CASTELLÓ. Aunque cada día sean menos los contagiados y muchos más los vacunados, las editoriales no ven cerca el final de la pandemia. El contexto cambiante derivado de la crisis sanitaria ha hecho imposible que la gran mayoría, si no todos, los sector culturales vislumbren con claridad su futuro. Es difícil adaptarse a una situación que de golpe puede tirar por tierra todos sus planes. Con la desescalada de mayo de 2020, las librerías confiaban en poco a poco recuperar el ritmo de ventas. A pesar de que la mayoría abrieron solamente hasta medio día y con la mitad del personal, esto fue cambiando a medida que la pandemia fue encontrando cierta 'estabilidad'. Sin embargo, las perdidas a día de hoy son millonarias. Y la normalidad no ha terminado de llegar. Ni para ellas ni para la industria editorial.
Publicaba el pasado mes de julio la Conselleria de Cultura que sus subvenciones para la participación en ferias internacionales han quedado desiertas. Las ayudas, que se publicaron en el DOGV el pasado 31 de marzo, no recibieron ni una sola solicitud por una sencilla razón. La pandemia canceló casi todas las ferias del sector y las que tiraron adelante lo hicieron de forma virtual. No obstante, estas subvenciones, que están valoradas en 25.000 euros, cubrían básicamente los costes del viaje, el hospedaje o los desplazamientos realizados durante 2020. Unos gastos que ninguna editorial o asociación podía presentar y justificar.
Más allá de esto, quedarse sin las ferias internacionales ha sido otro varapalo para las editoriales. Es en este tipo de eventos donde se cierran el 80% de los contratos anuales sobre derechos de autor. Las editoriales, también valencianas, recorren cientos de kilómetros para que los volúmenes recién salidos de las imprentas puedan acomodarse en las librerías extranjeras. Pero además, las ferias internacionales, con sus agendas frenéticas, reuniones y negociaciones, sirven para detectar cuáles van a ser las modas imperantes en los próximos años. "Muchas editoriales necesitan ponerte cara para confiar en tu proyecto. Además, asistir a estas citas es una forma de demostrar que tienes interés por sacar adelante tu iniciativa", señalaba en 2018 África Ramírez, de la editorial Balandra, a este periódico.
También para Quique Olmos, editor en Sargantana, son las ferias internacionales imprescindibles. Sin embargo, no podrá la editorial valenciana presentarse a ninguna de las citas que hay en 2021 porque coinciden en el calendario con las ferias dedicadas a la venta al público.
Del 10 al 16 de septiembre será la Feria del Libro en Madrid; del 6 al 12 de octubre la Feria del Libro en Murcia; del 14 al 24 de octubre la Feria del Libro en València; y del 14 al 24 de octubre la Plaça del Llibre en Castelló. Mientras tanto, las principales ferias internacionales se producirán del 20 al 24 de octubre en Frankfurt o del 13 al 15 de octubre en Madrid, con la feria Liber.
"No se si han salido de nuevo las ayudas de la Generalitat para presentarse a este tipo de actos, pero tampoco lo vamos a hacer. Tenemos que darle prioridad a la venta al público", señala Olmos, y es que es al fin y al cabo es en este tipo de eventos donde más crecen sus beneficios.
De hecho, según datos de la Associació d'Editors del País Valencià (AEPV), dos tercios del sector valenciano iba a participar en ferias durante 2020 y su suspensión supusó un impacto de un millón de euros. Ahora bien, la cancelación de ferias internacionales también originó pérdidas de al menos 100.000 euros. Un devastador escenario que desencadenó en el aplazamiento del 90 por ciento de los 488 lanzamientos editoriales que había previstos para el año pasado.
Las ferias internacionales han de mirar cómo sea al futuro. Reinventarse y volver a servir de oportunidad para aquellas editoriales que difícilmente pueden viajar. Un formato híbrido, que combine la experiencia virtual y física, sería lo opción ganadora para Gonçal López-Pampló Rius, director literario del Grup Bromera. "No podemos renunciar a participar en las ferias internacionales. Por eso Bromera asistirá tanto a los puntos de venta del público como a las del sector. Tenemos la capacidad y la voluntad de atender los dos frentes, pero es cierto que no sabemos cómo lo vamos a hacer".
Para Pampló Rius, la pandemia ha demostrado que también se pueden cerrar acuerdos a distancia, sin el cara a cara. Sin embargo, tampoco se puede obviar la efectividad de los encuentros personales y la complicidad que se genera, durante la feria, en los exteriores del recinto. Por eso, encontrar "un equilibrio" entre los pros y los contras de cada formato, sería la "perfecta solución". "Esperamos que para Bolonia 2022 se genere una feria a la altura de lo que necesitamos", manifiesta.
Con todo, este formato híbrido también ha de verse reflejado en las ayudas que destine Generalitat. Es decir, las editoriales piden que se considere subvencionar las acciones virtuales y no solo los costes presenciales. Esto sería, por ejemplo, los materiales audiovisuales. Solo de esta manera, considera, el director literario de Bromera, que las editores podrían volver a considerar este tipo de convocatorias.