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ENTREVISTA

Manuel Vilanova (Xarxa Teatre): "Estamos en la España de la 'premiolandia', pagad a los artistas y no nos deis premios"

11/12/2020 - 

CASTELLÓ. Poco hay que contarle sobre teatro de calle a Manuel Vilanova (Vila-real, 1952). Después de décadas metido en él y de fundar una de las compañías más veteranas del país, Xarxa Teatre, es más bien el dramaturgo quien tiene que contarnos los vaivenes de una profesión que en los años de la dictadura dejó de existir y en la crisis del 2008 también estuvo a punto de hacerlo. ¿Qué ocurrirá ahora con la crisis de la covid-17? Son muchas las preguntas que giran alrededor del virus y las secuelas que puede dejar en la sociedad. Un futuro que casi nadie se atreve a vaticinar, pero que quizá el pasado puede ayudarnos a sortear. 

Es pues justo ahora que el sector parece que se enfrenta de nuevo a un momento duro, que Vilanova ha publicado Paisajes escénicos, un libro donde recopila todo ese conocimiento que ha ido acumulando a lo largo de unos años de creación artística al aire libre. Además, lo que plantea Vilanvoa no es solo un libro histórico, también se analiza aquello que fue mal durante el siglo XX y lo que continúa mal en el presente. ¿No es hora de saberlo? 

El director de Xarxa Teatre debería de estar en este preciso momento representando su nuevo espectáculo en Colombia. Una preciosa obra filmada en la cala Pola, en plena desembocadura del río Millars, que se estrenará finalmente este sábado en streaming. Pero antes, el vila-realense responde a las preguntas de Cultur Plaza para algunas de las ideas que plantea en el libro. 

-'Paisajes Escénicos' surge de un cabreo importante por la "falta de reconocimiento" de los medios hacía el teatro que pasa fuera de Madrid o Cataluña. ¿Es este un libro para callar bocas?
-No, más que intentar callar bocas intenta llenar un agujero. Piensa que no había nada editado hasta ahora sobre el teatro de calle y menos aún desde una función tan pedagógica como la de esta obra. Además de intentar explicar por qué nace el arte de calle, se analiza qué se ha hecho bien y que mal. Estamos por lo tanto llenando un vacío de un agujero que ni existía. Esto ha provocado que muchos lo califiquen ya como un libro de referencia. Se ha puesto en contacto conmigo gente que está haciendo tesis y doctorados. Escuelas de València y Alicante que quieren recomendarlo para el próximo cuatrimestre. 

Y volviendo a la pregunta, efectivamente ni los diarios de Madrid ni de Barcelona se hacen eco de que nosotros por ejemplo actuamos a lo largo del país. Solo hablan de lo que pasa en las grandes ciudades. Nosotros que venimos de la periferia estamos dando vueltas al mundo, pero a sus ojos parece que no hayamos salido nunca al mundo. No hay reportajes ni en Televisión Española, de ahí viene el cabreo.

'Veles e vents'

-No habrá sido sencillo poner sobre el papel la historia de un arte que ha sido muy pocas veces contado.
-Han sido años y años de investigación, aunque algunos de los libros que he referenciado los leí cuando tenía 25 o 26 años. En Inglaterra se vivía el teatro de manera totalmente distinta a la de aquí, porque estábamos en plena dictadura o transición y el teatro era una cosa muy secundaria. Por lo tanto, la formación teórica que recibí fue básicamente de Inglaterra. Tanto Leandre Escamilla como yo leímos a grandes autores como Peter Brook. Esto nos ha servido para tener un background enorme. 

-Como comentabas, uno de los periodos más complicados para el teatro fue el franquismo, porque no había lugar para un arte más contestatario. ¿Se pudo recuperar este espíritu con el tiempo?
-Toda la cultura, fuera contestataria o no, si era de vanguardia era la gran enemiga de Franco. Como los intelectuales apoyaron la República, muchos fueron a la prisión, a otros los mataron y hay quienes emigraron. De hecho la importancia del teatro en Latinoamérica viene dada porque muchos autores de aquí se fueron allá. Tan solo en Madrid o Barcelona se mantuvo cierta programación. Ni en València hubo programación regular hasta los años 60 cuando empezaron a hacerse cosas en la sala alternativa València cinema. Ahí es donde yo empecé a ver obras diferentes.

-A partir de la última década del siglo XX los grupos callejeros vuelven a llenar de teatro las calles de pueblos y ciudades. ¿Cuáles son los grandes hitos de aquellos años?
-Sí, efectivamente a partir del 83 el teatro resucita en España y nacen muchas compañías. Cuando nosotros creamos Xarxa Teatre en Vila-real no había ni teatros ni una tradición por el teatro, ha venido todo a posteriori. Pero, el gran boom se produjo a partir del 92, cuando hay una exhibición internacional de las nuevas artes escénicas españolas. Los Juegos Olímpicos de Barcelona o la Expo de Sevilla sirvieron para mostrar el potencial de una nueva España rompedora e innovadora que partía de las tradiciones para hacer espectáculos contemporáneos. Fue la época dorada del teatro de calle. 

Taller de Xarxa Teatre. Foto: ANTONIO PRADAS

-Todo se tuerce con la crisis de 2008, momento en el que muchas compañías cierran o pierden fuelle. ¿Estamos ahora en un momento parecido?
-En la crisis de 2008 se hizo mucho daño porque los ayuntamientos rebajaron sus presupuestos para la cultura. Se destinó menos dinero y se apostó por compañías más económicas, un hecho que obligó al reto a frenar en la producción de nuevos espectáculos o a tener que contar con menos actores. Pero esto a nosotros no nos afectó, desde 2008 hasta 2020 hemos actuado muchísimo por todo el mundo. Giras transoceánicas que nos llevaban a Ásia o a Latinoamérica. 

La pandemia en cambio ha sido una puñalada, porque ha reducido mucho el mercado de espectáculos. A partir de agosto se empezó a resucitar pero prácticamente actuabas solo en tu comunidad autónoma. Por lo que ese circuito que se produjo después de la entrada de España en la Unión Europea, de ir con la furgoneta de un país a otro a representar, ya no existe. Ni siquiera en el Estado español. La circulación de espectáculos es mínima. Nosotros ahora teníamos que estar en Colombia, porque el día 12 estrenábamos un nuevo espectáculo, pero ni hemos podido hacer la residencia allí ni ensayar aquí. 

-En el último Congreso de las Artes Escénicas de Castelló, los profesionales que allí había pedían que no se apoyara tanto la exhibición de una obra, sino el desarrollo de residencias artísticas donde los profesionales puedan investigar. ¿Interesa del teatro solo su proceso puesta en escena?
-Para que la Generalitat te de una ayuda has de estrenar forzosamente el espectáculo. ¿Qué ha pasado? Que todos hemos tenido que estrenar cuando el mercado es reducido. El otro día escuchaba decir a otro director de teatro de Castelló que en el plazo de un año ha estrenado tres obras y entre todas no ha hecho ni diez representaciones, pero para tener acceso a una ayuda institucionales lo tenía que hacer. Estrenar espectáculos cuando no hay mercado es un error, hay que ayudar a las infraestructuras. Por otro lado, si se ayuda al desarrollo de una residencia me parece muy bien, pero nosotros tenemos un local de mil metros y lo que queremos es que nos ayuden a mantenerlo vivo. 

-El punto fuerte del teatro de calle es, desde hace años, los microfestivales. Pero, lejos de ser un soplo de esperanza y trabajo, decías en otra entrevista, que en realidad es el grado máximo de "autoexplotación que conoces", porque "no están bien pagados".
-Yo me alegro muchísimo de que en los pueblos del interior se haga microfestivales, pero solo vas si eres muy amigo de la persona que lo organiza porque lo que te ofrecen es muy poco. Efectivamente, es una alegría que haya citas de este tipo, no estoy en contra, pero que si queremos hablar de un arte de calle deberíamos hablar también de festivales que programen a otro nivel. Hay festivales en los que incluso te pagan únicamente si has ganado el premio de tres mil euros. Estamos en la España de la 'premiolandia', hay más premios aquí que en toda Europa Junta. Si te fijas en los currículums de las compañías, están llenos de premios, porque no se les paga. Pagad a los artistas y no nos deis premios.  

Foto: ANTONIO PRADAS

-También comentabas que algunos actores de Xarxa Teatre se han marchado a otros oficios estables. Aunque este nunca ha sido un trabajo estable, ¿peligra la falta de profesionales en un futuro?
-El problema es que los trabajadores intermitentes que se dedican al teatro han recibido cantidades ridículas en el paro, porque la ley no sirve para ellos. A esto se junta que el lugar en el que la gente del teatro se ha escondido históricamente, los bares, también están en crisis. Por eso los que se han ido no es gente que trabajará los fines de semana en pubs y lo compaginará con las artes, es gente que busca trabajos más sólidos. Seguramente muchas de estas personas no lo tendrán nada fácil para volver al mundo de teatro, se quedaran en los otros trabajos. 

-¿Le ha faltado al teatro hacer más piña y colectivizarse como han hecho otros sectores?
-Es muy difícil hacerlo y te diré por qué. Des de los 2000 se potenciaron mucho las compañías unipersonales, donde son los mismos responsables quienes hacen de administración, equipo de venda o artístico. Por lo que tienen unos intereses y unas necesidades totalmente diferentes a las de una compañía grande que tiene su propia red de trabajadores. Podemos decir, "juntos, estemos todos juntos", pero en las asociaciones siempre hay un determinado perfil que predomina y ya no defensa los intereses de todos. 

-No tiene Castellón apenas teatros privados. ¿De ahí que tenga tanta fuerza en el teatro de calle en la provincia?
-El problema de Castellón es que hasta hace cuatro años no había teatro. Cuando empezamos solo estaba el Principal. Había salones de actos como en Vila-real, pero no teatros, por eso nosotros salimos a la calle. Demostramos que se podía ser profesional en una zona donde no había teatros, porque descubrimos que los espectáculos que partían de la tradición pero que evolucionaban gustaban al mundo de la fiesta. 

Esa tradición que se ha creado, de la cual me siento muy orgulloso, ha derivado en que los profesionales que se dedican al arte de calle en Castellón sean muchos. Esto no pasa en València, porque sí tienen teatros, pero tampoco en Alicante. 

-No hay que olvidar que el libro hace de altavoz del teatro que también se desarrolla en Europa. ¿Cuál es el cambio más destacado de hace veinte años a ahora?
-En todos los países, absolutamente en todos en los que hemos estado, hay un gran deseo y ganas de conocer todo lo que viene de fuera, de conocer otras realidades. Cuando salimos a hacer  Nit mágica por Europa se quedaban sorprendidos y querían saber más. Desgraciadamente las nuevas directrices han dificultado esto terriblemente, ya que se apoya la realidad de cada país cerrándose a las otras. Es algo que ha provocado el Brexit. Si no nos conocemos unos pueblos de otros seremos absolutos desconocidos. La directiva europea nos ha maniatado, se ha abierto a cuestiones económicas y cerrado a las artísticas y sociales. 

-¿Hacia dónde se dirige el arte?
-El arte después del siglo 20 abrió un campo de libertad creativa que está totalmente asumido y no va a desaparecer. La gente luchara por tener una sociedad humanísticamente mejor. 

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