el señor Biswas, con total seguridad la aproximación más asequible al universo naupauliano, que una cierta incomodidad se apodera del lector, acostumbrado a la benevolencia de los autores con sus criaturas imaginarias, incluso en los casos en que la concatenación de desgracias es el leit motiv de la narración, como en el caso de ese otro raro británico llamado Tom Sharpe y su maltratado Wilt. Naipaul procede con un cierto sadismo en la descripción pormenorizada de un espíritu carcomido por la humedad y una existencia gafada por el anonimato. 

No es Biswas la mejor novela de Naipaul, honor que tal vez recae en El enigma de la llegada o en Miguel Street. En las obras antillanas o inglesas es donde encuentra mayor acomodo su vitriolo, mientras que el Oriente de sus ancestros provoca en su ficción el mismo grado de extrañamiento que en su vida personal.

Polémico y polemista, no únicamente por su enfrentamiento con el en algún momento amigo Walcott, sino principalmente por su contundente ataque de la islamización como mal de la modernidad, en libros como An area of darkness (1964), La pérdida de El Dorado (1969) y especialmente en Among the Believers: An Islamic Journey (1981, no publicado en castellano hasta 2011, como Entre los creyentes), se sirve del recurso estilístico de la narrativa de viajes para hacer más llevadera la diatriba contra los usos y costumbres que considera el germen del desarrollo deficiente de las sociedades bajo la dominación musulmana: Pakistán, Irán, Malasia e Indonesia.

 Contradictorio como pocos, su tercera pareja, tras el fallecimiento de su compañera durante 41 años, Patricia Hale, de la que confesó sentirse culpable del cáncer que la llevó a la muerte, por su trato cruel y la infelicidad de su matrimonio, y la tortuosa relación con Margaret Gooding, ha sido hasta el final de los días de Sir Vidia la periodista pakistaní Nadira Khannum Alvi, musulmana. 

“Diez semanas antes de morir, el señor Mohun Biswas, periodista de Sikkim Street, St. James, Puerto España, fue despedido. Llevaba enfermo una temporada. En menos de un año había pasado más de nueve semanas en el Hospital Colonial y convaleciendo en casa incluso más tiempo. Cuando el médico le recomendó reposo absoluto, a The Trinidad Sentinel no le quedó otra alternativa. Avisó al señor Biswas con tres meses de antelación y, hasta el día de su muerte, continuó enviándole un ejemplar gratis del periódico todas las añanas. El señor Biswas tenía cuarenta y seis años, y cuatro hijos. No tenía dinero. Su mujer, Shama, tampoco tenía dinero. Por la casa de Sikkim Street, el señor Biswas debía, desde hacía cuatro años, tres mil dólares. Los intereses, al 8%, se elevaban a veinte dólares al mes; el arrendamiento de la tierra a diez dólares…”. Continuad leyendo, es lo mejor que podéis hacer por el bueno de Sir Vidia Naipaul.


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